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La revolución de los satélites no geoestacionarios transformará la conectividad en vuelo

La revolución de los satélites no geoestacionarios transformará la conectividad en vuelo

El sector aeroespacial está viviendo una auténtica revolución tecnológica con la irrupción de los satélites no geoestacionarios (NGSO, por sus siglas en inglés) en el ámbito de la conectividad en vuelo. Según los últimos estudios de la consultora especializada en satélites SpaceNews, se prevé que en 2034 aproximadamente el 63% de los servicios comerciales de conectividad en vuelo (IFC, In-Flight Connectivity) estarán soportados por estas nuevas constelaciones, desplazando en gran medida a la tradicional infraestructura geoestacionaria (GEO).

La conectividad en vuelo ha experimentado un crecimiento notable en la última década, en paralelo al desarrollo de tecnologías satelitales más avanzadas y asequibles. Hasta ahora, la mayoría de los aviones comerciales que ofrecían acceso a internet a bordo lo hacían a través de enlaces con satélites GEO situados a más de 35.000 kilómetros sobre el ecuador terrestre. Aunque esta tecnología ha permitido democratizar el acceso digital en el aire, presenta limitaciones en cuanto a latencia, velocidad y cobertura, especialmente en latitudes extremas o áreas con congestión de tráfico de datos.

El auge de los NGSO, especialmente las constelaciones en órbita baja terrestre (LEO) y media (MEO), está cambiando este paradigma. Empresas privadas como SpaceX y su red Starlink, así como OneWeb y Amazon con su proyecto Kuiper, están lanzando miles de satélites a altitudes mucho menores (entre 500 y 2.000 kilómetros), lo que reduce drásticamente la latencia y permite velocidades de transmisión de datos mucho más altas. SpaceX, en particular, se ha erigido como líder de este segmento, con más de 6.000 satélites Starlink ya en órbita y acuerdos recientes con aerolíneas internacionales para desplegar su conectividad de banda ancha en flotas enteras.

Históricamente, los servicios IFC se reservaban para vuelos de larga distancia o para clientes premium, pero la reducción de costes y la mejora sustancial en la experiencia de usuario prometen universalizarlos en la próxima década. La Comisión Europea y la Agencia Espacial Europea (ESA) han impulsado proyectos de colaboración público-privada para fomentar la integración de estos sistemas en la aviación comercial europea, y empresas españolas como PLD Space exploran sinergias en el desarrollo de lanzadores reutilizables que puedan facilitar el despliegue ágil de constelaciones NGSO.

La irrupción de estos servicios no solo beneficiará a los pasajeros, que podrán disfrutar de acceso a internet de alta velocidad, videoconferencias o streaming en tiempo real, sino que también transformará la operativa de las compañías aéreas. Se espera que la conectividad avanzada permita optimizar rutas en tiempo real, gestionar mejor el mantenimiento predictivo de las aeronaves y mejorar la coordinación con los aeropuertos. Además, la industria de los satélites está viendo emerger nuevos modelos de negocio, desde la provisión de servicios de datos bajo demanda hasta la integración con sistemas de entretenimiento y seguridad a bordo.

No obstante, la transición hacia los NGSO no está exenta de retos. El principal es la saturación del espacio orbital, que obliga a extremar los protocolos de desorbitado y reciclaje de satélites para evitar la proliferación de basura espacial. Por otra parte, la coexistencia de sistemas GEO y NGSO plantea desafíos técnicos de interoperabilidad, ya que muchos aviones aún están equipados con antenas y terminales diseñados para la infraestructura clásica. Empresas como Blue Origin y Virgin Galactic, que han apostado por la innovación en lanzamientos comerciales y turismo espacial, también exploran vías de colaboración para el mantenimiento y actualización de estas redes en órbita baja.

La competencia entre actores públicos y privados está acelerando la innovación. La NASA, tradicionalmente centrada en misiones científicas y de exploración, está colaborando con el sector privado en programas como Artemis y en la investigación de tecnologías de comunicación cuántica aplicables a la aviación y el espacio. Mientras tanto, Europa avanza en el desarrollo de su propia constelación de comunicaciones, IRIS², para garantizar la soberanía tecnológica y la seguridad de las comunicaciones estratégicas.

El futuro de la conectividad en vuelo parece, por tanto, estar ligado a la proliferación de satélites NGSO. Con la promesa de mayor velocidad, mínima latencia y una cobertura global sin precedentes, la era del «vuelo desconectado» tiene los días contados. La próxima década será testigo de una profunda transformación en la experiencia del pasajero y en la eficiencia operativa de la aviación mundial, impulsada por la innovación satelital y la cooperación internacional.

(Fuente: SpaceNews)