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Revelan la distribución del azufre interestelar gracias al satélite japonés XRISM

Revelan la distribución del azufre interestelar gracias al satélite japonés XRISM

Un equipo internacional de astrónomos ha logrado desvelar, por primera vez, la distribución precisa de azufre en el medio interestelar gracias a los datos recabados por el satélite japonés XRISM (Misión de Imágenes y Espectroscopía de Rayos X). Este hito científico arroja nueva luz sobre la compleja química que reina en los espacios que separan las estrellas, y sirve para comprender mejor los procesos de formación estelar y la evolución de las galaxias.

El azufre es uno de los elementos fundamentales para la vida tal como la conocemos, además de ser clave en la química de las nubes interestelares. Sin embargo, pese a su importancia, hasta ahora resultaba sumamente difícil detectar su presencia y distribución en el medio interestelar. La causa principal de esta dificultad reside en que la mayor parte del azufre interestelar se encuentra en estado ionizado, y su detección requiere instrumentos extremadamente sensibles a los rayos X. Es en este contexto donde XRISM, un ambicioso proyecto impulsado por la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) en colaboración con la NASA y otras agencias internacionales, ha jugado un papel fundamental.

El satélite XRISM fue lanzado al espacio en septiembre de 2023 y está equipado con dos instrumentos de última generación: Resolve, un espectrómetro de rayos X de alta resolución, y Xtend, una cámara de rayos X de amplio campo. Gracias a la sensibilidad y precisión de estos instrumentos, el equipo científico pudo analizar la luz de rayos X emitida por dos sistemas binarios de estrellas cercanos y, a través de la absorción de esta luz por parte del medio interestelar, identificar las huellas específicas del azufre.

La técnica empleada se conoce como espectroscopía de absorción de rayos X. Cuando la luz de rayos X procedente de las binarias atraviesa el polvo y el gas interestelar antes de llegar a la Tierra, algunos de sus fotones son absorbidos selectivamente por los átomos de azufre, dejando una firma característica en el espectro observado. La gran novedad de este estudio es que, por primera vez, se ha podido cuantificar con precisión la cantidad total de azufre y discriminar en qué estado se encuentra, es decir, si está en forma gaseosa o atrapado en granos de polvo.

Este avance no solo es relevante desde el punto de vista químico, sino que tiene profundas implicaciones para la astrofísica. El azufre, junto con otros elementos como el oxígeno, el carbono y el hierro, es expulsado al espacio en las etapas finales de vida de las estrellas masivas, a través de supernovas y vientos estelares. La cantidad de azufre presente en el medio interestelar afecta la formación de nuevas estrellas y planetas, así como la composición química de futuras generaciones estelares. Además, el azufre es esencial en muchos procesos biológicos, por lo que su abundancia en el cosmos es un parámetro clave en la búsqueda de entornos potencialmente habitables.

Este descubrimiento se suma a una serie de avances recientes en la investigación del medio interestelar y la búsqueda de exoplanetas. Por ejemplo, la NASA y la ESA han intensificado la búsqueda de atmósferas ricas en azufre en exoplanetas, pues este elemento puede indicar la presencia de actividad volcánica y, en algunos casos, condiciones favorables para la vida. Asimismo, iniciativas privadas como Blue Origin y SpaceX, aunque centradas en el transporte espacial, están contribuyendo indirectamente al desarrollo de nuevas tecnologías de observación que permitirán estudios aún más detallados del medio interestelar en el futuro.

En el contexto europeo, la empresa española PLD Space continúa avanzando en el desarrollo de lanzadores reutilizables, mientras que Virgin Galactic prosigue con sus vuelos suborbitales turísticos, ambos ejemplos de cómo el sector espacial privado está complementando la labor de las agencias públicas en la exploración y el estudio del Universo.

La colaboración internacional en el proyecto XRISM es un claro ejemplo de la sinergia entre agencias espaciales públicas y privadas. La NASA ha aportado tecnología clave tanto para los instrumentos de a bordo como para el análisis de datos, mientras que la agencia japonesa JAXA ha liderado la misión y la operación del satélite. Este modelo de cooperación está permitiendo alcanzar logros científicos que habrían sido impensables hace apenas una década.

A medida que la tecnología de observación espacial sigue avanzando, la comunidad científica espera poder realizar mapas cada vez más detallados de la distribución de elementos como el azufre en nuestra galaxia y más allá, lo que permitirá responder a preguntas fundamentales sobre el origen y la evolución de la materia en el Universo.

(Fuente: NASA)