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La energía nuclear en el espacio: el impulso renovado para conquistar nuevos horizontes

La energía nuclear en el espacio: el impulso renovado para conquistar nuevos horizontes

Durante más de sesenta años, Estados Unidos ha perseguido el sueño de utilizar la energía nuclear en el espacio, una tecnología que podría transformar radicalmente la exploración espacial al proporcionar electricidad y propulsión más allá de los límites que impone la energía solar. Sin embargo, desde el vuelo experimental de un reactor de fisión en 1965, ningún otro reactor nuclear ha vuelto a operar en órbita, convirtiendo este campo en uno de los mayores retos tecnológicos y políticos de la industria aeroespacial.

El primer y único experimento significativo de este tipo fue el SNAP-10A, lanzado en abril de 1965. Este pequeño reactor nuclear suministró apenas 500 vatios de energía durante 43 días antes de sufrir un fallo eléctrico, pero demostró que la fisión nuclear era viable para operaciones espaciales. Desde entonces, tanto la NASA como otras agencias espaciales han dependido principalmente de generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG), que aprovechan el calor de la desintegración radiactiva pero no utilizan una reacción de fisión controlada. Los RTG han impulsado misiones emblemáticas como las sondas Voyager y los rovers marcianos, pero su potencia es limitada, lo que restringe su uso a instrumentos científicos y a operaciones de baja demanda energética.

En los últimos años, el interés por los reactores nucleares espaciales ha resurgido con fuerza, impulsado por la perspectiva de misiones tripuladas a Marte y la exploración de entornos hostiles como la Luna, especialmente en regiones donde la luz solar es escasa o inexistente. La NASA, en colaboración con el Departamento de Energía de Estados Unidos, ha lanzado el programa Kilopower, que busca desarrollar pequeños reactores nucleares modulares capaces de suministrar hasta 10 kilovatios de electricidad, suficientes para una base lunar o marciana. El diseño de Kilopower utiliza uranio altamente enriquecido y un sistema de transferencia de calor basado en tubos de calor de sodio, permitiendo una alta eficiencia y seguridad.

Algunos expertos consideran que la energía nuclear será fundamental para alcanzar y mantener una presencia humana sostenible en otros cuerpos celestes. A diferencia de la energía solar, que depende de la orientación y la disponibilidad de luz, la energía nuclear puede proporcionar electricidad constante durante largos periodos, incluso en las oscuras noches lunares o en las tormentas de polvo marcianas que pueden durar semanas. Además, los sistemas de propulsión nuclear térmica, que calientan un propelente mediante un reactor de fisión, podrían reducir drásticamente el tiempo de viaje a Marte, aumentando la seguridad y la flexibilidad de las misiones.

Mientras tanto, el sector privado observa con atención estos avances. Empresas como SpaceX y Blue Origin, centradas actualmente en cohetes de propulsión química, estudian el potencial de la propulsión nuclear para sus futuros proyectos interplanetarios. Elon Musk ha declarado varias veces que las misiones tripuladas a Marte se beneficiarían enormemente de una propulsión nuclear avanzada, aunque la empresa aún no ha anunciado ningún desarrollo concreto en este campo. Blue Origin, por su parte, ha mostrado interés en tecnologías energéticas alternativas para sus planes de bases lunares permanentes.

En el ámbito europeo, la española PLD Space ha logrado recientemente importantes hitos con el lanzamiento de su cohete Miura 1, posicionándose como uno de los actores emergentes en el campo de los lanzadores reutilizables. Aunque su enfoque actual está en la propulsión química y no nuclear, la empresa no descarta en el futuro colaborar en proyectos de energía avanzada para infraestructura lunar o marciana.

Virgin Galactic, por otro lado, ha centrado su actividad en el turismo suborbital, pero los avances en tecnologías energéticas, incluidas las nucleares, podrían abrir nuevas oportunidades para vuelos más largos y ambiciosos. La infraestructura energética en el espacio será clave no solo para misiones científicas, sino también para una futura economía espacial que incluya minería de asteroides y turismo interestelar.

Más allá de la energía y la propulsión, la exploración de exoplanetas continúa siendo uno de los campos más dinámicos de la astronomía moderna. El desarrollo de reactores nucleares compactos podría permitir el envío de sondas a distancias mucho mayores, impulsando la búsqueda de vida en otros sistemas estelares y el estudio de mundos lejanos.

El resurgimiento del interés por la energía nuclear en el espacio refleja un cambio de paradigma en la exploración espacial: la necesidad de tecnologías capaces de sostener operaciones a largo plazo lejos de la Tierra. Si los desafíos técnicos y regulatorios son superados, los próximos años podrían marcar el inicio de una nueva era en la que la fisión nuclear abra las puertas a la colonización del sistema solar y a la expansión de la humanidad más allá de su planeta natal.

(Fuente: SpaceNews)