El debut del Ariane 64, el cohete más potente de Europa, se retrasa hasta 2026

El esperado primer lanzamiento del Ariane 64, la versión de máxima capacidad del nuevo lanzador europeo Ariane 6, no tendrá lugar hasta 2026, según ha confirmado Arianespace. Este retraso supone un nuevo contratiempo en la hoja de ruta espacial europea, especialmente en un contexto de fuerte competencia internacional y creciente demanda de servicios de lanzamiento, tanto para satélites comerciales como institucionales.
La versión Ariane 64, que incorpora cuatro propulsores sólidos adicionales al cuerpo central del Ariane 6, estaba inicialmente prevista para despegar a finales de 2025. Su misión inaugural iba a ser especialmente relevante, ya que tenía asignado el transporte del primer lote de satélites del ambicioso Proyecto Kuiper de Amazon, la constelación que competirá directamente con Starlink de SpaceX en el suministro global de internet por satélite.
Arianespace, el consorcio europeo encargado de la explotación comercial de la familia Ariane, comunicó este aplazamiento tras una revisión interna de los programas de desarrollo y certificación. La compañía no ha precisado una fecha exacta para el despegue, pero sí ha confirmado que no tendrá lugar antes de 2026. Este retraso se suma a los ya acumulados por el Ariane 6, que arrastra varios años de demoras respecto a su calendario original.
El Ariane 6, desarrollado por la Agencia Espacial Europea (ESA) y fabricado principalmente por ArianeGroup, está llamado a sustituir al veterano Ariane 5, que se despidió en 2023 tras casi tres décadas de servicio impecable. La nueva familia de lanzadores europeos se divide en dos versiones: la Ariane 62, con dos propulsores laterales, y la Ariane 64, con cuatro, capaz de colocar hasta 11,5 toneladas en órbita geoestacionaria y competir así con los lanzadores más potentes del mercado global.
El desarrollo del Ariane 6 ha estado marcado por la presión de mantener la autonomía europea en el acceso al espacio y por la necesidad de ofrecer precios competitivos frente a rivales como SpaceX. La empresa estadounidense, liderada por Elon Musk, ha revolucionado el sector con su cohete reutilizable Falcon 9, abaratando costes y acaparando contratos públicos y privados. Blue Origin, de Jeff Bezos, también avanza con el desarrollo de su lanzador New Glenn, mientras que empresas como Rocket Lab, Virgin Galactic o la española PLD Space exploran nichos de mercado con cohetes reutilizables o de menor tamaño.
En este contexto, la demora del Ariane 64 supone un desafío añadido para la ESA y Arianespace. No solo pone en riesgo contratos como el del Proyecto Kuiper de Amazon, sino que también podría afectar a futuras misiones científicas o institucionales europeas. La ESA ha reiterado la importancia estratégica de disponer de lanzadores propios, especialmente tras la pérdida de acceso al Soyuz ruso por las sanciones derivadas de la guerra en Ucrania.
El Proyecto Kuiper, por su parte, es una de las mayores apuestas privadas del sector espacial. Amazon prevé desplegar más de 3.200 satélites en órbita baja para ofrecer internet de alta velocidad en todo el mundo, en competencia directa con la constelación Starlink de SpaceX, que ya cuenta con miles de satélites en funcionamiento. Para ello, Amazon ha contratado decenas de lanzamientos a diversas compañías, entre ellas Arianespace y Blue Origin.
Mientras tanto, la industria espacial europea busca alternativas para no perder competitividad. España, con empresas como PLD Space, ha logrado importantes hitos recientes, como el exitoso vuelo del cohete Miura 1, que la ha situado en el mapa de los lanzadores suborbitales reutilizables. La NASA, por su parte, continúa avanzando en sus programas Artemis para el regreso a la Luna y en la exploración de exoplanetas con misiones como TESS o el telescopio espacial James Webb, que ya ha revolucionado la astrofísica con sus descubrimientos.
El retraso del Ariane 64 se interpreta como una señal de advertencia para la industria espacial europea. La necesidad de acelerar la innovación y mejorar la eficiencia se hace cada vez más urgente, en un entorno donde la competencia es feroz y la demanda de lanzamientos sigue creciendo, impulsada por la expansión de las constelaciones de satélites y las misiones científicas internacionales.
En definitiva, el debut del Ariane 64 se retrasa, pero la carrera por el liderazgo en el acceso al espacio continúa más abierta que nunca, con Europa obligada a acelerar el paso para no quedarse atrás en la nueva era de la exploración y la economía espacial.
(Fuente: European Spaceflight)

 
							 
							