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SMILE, la misión chino-europea, se prepara para explorar el Sol tras superar rigurosas pruebas

SMILE, la misión chino-europea, se prepara para explorar el Sol tras superar rigurosas pruebas

El esperado lanzamiento de la misión SMILE (Solar wind Magnetosphere Ionosphere Link Explorer) está cada vez más cerca. Tras años de desarrollo conjunto entre la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Academia China de Ciencias (CAS), la nave ha completado la fase de ensamblaje y ha superado con éxito una batería de pruebas fundamentales que la certifican como lista para afrontar las duras condiciones del espacio.

El SMILE es un satélite que destaca tanto por su tecnología de vanguardia como por su relevancia científica. Su principal objetivo será estudiar la interacción entre el viento solar y la magnetosfera terrestre, un fenómeno clave para comprender el clima espacial y su impacto sobre las infraestructuras tecnológicas, como satélites de telecomunicaciones o redes eléctricas.

Una colaboración internacional de alto nivel

La misión SMILE representa uno de los proyectos de mayor alcance entre Europa y China en el ámbito espacial. Concebida en 2015, esta colaboración se articula en torno a la aportación de tecnologías, instrumentos científicos y know-how por parte de ambas agencias. La ESA se ha encargado principalmente del desarrollo de los instrumentos científicos y del software de misión, mientras que China ha liderado la construcción de la plataforma satelital y proporcionará el lanzador, previsiblemente un cohete Larga Marcha 2D.

El satélite, de unos 2.200 kg de masa, ha sido ensamblado en una sala blanca de alta tecnología, donde todos sus componentes han sido envueltos en un característico recubrimiento dorado de lámina aislante. Este material, conocido como MLI (Multi-Layer Insulation), protege los sistemas electrónicos de las extremas variaciones térmicas del espacio, que pueden oscilar entre los -150 ºC y los +120 ºC.

Fase crucial: pruebas ambientales y de integración

Antes de autorizar su traslado a la base de lanzamiento, SMILE ha debido superar una de las etapas más exigentes de su desarrollo: la campaña de pruebas ambientales y de integración. Este proceso, que ha durado varios meses, es esencial para garantizar que la nave espacial resistirá las vibraciones, choques y condiciones térmicas propias del lanzamiento y de la vida en órbita.

En primer lugar, la nave ha sido sometida a pruebas de vibración en mesas especiales que simulan las intensas sacudidas que experimentará durante el despegue. Posteriormente, se ha evaluado su respuesta a los choques mecánicos, reproduciendo los impactos que sufrirán sus sistemas internos en caso de separación de etapas o apertura de paneles solares.

Otro aspecto fundamental de la campaña han sido las pruebas en cámaras de vacío térmico, donde SMILE se ha expuesto a ciclos extremos de frío y calor para asegurar la integridad de sus componentes. Además, se han verificado los sistemas de radiofrecuencia, control térmico, energía y propulsión, así como la correcta integración del conjunto de instrumentos científicos.

Un observatorio espacial para estudiar el clima espacial

SMILE se colocará en una órbita elíptica altamente inclinada con respecto a la Tierra, lo que le permitirá observar de manera privilegiada la interacción entre el viento solar —corrientes de partículas cargadas emitidas por el Sol— y la magnetosfera terrestre, la burbuja protectora formada por el campo magnético de nuestro planeta.

Entre sus instrumentos destacan el Soft X-ray Imager (SXI), que captará imágenes en rayos X suaves para visualizar las fronteras dinámicas de la magnetosfera, y el Light Ion Analyzer (LIA), destinado a analizar las partículas ionizadas que llegan desde el espacio interplanetario. Estos datos serán clave para comprender fenómenos como las tormentas geomagnéticas, que pueden causar desde auroras boreales hasta daños en satélites y sistemas eléctricos en la Tierra.

El lanzamiento de SMILE está previsto para 2025, marcando un hito en la cooperación internacional para el estudio del entorno espacial terrestre. Esta misión se suma a una larga tradición de exploración del clima espacial, donde destacan precursores como los satélites Cluster de la ESA o la reciente misión Parker Solar Probe de la NASA, enfocada en el estudio de la corona solar.

El futuro de la exploración espacial pasa por la colaboración

En un contexto de creciente actividad tanto de agencias públicas como de empresas privadas —como SpaceX, Blue Origin, Virgin Galactic o la española PLD Space— la cooperación internacional se revela como un pilar fundamental para afrontar los grandes desafíos de la ciencia y la tecnología. SMILE ejemplifica el potencial de unir esfuerzos y recursos para obtener un conocimiento más profundo del espacio y su influencia sobre nuestro planeta.

La superación de todas las pruebas de calificación representa el último paso antes de que SMILE sea trasladado a la base de lanzamiento, donde iniciará su viaje hacia una órbita desde la que observará la frontera invisible que nos protege de la furia solar. El éxito de esta misión abrirá nuevas vías en la monitorización y predicción del clima espacial, contribuyendo a la seguridad y el avance de nuestra civilización tecnológica.

La cuenta atrás para el lanzamiento de SMILE ya ha comenzado, y con ella, una nueva era en la investigación del entorno espacial de la Tierra. (Fuente: ESA)