Un auge de 43.000 satélites redefine la competencia orbital y desafía el modelo GEO

El sector espacial está experimentando una transformación sin precedentes. Según el informe anual que Novaspace ha presentado hoy en París, la previsión para la próxima década es que se construirán y lanzarán más de 43.000 satélites, lo que supondrá una inversión global de 665.000 millones de dólares. Esta cifra no solo marca un récord histórico, sino que también subraya la aceleración de la llamada «revolución de las megaconstelaciones», impulsada principalmente por compañías privadas como SpaceX y Blue Origin, y respaldada por el interés renovado de agencias nacionales y nuevos actores del sector.
Tradicionalmente, la infraestructura satelital dependía en gran medida de grandes satélites geoestacionarios (GEO), situados a 36.000 kilómetros de la Tierra y destinados principalmente a telecomunicaciones, televisión y servicios meteorológicos. Estos satélites, operados por empresas como Intelsat o Eutelsat, dominaban el mercado desde la década de 1970 gracias a su cobertura global y su vida útil prolongada, que podía superar los 15 años. Sin embargo, el auge de satélites de órbita baja (LEO), mucho más pequeños, baratos y flexibles, está cambiando radicalmente el paradigma.
El informe de Novaspace destaca que más del 85% de los nuevos satélites previstos para el periodo 2025-2035 serán lanzados a órbita baja, frente al escaso 10% que seguirá ocupando la órbita geoestacionaria. Esta tendencia responde al impulso de proyectos como Starlink (SpaceX), Kuiper (Amazon/Blue Origin) y constelaciones europeas y chinas, que buscan ofrecer conectividad global a bajo coste y con baja latencia, clave para el desarrollo de servicios IoT, banda ancha rural, coches conectados y aplicaciones militares.
SpaceX, con su red Starlink, lidera la carrera: ya ha desplegado más de 6.000 satélites y aspira a superar los 30.000 en los próximos años, según permisos concedidos por la FCC estadounidense. Esta capacidad de producción y lanzamiento masivo ha sido posible gracias a la reutilización de cohetes Falcon 9 y la automatización de la fabricación de satélites, que reduce costes a niveles nunca vistos. Blue Origin, por su parte, acelera el desarrollo de su lanzador New Glenn y las primeras fases del Proyecto Kuiper, mientras Amazon prepara el despliegue de miles de satélites en colaboración con la empresa de Jeff Bezos.
Europa también quiere un papel relevante. La española PLD Space, tras el éxito de su cohete Miura 1 y con el Miura 5 en desarrollo, se posiciona como una alternativa para lanzamientos de pequeño y mediano tamaño, especialmente pensando en el sector de microlanzadores y satélites nacionales. En paralelo, la Agencia Espacial Europea (ESA) apoya la creación de una constelación europea de comunicaciones, IRIS², que buscará competir en un mercado dominado hasta ahora por EEUU y China.
Virgin Galactic, aunque centrada en turismo suborbital, también explora modelos híbridos para el despliegue rápido de cargas útiles y satélites ligeros, aprovechando su plataforma aérea. China, por su parte, avanza a un ritmo implacable con su constelación Guowang, que aspira a cubrir las necesidades internas y exportar servicios de conectividad a países en vías de desarrollo.
Este auge de lanzamientos plantea retos importantes. La congestión de las órbitas bajas, el incremento del riesgo de colisiones y la proliferación de basura espacial obligan a replantear la gestión del tráfico espacial y los protocolos de desorbitado seguro. Diversas agencias, incluida la NASA, promueven el desarrollo de tecnologías para la monitorización en tiempo real y el impulso de normativas internacionales más estrictas.
El informe de Novaspace también señala que, pese al declive relativo de los satélites GEO, estos seguirán siendo esenciales para aplicaciones críticas, como retransmisiones a gran escala o servicios de emergencia, pero su modelo de negocio debe adaptarse. Se prevé una consolidación del sector GEO, con menos satélites pero más grandes y potentes, y una mayor colaboración con redes LEO para ofrecer servicios híbridos de conectividad global.
Por otro lado, el dinamismo del sector se refleja en la exploración de exoplanetas y nuevas misiones científicas. La NASA, junto con la ESA y empresas privadas, planea el lanzamiento de telescopios espaciales de nueva generación y vehículos de exploración planetaria, aprovechando la proliferación de lanzadores comerciales y la miniaturización de instrumentos científicos.
En definitiva, la carrera por el dominio del espacio se intensifica y se diversifica, con un protagonismo creciente de la iniciativa privada y una competencia cada vez más global. El despliegue masivo de satélites promete transformar la economía espacial, pero también exige una gobernanza internacional robusta para garantizar la sostenibilidad del entorno orbital. El futuro, según Novaspace, será más satelital, más accesible y, sin duda, más competitivo que nunca.
(Fuente: SpaceNews)

 
							 
							