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Luz verde europea a la fusión SES-Intelsat: el futuro de las telecomunicaciones espaciales en juego

Luz verde europea a la fusión SES-Intelsat: el futuro de las telecomunicaciones espaciales en juego

La Comisión Europea ha dado su aprobación definitiva y sin condiciones a la propuesta de adquisición de Intelsat por parte de SES, una operación valorada en torno a 4.000 millones de dólares que podría transformar el panorama global de las telecomunicaciones por satélite. Se trata de un paso crucial hacia la consolidación de dos de los mayores actores del sector, en un momento de fuerte competencia internacional y de cambios tecnológicos impulsados por la nueva generación de satélites geoestacionarios y constelaciones en órbita baja.

La fusión SES-Intelsat, anunciada oficialmente a principios de 2024, pretende unir dos flotas de satélites complementarias y aumentar la capacidad de inversión en nuevas tecnologías, como la conectividad de alta velocidad para aviación, movilidad marítima y redes empresariales. SES, con sede en Luxemburgo, y la estadounidense Intelsat, ambas con una larga trayectoria en el sector, suman entre las dos más de 110 satélites operativos y una cobertura que abarca los cinco continentes.

El visto bueno de Bruselas llega tras un exhaustivo análisis de mercado, en el que se ha valorado el impacto de la operación sobre la competencia en Europa y la posible concentración de poder en determinados segmentos, como la transmisión de televisión por satélite o los servicios gubernamentales. Finalmente, las autoridades comunitarias han concluido que la operación no plantea riesgos significativos para la competencia y no han impuesto condiciones ni exigido desinversiones, al considerar que existen alternativas suficientes en el mercado, como Eutelsat o Hispasat, y que la presión competitiva de nuevas constelaciones como Starlink (SpaceX) o OneWeb (ahora Eutelsat OneWeb) contribuye a evitar situaciones de monopolio.

La decisión europea deja ahora a la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC) y al Departamento de Justicia, como los últimos grandes reguladores que deben pronunciarse sobre la operación. El proceso de revisión en Estados Unidos podría ser más exigente, dada la fuerte presencia de Intelsat en el mercado norteamericano y el creciente interés estratégico por el control de las infraestructuras críticas de comunicaciones ante el auge de los servicios comerciales de SpaceX y el desarrollo de programas gubernamentales como el National Security Space Launch.

El contexto histórico de esta fusión remite a los orígenes de las telecomunicaciones espaciales. Intelsat fue fundada en 1964 como una organización intergubernamental para gestionar las primeras redes de satélites de comunicaciones internacionales, mientras que SES nació en 1985 como el operador nacional de Luxemburgo y pronto se expandió por toda Europa. Ambas compañías han sido pioneras en la transmisión de televisión por satélite, el acceso a internet en zonas remotas y la prestación de servicios a gobiernos y grandes empresas.

Sin embargo, el sector atraviesa una profunda transformación. La irrupción de SpaceX y su constelación Starlink, con miles de satélites de órbita baja capaces de ofrecer conectividad de banda ancha a nivel global, ha roto el statu quo e impulsado la consolidación de operadores tradicionales. En Europa, la reciente fusión entre Eutelsat y OneWeb ha creado un competidor directo capaz de plantar cara a las nuevas megaconstelaciones. Mientras tanto, la NASA y otras agencias como la Agencia Espacial Europea (ESA) están impulsando el desarrollo de nuevas tecnologías de comunicaciones ópticas y sistemas de enlace directo entre satélites y terminales móviles.

La operación SES-Intelsat se presenta, por tanto, como una respuesta estratégica ante los retos que plantea la nueva economía espacial, donde la inversión en innovación y la escala global son factores clave para mantener la competitividad. Desde el punto de vista técnico, la integración de ambas flotas permitirá optimizar el uso de frecuencias, mejorar la resiliencia de las redes y acelerar la transición hacia servicios gestionados por software y satélites reconfigurables en órbita.

No obstante, la operación también plantea interrogantes sobre el futuro de las infraestructuras críticas europeas y la capacidad de la industria continental para mantener su autonomía frente a gigantes como SpaceX o Blue Origin, que ya han anunciado sus propias iniciativas en el campo de las comunicaciones espaciales y la conectividad global.

En definitiva, la aprobación europea de la fusión SES-Intelsat abre la puerta a una nueva etapa en el sector de las telecomunicaciones espaciales, marcada por la concentración, la competencia global y la necesidad de invertir en tecnologías disruptivas para no quedarse atrás en la carrera del espacio. Ahora, la última palabra la tienen las autoridades estadounidenses, cuyo dictamen será determinante para el futuro de esta megaoperación.

(Fuente: SpaceNews)