NASA abre la competencia por el módulo lunar: una nueva carrera por llevar astronautas a la Luna

En un movimiento que promete reavivar la competencia en la industria espacial, el administrador interino de la NASA, Sean Duffy, ha anunciado la reapertura del proceso de adjudicación para el sistema de aterrizaje lunar tripulado (Human Landing System, HLS). Esta decisión, revelada en entrevistas concedidas a Fox News y CNBC, subraya el compromiso de la agencia estadounidense de regresar a los astronautas a la superficie lunar en el marco del programa Artemis y de fomentar la innovación tecnológica a través de la participación de múltiples actores, tanto públicos como privados.
El HLS es un componente crítico del programa Artemis, iniciativa que busca restablecer la presencia humana en la Luna y sentar las bases para futuras misiones tripuladas a Marte. La NASA otorgó inicialmente el contrato principal a SpaceX en 2021, seleccionando su variante del Starship para desarrollar el módulo de aterrizaje lunar. Esta elección generó controversia y protestas por parte de otros gigantes del sector, como Blue Origin y Dynetics, quienes argumentaron que el proceso careció de transparencia y equidad. Tras varios recursos y revisiones administrativas, la NASA mantuvo su decisión, pero posteriormente abrió una segunda licitación, de la que resultó seleccionada Blue Origin en 2023 para desarrollar una alternativa al sistema de SpaceX.
La reapertura del proceso de adjudicación anunciada ahora por Duffy responde, según fuentes internas, tanto a la presión política como a la necesidad estratégica de contar con redundancia tecnológica y operativa. La experiencia histórica de la NASA ha demostrado que depender de una sola empresa o sistema puede implicar riesgos significativos, como se evidenció en los tiempos de los transbordadores espaciales, cuando la falta de alternativas ralentizó el progreso durante los accidentes del Challenger y el Columbia. Ahora, con Artemis, la agencia busca evitar errores pasados y garantizar que el regreso a suelo lunar no dependa del éxito de un único proveedor.
El anuncio también llega en un momento de efervescencia para la industria espacial, marcada por la irrupción de nuevos actores y avances tecnológicos sin precedentes. SpaceX, liderada por Elon Musk, ha revolucionado el sector con su cohete reutilizable Starship, que en sus recientes pruebas ha mostrado tanto éxitos como desafíos, especialmente en la fase de reentrada y aterrizaje controlado. Blue Origin, la empresa fundada por Jeff Bezos, ha presentado su propuesta Blue Moon, un módulo de aterrizaje diseñado para misiones tripuladas y logísticas, cuyo desarrollo ha avanzado tras obtener el respaldo de la NASA en la segunda ronda de licitaciones.
Mientras tanto, compañías como Dynetics y consorcios internacionales no descartan sumarse a la renovada competición, conscientes de la importancia estratégica de participar en la próxima etapa de exploración lunar. Esta apertura podría animar a otros países y empresas, incluidas europeas como PLD Space, que recientemente ha realizado su primer lanzamiento exitoso de un cohete suborbital desde España, demostrando la capacidad técnica del continente para contribuir a misiones de mayor alcance en el futuro.
La apuesta por la colaboración público-privada no es exclusiva de la NASA. La Agencia Espacial Europea (ESA), la japonesa JAXA y la canadiense CSA, entre otras, han intensificado sus programas lunares y de exploración planetaria, participando en consorcios tecnológicos y compartiendo infraestructuras clave, como la estación Gateway, una futura base orbital en torno a la Luna. Además, misiones internacionales de búsqueda y estudio de exoplanetas, como el telescopio James Webb (liderado por la NASA pero con participación europea) y los futuros satélites PLATO y ARIEL de la ESA, demuestran que la cooperación global es esencial para afrontar los retos científicos y técnicos de la próxima década.
En paralelo, el sector del turismo espacial experimenta un auge sin precedentes. Virgin Galactic, la empresa de Richard Branson, ha logrado realizar varios vuelos suborbitales tripulados, abriendo la puerta a una nueva era en la que ciudadanos privados podrán vivir la experiencia de la microgravedad y contemplar la curvatura terrestre. Aunque estos vuelos no llegan a la órbita, representan un hito simbólico y tecnológico, y sientan las bases para el desarrollo de sistemas más avanzados de transporte espacial.
El regreso a la Luna no solo tiene un valor simbólico, sino que responde a objetivos científicos, económicos y estratégicos. Los polos lunares, ricos en hielo de agua, podrían abastecer futuras bases permanentes y servir como puntos de partida para la exploración de Marte y otros destinos del sistema solar. La extracción de recursos y el desarrollo de infraestructuras en la superficie lunar abren también nuevas posibilidades de negocio y colaboración internacional.
La reapertura de la competencia para el sistema de aterrizaje lunar representa, por tanto, mucho más que una decisión administrativa: es un claro mensaje de la NASA y de la comunidad internacional de que la nueva era espacial será plural, competitiva y abierta a la innovación. En este contexto, el esfuerzo conjunto de agencias, empresas y países será clave para garantizar el éxito de las próximas misiones y para que, en un futuro próximo, la presencia humana en la Luna deje de ser una hazaña aislada y se convierta en una realidad sostenible y permanente.
(Fuente: SpacePolicyOnline.com)

 
							 
							