SpaceX amplía su megaconstelación con el lanzamiento de 24 nuevos satélites Starlink

SpaceX continúa reforzando su dominio en el sector de las telecomunicaciones espaciales con un nuevo lanzamiento de la constelación Starlink. En esta ocasión, la misión Starlink 17-9 tiene como objetivo poner en órbita otros 24 satélites de banda ancha, incrementando aún más la ya impresionante red de más de 8.300 satélites que actualmente orbitan la Tierra en baja altitud. El despegue está programado desde la plataforma 4E de la Base de la Fuerza Espacial de Vandenberg, en California, a las 11:05 a.m. hora local (18:05 UTC).
Este lanzamiento subraya el ritmo vertiginoso con el que SpaceX, la empresa fundada por Elon Musk en 2002, está expandiendo su infraestructura orbital. Desde la primera misión Starlink en 2019, la compañía ha redefinido el acceso global a Internet, especialmente en regiones remotas o insuficientemente atendidas por redes terrestres convencionales. La nueva tanda de satélites añadirá todavía más capacidad y redundancia a la red, cuyo objetivo último es alcanzar una cobertura planetaria fiable y de baja latencia.
A diferencia de satélites tradicionales, que suelen ubicarse en órbitas geoestacionarias a unos 36.000 kilómetros de altitud, los Starlink operan en órbita baja, entre 340 y 550 kilómetros sobre la superficie terrestre. Esta elección técnica permite reducir los retardos en la transmisión de datos, lo que resulta esencial para aplicaciones en tiempo real como videollamadas, juegos en línea o comunicaciones de emergencia. Cada satélite pesa aproximadamente 260 kilogramos y está equipado con paneles solares de alta eficiencia, así como propulsores iónicos para maniobras y correcciones de órbita.
La plataforma de lanzamiento elegida, la SLC-4E de Vandenberg, es uno de los enclaves estratégicos para misiones en órbitas polares y sincrónicas con el Sol. SpaceX utiliza habitualmente este complejo para lanzamientos que no parten desde Florida, especialmente cuando se trata de colocar satélites en trayectorias que cruzan los polos terrestres. Para esta misión, se espera que el cohete Falcon 9, ya un veterano de la industria gracias a su fiabilidad y capacidad de reutilización, cumpla una vez más con el exigente calendario de la compañía.
La reutilización es, precisamente, una de las claves del éxito de SpaceX. El Falcon 9 está diseñado para que su primera etapa pueda aterrizar de nuevo sobre una plataforma en tierra o en el mar, lo que permite reducir drásticamente los costes de acceso al espacio. Con cada misión Starlink, la compañía perfecciona sus procedimientos de recuperación y reacondicionamiento, sentando las bases para un modelo económico sostenible y disruptivo frente a enfoques tradicionales, donde los cohetes eran desechables.
Mientras SpaceX acelera su ritmo de lanzamientos, la competencia internacional no se queda atrás. Blue Origin, la empresa de Jeff Bezos, avanza en el desarrollo de su propio servicio de Internet satelital, Project Kuiper, aunque aún no ha iniciado el despliegue masivo de satélites. Por otro lado, la NASA sigue impulsando misiones científicas y de exploración, como las recientes expediciones a la Luna bajo el programa Artemis y los continuos descubrimientos de exoplanetas gracias a telescopios como TESS o el venerado Hubble.
En Europa, destaca el caso de PLD Space, startup española que ha logrado hitos históricos con el lanzamiento del cohete MIURA 1, primer vector suborbital privado del continente. La empresa, con sede en Elche, prevé dar el salto a misiones orbitales con el MIURA 5 en los próximos años, consolidando a España como un actor emergente en el pujante sector de los microlanzadores.
Por su parte, Virgin Galactic, liderada por Richard Branson, centra sus esfuerzos en el turismo espacial suborbital, habiendo realizado ya varios vuelos tripulados con éxito. Aunque su enfoque no es la comunicación satelital, la actividad de Virgin Galactic contribuye a diversificar el mercado espacial privado y a fomentar el desarrollo tecnológico transversal.
El despliegue de constelaciones masivas como Starlink está generando debates sobre la gestión del tráfico espacial y la basura orbital. Las agencias públicas y privadas, entre ellas SpaceX, colaboran con organismos internacionales para establecer protocolos que minimicen el riesgo de colisiones y aseguren la sostenibilidad del entorno orbital. Los satélites Starlink incorporan sistemas de desorbitado automático en caso de fallo, permitiendo que se desintegren en la atmósfera al final de su vida útil y reduciendo así la proliferación de residuos.
La misión Starlink 17-9 es otro paso firme en la estrategia de SpaceX para universalizar el acceso a Internet y consolidar su posición de liderazgo en la nueva economía espacial. El éxito de estas operaciones no solo acelera la democratización de la conectividad global, sino que también impulsa la innovación en sectores tan diversos como la observación terrestre, la defensa y la exploración interplanetaria.
El sector espacial, tanto público como privado, vive un momento de efervescencia sin precedentes, marcado por la competencia tecnológica, la cooperación internacional y la ambición de llevar la presencia humana más allá de la Tierra.
(Fuente: Spaceflight Now)

 
							 
							