Los secretos del laboratorio marciano: el procesamiento de muestras del ExoMars Rosalind Franklin

El rover Rosalind Franklin, pilar de la misión ExoMars, está llamado a revolucionar la exploración del planeta rojo gracias a su avanzado laboratorio científico. El cuarto episodio de la serie documental dedicada a esta misión, titulado “Procesamiento de muestras”, desvela con detalle los complejos mecanismos internos y la tecnología puntera que permitirán analizar el subsuelo marciano como nunca antes.
El laboratorio a bordo del Rosalind Franklin representa la cúspide de la ingeniería robótica destinada a la astrobiología. Este rover europeo, desarrollado conjuntamente por la Agencia Espacial Europea (ESA) y la agencia rusa Roscosmos, ha sido diseñado con un objetivo claro: buscar rastros de vida pasada o presente en Marte explorando regiones donde se cree que el agua pudo haber estado presente en el pasado, particularmente a una profundidad inalcanzable para misiones anteriores.
El corazón de esta investigación reside en el sistema de perforación y procesamiento de muestras. El Rosalind Franklin es el primer vehículo capaz de perforar hasta dos metros bajo la superficie marciana, extrayendo muestras que han estado protegidas de la radiación y de las condiciones extremas de la atmósfera marciana durante millones de años. Las misiones anteriores, como los rovers estadounidenses Spirit, Opportunity, Curiosity y Perseverance de la NASA, han analizado principalmente la superficie o centímetros por debajo de ella, donde la radiación solar y los agentes oxidantes destruyen rápidamente cualquier molécula orgánica compleja.
El episodio detalla cómo el proceso de perforación comienza con un taladro autónomo, diseñado para atravesar las duras rocas marcianas. Una vez extraída la muestra, esta se traslada a un minucioso sistema de manipulación interno. Aquí, un brazo robótico la introduce en una serie de compartimentos herméticos donde, bajo condiciones controladas, se reduce a polvo y se distribuye a diferentes instrumentos analíticos.
Entre los instrumentos más destacados del laboratorio figura el MOMA (Mars Organic Molecule Analyser), un espectrómetro de masas acoplado a cromatografía de gases, capaz de detectar compuestos orgánicos con una sensibilidad sin precedentes. Esta tecnología es crucial para la búsqueda de signos de vida, ya que permite identificar incluso pequeñas trazas de moléculas orgánicas que puedan haberse preservado bajo la superficie marciana. Otros instrumentos, como MicrOmega y Raman Laser Spectrometer, realizan análisis mineralógicos y de composición química, proporcionando contexto sobre el entorno en el que se encuentran posibles firmas biológicas.
La historia del desarrollo del Rosalind Franklin ha estado marcada por desafíos técnicos y retrasos, especialmente debido a la complejidad de su laboratorio automatizado y a la necesidad de garantizar que las muestras no se contaminen con materiales terrestres. La pandemia global de COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania provocaron además el cese de la colaboración con Roscosmos, lo que obligó a la ESA a reconfigurar múltiples sistemas, incluido el diseño del módulo de aterrizaje y las fuentes de energía. Aun así, el compromiso europeo con la astrobiología ha sido firme, y el lanzamiento está previsto para finales de esta década.
En el contexto actual de la exploración espacial, la misión ExoMars se sitúa como uno de los proyectos científicos más ambiciosos, a la par que los programas Artemis de la NASA, que buscan devolver al ser humano a la Luna, o los esfuerzos de SpaceX y Blue Origin por democratizar el acceso al espacio mediante lanzadores reutilizables. Mientras que empresas privadas como Virgin Galactic apuestan por el turismo suborbital y otras, como PLD Space en España, desarrollan cohetes reutilizables como el Miura 1 para posicionar a Europa en la vanguardia del lanzamiento de pequeños satélites, la ESA mantiene su apuesta por la ciencia fundamental y la exploración planetaria.
El estudio de exoplanetas, otro campo en auge, se apoya en instrumentos como el telescopio espacial James Webb y las futuras misiones ARIEL y PLATO de la ESA, que buscarán caracterizar atmósferas planetarias en busca de biofirmas. Sin embargo, Marte sigue siendo el destino más cercano y prometedor para responder a la gran pregunta de la existencia de vida fuera de la Tierra.
El laboratorio del Rosalind Franklin, con su capacidad de procesar y analizar muestras in situ, representa el siguiente gran salto en la exploración robótica, acercándonos al sueño de descubrir si Marte albergó alguna vez vida. El episodio “Procesamiento de muestras” no solo muestra la sofisticación tecnológica europea, sino que también subraya el papel fundamental de la colaboración internacional y la perseverancia científica en la búsqueda de respuestas sobre nuestro lugar en el universo.
(Fuente: ESA)

 
							 
							