El sector espacial estadounidense se moviliza para salvar el sistema TraCSS ante posibles recortes

La industria espacial estadounidense ha lanzado un contundente llamamiento al Congreso de Estados Unidos: preservar el sistema de Coordinación del Tráfico Espacial (TraCSS, por sus siglas en inglés), una herramienta clave para la gestión segura del creciente tráfico de satélites y objetos en órbita. Esta petición surge tras conocerse los planes de la Administración Trump de cancelar el desarrollo de este sistema, una decisión que ha generado inquietud en un sector cada vez más consciente de los riesgos derivados de la congestión orbital.
El TraCSS es un proyecto impulsado por la Oficina de Comercio Espacial del Departamento de Comercio estadounidense (DOC), cuyo objetivo es centralizar y mejorar la coordinación de datos sobre la localización y trayectoria de satélites y desechos espaciales. El sistema pretende ofrecer información en tiempo real tanto a empresas privadas como a agencias públicas, facilitando la prevención de colisiones y la gestión eficiente del espacio orbital, un recurso cada vez más saturado debido al auge de megaconstelaciones como Starlink de SpaceX o las iniciativas similares de OneWeb y Amazon Kuiper.
El origen del TraCSS se remonta a la administración Obama, aunque su impulso definitivo se produjo durante el mandato de Donald Trump, que en 2018 firmó la Directiva de Política Espacial 3 (SPD-3). Esta directiva reconoce la necesidad de reducir el riesgo de colisiones y de gestionar de forma efectiva el tráfico espacial, asignando al Departamento de Comercio la responsabilidad de desarrollar un sistema de seguimiento más avanzado y accesible que los actuales, basados mayoritariamente en los datos del Departamento de Defensa (DoD), pensados originalmente para la defensa nacional y no para el sector comercial.
El auge de la actividad privada en el espacio, liderado por empresas como SpaceX, Blue Origin, Virgin Galactic y la española PLD Space, ha multiplicado el número de objetos en órbita baja. A fecha de 2024, la base de datos de la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA) contabiliza más de 8.000 satélites activos, y solo SpaceX planea superar los 40.000 satélites en la próxima década con su constelación Starlink. Este crecimiento exponencial aumenta el riesgo de colisiones y la generación de basura espacial, como ya demostró el incidente de 2009 entre los satélites Iridium 33 y Cosmos 2251.
Las principales asociaciones del sector espacial estadounidense, entre ellas la Commercial Spaceflight Federation, la Satellite Industry Association y la Space Frontier Foundation, han remitido una carta conjunta al Congreso, en la que advierten que la cancelación del programa TraCSS supondría un grave retroceso para la seguridad y la competitividad de Estados Unidos en el ámbito espacial. Argumentan que, sin una herramienta moderna y accesible, se dificultará tanto la prevención de accidentes como la coordinación internacional, y se pondrá en riesgo la posición de liderazgo estadounidense frente a iniciativas similares en Europa y Asia.
A nivel europeo, la Comisión Europea y la Agencia Espacial Europea (ESA) han puesto en marcha su propio sistema de vigilancia y seguimiento espacial (EUSST). En España, la empresa PLD Space, que este año ha realizado el primer lanzamiento suborbital privado desde suelo europeo con el cohete Miura 1, considera fundamental disponer de datos precisos y actualizados para la seguridad de sus lanzamientos y el desarrollo de futuras misiones orbitales. Empresas como Blue Origin y Virgin Galactic, centradas en el turismo espacial, también dependen de sistemas fiables para garantizar la seguridad de sus vuelos suborbitales tripulados.
La NASA, aunque mantiene su propio sistema de monitorización para las misiones tripuladas y la Estación Espacial Internacional, colabora estrechamente con el Departamento de Comercio en el desarrollo de TraCSS, consciente de que la proliferación de satélites y desechos espaciales constituye uno de los mayores desafíos para la exploración y explotación sostenible del espacio. La agencia también sigue de cerca las implicaciones de la congestión orbital para sus programas de búsqueda de exoplanetas y observación astronómica, ya que la contaminación lumínica y el riesgo de impactos pueden afectar a telescopios como el James Webb y futuras misiones de exploración planetaria.
El debate sobre el futuro del TraCSS se produce en un momento crítico, en el que la cooperación internacional y la colaboración público-privada se consideran esenciales para afrontar los retos del siglo XXI en el espacio. El Congreso deberá decidir en las próximas semanas si respalda la petición de la industria y garantiza la continuidad de este sistema, considerado por muchos como la piedra angular de la seguridad espacial en la era de las megaconstelaciones.
La decisión que adopte Estados Unidos tendrá consecuencias globales, no solo para la seguridad de sus propios activos, sino para la sostenibilidad de todas las actividades espaciales y la protección del entorno orbital, de importancia estratégica para la humanidad.
(Fuente: SpacePolicyOnline.com)

 
							 
							