NASA desarrolla diagnóstico médico avanzado para futuras misiones lunares y marcianas

A medida que la NASA avanza en sus ambiciosos planes de exploración humana hacia la Luna, Marte y otros destinos del sistema solar, se intensifican los desafíos técnicos y logísticos a los que deben enfrentarse las tripulaciones. Entre los obstáculos más complejos destaca la atención médica en el espacio profundo, donde las comunicaciones con la Tierra pueden experimentar retardos de hasta 40 minutos y la opción de un retorno rápido ante emergencias resulta prácticamente inviable. Por este motivo, la agencia espacial estadounidense está centrando parte de sus esfuerzos en dotar a los astronautas de tecnologías médicas avanzadas, entre las que sobresale la imagenología no invasiva para el diagnóstico de lesiones y enfermedades en situaciones críticas.
La medicina espacial, una disciplina que ha evolucionado desde los primeros vuelos tripulados en los años 60, encara ahora retos inéditos. Si bien en la Estación Espacial Internacional (EEI) las tripulaciones cuentan con cierto apoyo remoto y la posibilidad de regresar en caso de urgencia, las misiones Artemis a la superficie lunar y los futuros viajes a Marte exigirán una autonomía sanitaria sin precedentes. Lesiones como fracturas óseas, traumatismos dentales o afecciones internas requerirán diagnósticos precisos, rápidos y, sobre todo, sin la intervención directa de personal médico especializado en la Tierra.
En este contexto, científicos del Centro Glenn de Investigación de la NASA están desarrollando tecnologías de imagen médica portátiles y no invasivas. Estas herramientas permitirán a los astronautas obtener imágenes detalladas de huesos, tejidos blandos y estructuras internas sin necesidad de equipos voluminosos ni procedimientos complejos. El objetivo es facilitar el diagnóstico inmediato de contusiones, fracturas, infecciones o problemas dentales, situaciones todas ellas que podrían comprometer gravemente el éxito de una misión si no se tratan a tiempo.
La clave de estos avances radica en la miniaturización y la eficiencia energética. Los tradicionales equipos de radiografía y tomografía, habituales en hospitales terrestres, resultan impracticables en el entorno espacial debido a su tamaño, peso y consumo eléctrico. Por ello, la NASA investiga alternativas como la ecografía portátil de alta resolución o los dispositivos de imagen óptica avanzada, capaces de funcionar en condiciones de microgravedad y con recursos limitados. Estos sistemas, además, deben ser fáciles de manejar por personal no sanitario, dado que las tripulaciones suelen estar compuestas por ingenieros, pilotos y científicos, pero rara vez incluyen médicos titulados.
La colaboración internacional también juega un papel fundamental. La Agencia Espacial Europea (ESA), junto con entidades como la japonesa JAXA y la canadiense CSA, participa en proyectos de desarrollo de inteligencia artificial aplicada a la medicina espacial. Algoritmos avanzados permitirán que los astronautas reciban instrucciones precisas para el manejo de dispositivos de imagen y la interpretación de los resultados, incluso en ausencia de conexión directa con los centros de control en la Tierra.
Mientras tanto, empresas privadas como SpaceX y Blue Origin, que planean sus propias misiones tripuladas a la Luna o Marte, también están explorando soluciones médicas autónomas para sus tripulaciones. SpaceX, que colabora estrechamente con la NASA en el programa Artemis y en vuelos comerciales a la EEI, ha mostrado interés en integrar sistemas de diagnóstico portátil en sus cápsulas Dragon y Starship. Blue Origin, por su parte, investiga tecnologías de soporte vital y monitorización remota para sus futuras misiones lunares, como parte del programa Blue Moon.
Por otro lado, la española PLD Space, que recientemente ha culminado con éxito el lanzamiento de su cohete Miura 1, observa con atención estos desarrollos, conscientes de la importancia de la medicina espacial en la futura industria de vuelos suborbitales y orbitales comerciales. Virgin Galactic, pionera en turismo espacial, también considera la inclusión de sistemas médicos básicos en sus vuelos, ante posibles contingencias durante el ascenso o reingreso.
En el ámbito de la investigación de exoplanetas, la posibilidad de misiones tripuladas a largo plazo plantea nuevos retos médicos, como la exposición a radiación cósmica y el aislamiento prolongado. La NASA y otras agencias públicas y privadas están evaluando cómo la tecnología médica desarrollada para la Luna y Marte podría adaptarse a viajes interestelares, donde la autosuficiencia sanitaria sería aún más crítica.
La historia de la medicina espacial es un ejemplo de cómo los desafíos del cosmos impulsan la innovación tecnológica, con repercusiones directas en la salud terrestre. Muchas herramientas desarrolladas para los astronautas han terminado beneficiando a hospitales y ambulancias de todo el mundo, mejorando la atención en lugares remotos o situaciones de emergencia.
En definitiva, el avance hacia misiones humanas más allá de la órbita terrestre obliga a repensar cómo se diagnostican y tratan las lesiones en el espacio. Con la imagenología no invasiva y la inteligencia artificial como aliados, las futuras tripulaciones estarán más preparadas que nunca para afrontar los riesgos médicos de la exploración espacial, abriendo la puerta a una nueva era de autonomía y seguridad en la conquista del universo.
(Fuente: NASA)

 
							 
							