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Franklin Chang-Díaz y Philippe Perrin: Una caminata espacial que marcó un hito en la ISS

Franklin Chang-Díaz y Philippe Perrin: Una caminata espacial que marcó un hito en la ISS

En junio de 2002, la Estación Espacial Internacional (ISS) fue escenario de una de las misiones más relevantes de la era moderna de la exploración espacial. El astronauta de la NASA Franklin Chang-Díaz, junto a su homólogo francés Philippe Perrin, de la agencia espacial gala CNES (Centre National d’Études Spatiales), protagonizó una de las tres caminatas espaciales (EVA, por sus siglas en inglés) llevadas a cabo durante la misión STS-111 del transbordador Endeavour.

La misión STS-111, lanzada el 5 de junio de 2002 desde el Centro Espacial Kennedy, tenía como objetivo principal la entrega de suministros esenciales y la rotación de la tripulación a bordo de la ISS. Sin embargo, una de las tareas más delicadas y técnicas fue la instalación de un nuevo brazo robótico y la sustitución de diversos componentes estructurales. Fue en este contexto que Chang-Díaz y Perrin llevaron a cabo una serie de actividades extravehiculares que pusieron a prueba tanto su pericia como la tecnología espacial de la época.

Franklin Chang-Díaz, ingeniero mecánico y físico costarricense nacionalizado estadounidense, formaba parte de la novena promoción de astronautas de la NASA, seleccionada en 1980. Su carrera es emblemática por ser uno de los astronautas con mayor número de vuelos espaciales, acumulando un total de siete misiones. Philippe Perrin, por su parte, representaba el avance de la colaboración internacional en la ISS, siendo uno de los pocos astronautas europeos en participar en tareas tan críticas fuera de la estación.

Durante la caminata espacial del 13 de junio de 2002, Chang-Díaz y Perrin realizaron trabajos de mantenimiento y ensamblaje vitales para la expansión de la ISS. Una de sus tareas fundamentales fue la instalación de un nuevo “grapple fixture”, un dispositivo de sujeción que permite el acoplamiento seguro de brazos robóticos y otros módulos. Este tipo de tecnología es esencial para la manipulación de cargas pesadas y la realización de reparaciones en el exterior de la estación sin necesidad de intervención humana directa, aumentando así la seguridad y eficiencia de las operaciones orbitales.

La STS-111 también fue clave en la entrega de la Expedición 5, relevando a la Expedición 4, y transportando el Mobile Base System, un componente esencial del Canadarm2, el brazo robótico de la ISS. Este sistema móvil permite que el brazo se desplace a lo largo de la estructura de la estación, facilitando la construcción de nuevos módulos y la realización de tareas de mantenimiento crítico. La participación de astronautas de diferentes nacionalidades, como Chang-Díaz y Perrin, subrayó el carácter internacional del proyecto ISS, que hoy involucra a más de 15 países y múltiples agencias espaciales, incluidas la NASA, Roscosmos, ESA, JAXA y la propia CNES.

El papel de Chang-Díaz en la historia de la NASA es especialmente significativo. Además de su labor como astronauta, su trabajo en propulsión avanzada ha abierto nuevas vías para el desarrollo de motores de plasma, una tecnología que podría revolucionar los viajes interplanetarios en el futuro. Su legado se entrelaza con el objetivo de la agencia estadounidense de mantener la supremacía tecnológica y científica en el espacio, en un contexto en el que empresas privadas como SpaceX y Blue Origin están redefiniendo el acceso a la órbita terrestre y más allá.

Mientras tanto, el sector privado sigue sumando hitos: SpaceX continúa con el desarrollo de su nave Starship, con vistas a futuras misiones lunares y a Marte, y Blue Origin avanza en su cohete New Glenn, diseñado para cargas pesadas y misiones comerciales. Por su parte, la española PLD Space acaba de completar con éxito una nueva prueba de su cohete suborbital Miura 1, consolidándose como un referente en el emergente mercado de lanzadores europeos. En el ámbito de la exploración científica, la NASA y otros organismos públicos y privados mantienen la búsqueda de exoplanetas habitables, con misiones como TESS y el telescopio espacial James Webb, que ya han identificado múltiples candidatos potenciales en sistemas cercanos.

La histórica caminata espacial de Chang-Díaz y Perrin en 2002 simboliza la colaboración internacional y el avance tecnológico que caracterizan a la exploración espacial contemporánea. En un momento en el que el sector público y privado convergen para afrontar los retos del futuro, la experiencia acumulada durante misiones como la STS-111 demuestra que la cooperación y la innovación son los motores que impulsan la humanidad hacia nuevas fronteras.

La ISS, verdadero laboratorio orbital, sigue siendo el epicentro de la investigación y el desarrollo tecnológico que permitirá, en un futuro no muy lejano, el salto definitivo al espacio profundo y la búsqueda de vida más allá de nuestro planeta. (Fuente: NASA)