La nueva generación de astronautas de la NASA deberá armarse de paciencia

La carrera para convertirse en astronauta ha sido siempre una de las más exigentes y exclusivas del mundo científico y tecnológico. Sin embargo, para los integrantes de la nueva promoción de astronautas de la NASA, la espera para volar al espacio será más larga que nunca, a pesar del entusiasmo y la preparación con la que afrontan este reto.
Un proceso selectivo ultra competitivo
Lauren Edgar, científica planetaria del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), es uno de los nombres que ejemplifican la dureza del proceso. Tras varias candidaturas, Edgar llegó a pensar que había vuelto a quedarse fuera. Sus contactos en el Centro Espacial Johnson le avisaron de que ese día se realizarían las llamadas a los seleccionados. La incertidumbre era máxima: la NASA recibió más de 12.000 solicitudes para esta última promoción y, de ellas, solo un puñado logró entrar en la lista definitiva. Los elegidos representan la élite de la ciencia, la ingeniería y la exploración, un selecto grupo con perfiles tan diversos como pilotos de pruebas, ingenieros aeroespaciales, médicos y geólogos.
La espera para volar: una nueva realidad
Sin embargo, los tiempos han cambiado respecto a las primeras décadas de la era espacial. Si en los años 60 y 70 los astronautas solían volar al poco de ser seleccionados, los actuales deberán tener paciencia: la reducción de vuelos tripulados y la complejidad de las misiones hacen que el tiempo entre la selección y el despegue pueda superar fácilmente los cinco años. Tras completar el riguroso entrenamiento de dos años, muchos se ven asignados a tareas de apoyo en tierra, como la coordinación de operaciones, el desarrollo de procedimientos o la colaboración en el diseño de futuras misiones.
El contexto actual: una nueva carrera lunar
La NASA afronta una etapa de transición marcada por el programa Artemis, que busca devolver a astronautas estadounidenses a la superficie lunar. Sin embargo, los retrasos presupuestarios y técnicos han alterado el calendario: la misión Artemis II, que llevará astronautas alrededor de la Luna, está ahora prevista para 2025, mientras que el ansiado alunizaje de Artemis III podría postergarse hasta 2026 o más allá. Esto implica que la nueva hornada de astronautas, si bien será fundamental para las futuras misiones lunares, probablemente deba esperar su oportunidad varios años.
La irrupción de actores privados
A esta ecuación se suma la presencia de empresas privadas como SpaceX y Blue Origin, que han revolucionado el panorama espacial con sus tecnologías reutilizables y su ambición de transportar humanos a la órbita terrestre y más allá. SpaceX, por ejemplo, ha consolidado su cápsula Dragon como vehículo habitual para la rotación de tripulaciones en la Estación Espacial Internacional (EEI), mientras que Starship, su nave de nueva generación, promete capacidades interplanetarias. Blue Origin, por su parte, avanza en el desarrollo del módulo lunar Blue Moon y en su propia cápsula tripulada, New Shepard, aunque por el momento centrada en el turismo suborbital.
La colaboración internacional y el auge de nuevas agencias
La NASA no está sola en sus aspiraciones. Europa, a través de la Agencia Espacial Europea (ESA), también ha seleccionado recientemente a nuevos astronautas, algunos de los cuales se entrenarán en Houston de cara a futuras misiones conjuntas a la luna. Japón, China, Canadá e incluso la India están ampliando sus propios programas de vuelos tripulados, mientras que España, a través de la empresa PLD Space, ha dado pasos significativos con el lanzamiento del Miura 1, abriendo la puerta a una posible presencia española en el espacio en la próxima década.
Nuevos retos científicos: exoplanetas y exploración robótica
Mientras la exploración humana avanza, la investigación de exoplanetas y el desarrollo de sondas y rovers automáticos sigue a buen ritmo. Telescopios como el James Webb de la NASA han detectado atmósferas en planetas más allá del sistema solar, y misiones como Perseverance en Marte o la futura Europa Clipper a la luna de Júpiter mantienen vivo el pulso científico y la expectativa de encontrar indicios de vida.
El futuro de la exploración espacial: entre la paciencia y la innovación
La espera de los nuevos astronautas simboliza la transformación de la exploración espacial. Aunque la impaciencia por volar es comprensible entre quienes han dedicado su vida a este objetivo, el contexto actual exige resiliencia y visión a largo plazo. El espacio sigue siendo un terreno de desafíos, tanto tecnológicos como humanos, y la próxima generación de astronautas, junto a las nuevas compañías y agencias espaciales, será clave para inaugurar una nueva era en la historia de la humanidad fuera de la Tierra.
(Fuente: SpaceNews)
