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China refuerza sus comunicaciones espaciales con el exitoso lanzamiento del satélite ChinaSat-9C

China refuerza sus comunicaciones espaciales con el exitoso lanzamiento del satélite ChinaSat-9C

El gigante asiático ha dado un paso más en la modernización de su infraestructura espacial con el lanzamiento, el pasado viernes, del satélite de comunicaciones ChinaSat-9C. Esta misión, ejecutada con precisión desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Xichang, tiene como objetivo principal renovar y fortalecer las redes de transmisión chinas, reemplazando a un veterano predecesor cuya tecnología, de origen extranjero, ya mostraba signos de obsolescencia.

El satélite ChinaSat-9C ha sido colocado en órbita geoestacionaria, una posición privilegiada a unos 35.786 kilómetros sobre el ecuador terrestre. En esta órbita, el satélite permanece “fijo” respecto a un punto concreto de la superficie, permitiendo ofrecer servicios continuos de telecomunicaciones a una vasta región, en este caso, todo el territorio de la República Popular China y áreas circundantes. Este tipo de satélites es crucial para la difusión de señales de televisión, radio, datos y servicios de internet de alta velocidad, especialmente en zonas remotas o de difícil acceso por redes terrestres.

El ChinaSat-9C, desarrollado por la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China (CASC), representa un importante avance tecnológico respecto a satélites anteriores. Incorpora sistemas de transmisión en banda Ku y C, que permiten una mayor capacidad de transferencia de datos, además de una cobertura más estable y eficiente. Este satélite viene a sustituir al ChinaSat-9, lanzado en 2008 y construido en colaboración con la empresa francesa Thales Alenia Space. Tras más de 15 años de servicio, el ChinaSat-9 se acercaba al final de su vida útil, por lo que el reemplazo era urgente para garantizar la continuidad y mejora de la red de comunicaciones nacional.

El lanzamiento se llevó a cabo mediante un cohete Long March 3B, uno de los vehículos de lanzamiento más fiables y utilizados del programa espacial chino. Este cohete de tres etapas, que debutó en 1996, ha sido fundamental en la expansión de la constelación de satélites de comunicaciones y navegación de China, así como en misiones de exploración lunar y envío de sondas a Marte. Cabe recordar que la familia Long March ha sido el pilar sobre el que se ha construido la impresionante presencia de China en el espacio, con cifras que rivalizan con las de Estados Unidos, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la incipiente industria espacial privada.

La estrategia china contrasta con la dinámica actual en otras regiones. En Estados Unidos, SpaceX ha revolucionado el sector con su constelación Starlink y su vehículo reutilizable Falcon 9, mientras que Blue Origin avanza con su cohete New Glenn y sus planes de turismo espacial. La NASA, por su parte, mantiene una intensa agenda de exploración científica y desarrollo de nuevas tecnologías, como el programa Artemisa para el retorno a la Luna. En Europa, la española PLD Space acaba de inaugurar una nueva era con el lanzamiento exitoso del Miura 1, un cohete suborbital que marca el inicio de los lanzadores reutilizables en el continente. Virgin Galactic, en un ámbito diferente, continúa desarrollando vuelos suborbitales tripulados para el turismo y la investigación.

El caso de China es singular, ya que el país ha apostado por la autosuficiencia tecnológica y la construcción de una infraestructura espacial robusta, tanto en el segmento de lanzadores como en el desarrollo de satélites y estaciones espaciales. Con ChinaSat-9C, China refuerza su autonomía en la gestión de datos y señales, reduciendo la dependencia de tecnología extranjera y asegurando el control soberano de los flujos de información. Esto es especialmente relevante en el contexto internacional actual, en el que el acceso a las comunicaciones por satélite es un factor estratégico de primer orden tanto a nivel civil como militar.

El lanzamiento de ChinaSat-9C también se inscribe en una tendencia global de renovación de las flotas de satélites geoestacionarios. Empresas como Intelsat o SES han iniciado programas de sustitución de sus satélites más antiguos por plataformas más modernas y eficientes, algunas de ellas dotadas de propulsión eléctrica y capacidad de reconfiguración en órbita. Además, la aparición de constelaciones de órbita baja, como Starlink de SpaceX o Kuiper de Amazon, está transformando el ecosistema de las telecomunicaciones espaciales, aunque la órbita geoestacionaria sigue siendo clave para servicios de difusión masiva y conectividad de alta capacidad.

En definitiva, el lanzamiento del ChinaSat-9C no solo garantiza la continuidad de los servicios de radiodifusión y comunicaciones en China, sino que confirma la apuesta del país por el liderazgo tecnológico y la autonomía estratégica en el espacio. Con cada nuevo satélite, China consolida su posición en la élite espacial y contribuye a un panorama internacional cada vez más dinámico y competitivo.

(Fuente: SpaceNews)