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TEMPO: el vigilante orbital que revoluciona el estudio de la contaminación atmosférica

TEMPO: el vigilante orbital que revoluciona el estudio de la contaminación atmosférica

Desde su lanzamiento en 2023, la misión TEMPO (Tropospheric Emissions: Monitoring of Pollution) de la NASA se ha convertido en una herramienta fundamental para el análisis de la calidad del aire en Norteamérica. Orbitando a unos 35.800 kilómetros de altitud en una órbita geoestacionaria, este sofisticado instrumento ha completado con éxito su misión inicial de 20 meses, y, gracias a la calidad y relevancia de los datos recogidos, la NASA ha decidido ampliar su actividad.

TEMPO, resultado de años de desarrollo tecnológico y colaboración internacional, es el primer espectrómetro geoestacionario dedicado exclusivamente a la monitorización de contaminantes atmosféricos en Norteamérica. Instalado a bordo de un satélite comercial de telecomunicaciones, TEMPO escanea la atmósfera cada hora, proporcionando datos detallados sobre la presencia de gases como dióxido de nitrógeno, ozono troposférico, formaldehído y aerosoles. Su cobertura incluye desde México hasta el sur de Canadá, pasando por todo Estados Unidos, lo que permite un seguimiento sin precedentes de los fenómenos de contaminación a escala continental y local.

Antes de TEMPO, los satélites en órbita baja ofrecían imágenes de la composición atmosférica, pero solo una o dos veces al día para un mismo punto. Gracias a su posición geoestacionaria, TEMPO puede realizar mediciones frecuentes y continuas, capturando la evolución de la contaminación a lo largo del día. Esto es especialmente crucial para comprender los picos de contaminación derivados del tráfico urbano, la actividad industrial o fenómenos meteorológicos como las olas de calor y los incendios forestales.

La información que proporciona TEMPO es esencial no solo para la investigación científica, sino también para las agencias medioambientales y de salud pública. Los datos en tiempo casi real permiten mejorar los sistemas de alerta temprana ante episodios de mala calidad del aire, ajustar las políticas de reducción de emisiones y estudiar la relación entre contaminación y enfermedades respiratorias o cardiovasculares. Además, la misión apoya a la comunidad educativa y al público en general, ofreciendo acceso libre a sus mediciones a través de plataformas digitales.

El impacto de TEMPO trasciende las fronteras estadounidenses. Su enfoque pionero ha inspirado proyectos similares en otras regiones. Por ejemplo, la Agencia Espacial Europea (ESA) opera el satélite Sentinel-5P en órbita polar, y Corea del Sur lanzó el instrumento GEMS para monitorizar la contaminación en Asia Oriental desde una órbita geoestacionaria. Esta red global de observatorios espaciales está mejorando la comprensión del impacto humano sobre la atmósfera a escala planetaria.

No solo la NASA está apostando fuertemente por la tecnología espacial para la monitorización ambiental. Empresas privadas como SpaceX y Blue Origin, conocidas por sus avances en el transporte espacial reutilizable, están explorando aplicaciones de sus plataformas para el despliegue de satélites de observación de la Tierra, contribuyendo a una nueva era de vigilancia ambiental y gestión del cambio climático. Por su parte, compañías como Virgin Galactic y la española PLD Space están ampliando las capacidades de acceso al espacio, abriendo la puerta a misiones científicas más económicas y frecuentes.

El éxito de TEMPO reafirma la importancia de la colaboración internacional y la innovación tecnológica en la lucha contra la contaminación. Los datos obtenidos en estos primeros 20 meses han permitido identificar patrones de emisión inéditos, mejorar los modelos climáticos y avanzar en el diseño de estrategias de mitigación. La extensión de la misión garantizará la continuidad de esta valiosa fuente de información durante los próximos años, justo cuando el desafío de la calidad del aire se agudiza en un contexto de creciente urbanización y crisis climática.

Con TEMPO, la NASA consolida su liderazgo en la observación de la Tierra desde el espacio, una apuesta que complementa otras misiones emblemáticas destinadas a explorar la atmósfera, los océanos y la biodiversidad planetaria. Paralelamente, la búsqueda de exoplanetas por parte de telescopios como James Webb y el auge de nuevas agencias espaciales públicas y privadas muestran que la exploración espacial vive un momento de efervescencia, con beneficios tangibles para la vida cotidiana en la Tierra.

En definitiva, TEMPO no solo vigila el aire que respiramos, sino que allana el camino hacia un futuro más sostenible y saludable para las generaciones venideras, demostrando el valor insustituible del espacio en la protección de nuestro planeta.

(Fuente: NASA)