Vuelos supersónicos de la NASA en el Mojave allanan el camino para el X-59, el avión silencioso del futuro

En los cielos despejados del desierto de Mojave, California, el rugido de dos cazas F-15 de la NASA ha sido protagonista durante el mes de mayo. Estos aviones, conocidos por su agilidad y potencia, han servido como plataforma de pruebas para uno de los objetivos más ambiciosos de la NASA en la aviación moderna: validar los sistemas de medición de ondas de choque supersónicas que se emplearán en el revolucionario X-59 QueSST (Quiet SuperSonic Technology), la aeronave experimental que promete cambiar la percepción del vuelo supersónico con su innovador diseño de baja sonoridad.
El vuelo supersónico y su gran desafío
Desde el legendario Concorde hasta los jets militares, la aviación supersónica ha estado históricamente acompañada por el estruendoso estampido sónico, una barrera acústica que restringe su uso sobre áreas habitadas. El estampido no es simplemente un ruido fuerte, sino la consecuencia física de una onda de choque generada cuando una aeronave supera la velocidad del sonido (aproximadamente 1.225 km/h al nivel del mar). Esta onda de presión, que se percibe como un ‘boom’, puede causar molestias, daños materiales y ha sido el principal motivo por el que los vuelos civiles supersónicos han estado prohibidos sobre tierra firme en la mayor parte del mundo.
El X-59 de la NASA, desarrollado en colaboración con Lockheed Martin, aspira a transformar este panorama mediante una ingeniería revolucionaria: su fuselaje alargado y su morro agudamente perfilado están diseñados para evitar que las ondas de choque se fusionen en una única explosión sonora. En su lugar, el X-59 pretende generar un ‘pum’ sordo, un ruido mucho más tenue que podría permitir la vuelta de vuelos civiles supersónicos sobre tierra.
Pruebas críticas en el Mojave
Para que el X-59 pueda despegar con éxito, es imprescindible que los instrumentos encargados de registrar y analizar las ondas de choque sean precisos y fiables. En este contexto, los F-15 de la NASA han desempeñado un papel crucial. Equipados con avanzados sensores y registradores de datos, estos cazas han realizado múltiples vuelos supersónicos durante mayo, replicando las condiciones que experimentará el X-59 durante sus futuras pruebas.
Durante estas misiones, los equipos científicos han evaluado la respuesta y calibración de los sensores, asegurándose de que sean capaces de captar las sutiles diferencias de presión y sonido generadas a velocidades supersónicas. El objetivo es doble: por un lado, validar la tecnología desarrollada para detectar ondas de choque menos intensas; por otro, recopilar datos de referencia que servirán como comparación cuando el X-59 realice sus propios vuelos.
El X-59: un salto tecnológico
El X-59 QueSST representa la culminación de décadas de investigación en aerodinámica y acústica. Su diseño, optimizado mediante simulaciones y túneles de viento, persigue minimizar la perturbación sonora sobre el terreno. Con una envergadura de 9 metros y una longitud cercana a los 30 metros, destaca por su morro extremadamente largo y delgado, que ayuda a separar las ondas de choque primarias y secundarias. Además, los ingenieros han situado la cabina en una posición inusual, desplazada hacia atrás, y han prescindido de ventanillas frontales convencionales, sustituyéndolas por un avanzado sistema de cámaras y pantallas, lo que reduce aún más la resistencia y las fuentes de ruido.
El primer vuelo del X-59 está previsto para finales de 2024 o principios de 2025, tras completarse la integración y las pruebas en tierra. Una vez en vuelo, el aparato sobrevolará comunidades seleccionadas en Estados Unidos para que los habitantes evalúen el impacto acústico, proporcionando datos clave a la Administración Federal de Aviación (FAA) y a la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). Si los resultados son positivos, se abriría la puerta a la revisión de las normativas actuales y a una nueva era de aviación comercial supersónica.
Un entorno de innovación global
Mientras la NASA lidera el avance en vuelos supersónicos silenciosos, otras compañías y agencias también están empujando los límites de la exploración aeroespacial. SpaceX continúa perfeccionando el Starship con vistas a la Luna y Marte, Blue Origin avanza con el New Glenn y Virgin Galactic ha reactivado sus vuelos suborbitales para turismo espacial. En Europa, PLD Space prepara el lanzamiento de su cohete Miura 1, consolidando el papel emergente de España en el sector espacial. Paralelamente, la búsqueda de exoplanetas y el desarrollo de tecnologías de propulsión eficiente están marcando una nueva era de investigación y colaboración entre entidades públicas y privadas.
El trabajo meticuloso de la NASA en el Mojave demuestra que el futuro de la aviación supersónica no solo depende de grandes avances en diseño, sino también de la precisión y fiabilidad de los sistemas de medición y análisis. El éxito de estas pruebas acerca un poco más la posibilidad de cruzar el Atlántico a velocidades supersónicas sin perturbar la tranquilidad de quienes viven bajo la trayectoria de vuelo. (Fuente: NASA)

 
							 
							