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Maniobras orbitales chinas allanan el camino para el futuro repostaje espacial

Maniobras orbitales chinas allanan el camino para el futuro repostaje espacial

La ambición espacial de China vuelve a quedar patente con las recientes maniobras de sus satélites Shijian-21 y Shijian-25, que han iniciado una segunda ronda de operaciones de proximidad en la órbita geoestacionaria, un entorno ubicado a unos 36.000 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. Estas maniobras representan un paso decisivo hacia la realización de pruebas de repostaje de combustible en el espacio, una capacidad que promete revolucionar la gestión y longevidad de satélites y otras infraestructuras orbitales.

Un hito técnico en la órbita geoestacionaria

Las operaciones de encuentro y proximidad, conocidas en el sector como RPO (por sus siglas en inglés, Rendezvous and Proximity Operations), no son nuevas en la órbita baja terrestre, donde se han realizado históricamente para el acoplamiento de naves tripuladas y módulos espaciales, como en la Estación Espacial Internacional. Sin embargo, realizar estas maniobras en la órbita geoestacionaria, donde se sitúan la mayoría de los satélites de comunicaciones y meteorológicos, supone un reto técnico mucho mayor debido a la distancia, el entorno de radiación y la dificultad de control y seguimiento desde la Tierra.

El Shijian-21, lanzado en octubre de 2021, fue presentado oficialmente como un satélite experimental destinado a probar tecnologías para la eliminación activa de desechos espaciales. De hecho, en 2022, este satélite sorprendió a la comunidad internacional al mover un satélite inoperativo, el Beidou-2 G2, trasladándolo a una órbita cementerio, demostrando capacidades de manipulación orbital avanzadas. Por su parte, el Shijian-25 fue lanzado a finales de 2023 y, aunque los detalles sobre su misión exacta se mantienen en secreto por parte de las autoridades chinas, se sospecha que está equipado para realizar experimentos de transferencia de combustible y otras operaciones logísticas.

Un ensayo para el repostaje en órbita

La reciente aproximación entre el Shijian-21 y el Shijian-25 ha sido seguida de cerca por observadores internacionales, pues se considera un ensayo previo a una prueba de transferencia de combustible en pleno espacio. El repostaje orbital es una capacidad estratégica que podría multiplicar la vida útil y la flexibilidad operativa de satélites de comunicaciones, observatorios e incluso misiones interplanetarias. Hasta la fecha, solo Estados Unidos ha realizado demostraciones públicas de esta tecnología a través de programas de la NASA y contratos con empresas privadas como Northrop Grumman, que ha desarrollado vehículos de servicio capaces de acoplarse y suministrar combustible o impulso a satélites en órbita geoestacionaria.

Impulso internacional y contexto competitivo

El avance chino se produce en un contexto de creciente competencia internacional en la órbita geoestacionaria. Mientras SpaceX enfoca sus esfuerzos en la constelación Starlink y el desarrollo de la nave Starship —con potencial para servicios logísticos y repostaje orbital en el futuro—, otras empresas estadounidenses como Blue Origin y Northrop Grumman trabajan en tecnologías de servicio y mantenimiento orbital. La NASA, por su parte, ha intensificado sus inversiones en misiones de demostración de repostaje, como la reciente misión OSAM-1, aunque enfrenta retrasos y desafíos presupuestarios.

En Europa, la empresa española PLD Space ha destacado recientemente por su exitosa campaña de lanzamiento suborbital, situando a España en el mapa de los lanzadores comerciales, aunque aún lejos de las capacidades de servicio orbital avanzado. Por su parte, Virgin Galactic continúa consolidando su oferta de vuelos suborbitales tripulados, mientras la Agencia Espacial Europea (ESA) estudia futuros programas de servicio y repostaje orbital.

Implicaciones estratégicas y futuras aplicaciones

La capacidad de repostaje y mantenimiento en la órbita geoestacionaria podría suponer una transformación para el sector espacial. Permitiría reducir el coste de los satélites, ya que podrían construirse con menos combustible inicial y reabastecerse según las necesidades, además de facilitar la reparación y modernización de equipos críticos en órbita. También abre la puerta al ensamblaje de grandes estructuras en el espacio, como telescopios o estaciones de repostaje para misiones de exploración lunar y marciana.

La opacidad habitual de los programas espaciales chinos genera inquietud entre algunos analistas occidentales, que ven en estas maniobras no solo un avance tecnológico, sino también una posible aplicación militar en el futuro. No obstante, desde el punto de vista científico y técnico, el desarrollo de capacidades de servicio y repostaje en la órbita geoestacionaria es una tendencia global que, tarde o temprano, acabará beneficiando al conjunto de la comunidad espacial internacional.

La nueva ronda de operaciones entre Shijian-21 y Shijian-25 confirma la apuesta de China por alcanzar la autosuficiencia y el liderazgo en tecnologías clave para el futuro de la infraestructura espacial, marcando el inicio de una nueva era en la gestión y sostenibilidad de las actividades en órbita.

(Fuente: SpaceNews)