Exdirectores de la NASA reclaman un cambio urgente en el uso de Starship para el programa Artemis

En un giro inesperado dentro de la industria aeroespacial, dos antiguos administradores de la NASA han alzado la voz para pedir una revisión profunda en la estrategia actual de la agencia estadounidense respecto al vehículo Starship de SpaceX, destinado a desempeñar un papel clave en la misión Artemis 3. Este programa, que persigue el ambicioso objetivo de devolver astronautas a la superficie de la Luna por primera vez desde 1972, se encuentra bajo el escrutinio de quienes consideran que la actual hoja de ruta podría poner en peligro la supremacía estadounidense frente a la creciente pujanza de China en la exploración lunar.
**Preocupaciones sobre la dependencia de Starship**
El núcleo de la crítica gira en torno a la decisión de la NASA de confiar en el sistema Starship de SpaceX como módulo lunar para Artemis 3. Jim Bridenstine y Charlie Bolden, quienes encabezaron la agencia durante las administraciones de Donald Trump y Barack Obama respectivamente, han manifestado su preocupación por los riesgos técnicos y logísticos asociados a esta elección. Starship, que aún no ha realizado vuelos operativos más allá de la órbita terrestre ni ha demostrado capacidad de acoplamiento y descenso controlado en la superficie lunar, representa una apuesta de alto riesgo para una misión que, según advierten, no admite margen de error en la carrera por llegar antes que China.
La arquitectura actual de Artemis 3 prevé que la cápsula Orion, lanzada por el cohete SLS, se acople en órbita lunar con una versión modificada de Starship. Este módulo, que debe haber sido previamente abastecido de combustible mediante una compleja secuencia de transferencias criogénicas en órbita terrestre, será el encargado de transportar a los astronautas hasta la superficie selenita y devolverlos al módulo de mando para el regreso a la Tierra. Sin embargo, las pruebas de reabastecimiento orbital y de aterrizaje lunar con Starship se encuentran todavía en fases experimentales, lo que incrementa la incertidumbre sobre los plazos y la fiabilidad del sistema.
**Antecedentes y alternativas tecnológicas**
Los exdirectores de la NASA subrayan que la agencia ha recurrido tradicionalmente a arquitecturas más conservadoras y probadas, como los módulos lunares desarrollados durante el programa Apolo o los conceptos de aterrizadores una sola etapa propuestos por compañías como Blue Origin o Dynetics en fases iniciales de Artemis. Blue Origin, por ejemplo, lidera actualmente el desarrollo del módulo Blue Moon para misiones tripuladas posteriores a Artemis 3, tras haber sido seleccionada por la NASA como segundo proveedor de servicios de alunizaje en 2023. Este tipo de soluciones, en opinión de los críticos, podrían ofrecer mayor redundancia y mitigar riesgos ante cualquier contratiempo con Starship.
Además, el contexto internacional añade presión. China ha avanzado de forma notable en su programa lunar, con misiones robóticas exitosas como Chang’e 4, que logró el primer aterrizaje suave en la cara oculta de la Luna, y la reciente recuperación de muestras lunares con Chang’e 5. El gigante asiático planea llevar astronautas a la superficie lunar antes de 2030, erigiéndose como competidor directo de Estados Unidos en la nueva carrera espacial.
**Implicaciones para la colaboración público-privada**
La decisión de confiar parte crítica del programa Artemis a una empresa privada como SpaceX marca una ruptura con la tradición de desarrollo estatal de sistemas espaciales tripulados. Pese a los éxitos cosechados por SpaceX en el transporte de carga y tripulación a la Estación Espacial Internacional con las cápsulas Dragon, el salto tecnológico requerido para operar Starship como módulo lunar es considerablemente mayor. La nave, con más de 50 metros de altura y una capacidad de carga inigualada, plantea desafíos inéditos en cuanto a la gestión de recursos, seguridad de los astronautas y operaciones en un entorno tan hostil como la superficie lunar.
Junto a SpaceX, otras compañías como Blue Origin y la europea PLD Space continúan avanzando en el desarrollo de lanzadores y tecnologías espaciales, mientras Virgin Galactic mantiene su apuesta por el turismo suborbital. En paralelo, el hallazgo de nuevos exoplanetas y el auge de agencias espaciales privadas y públicas en todo el mundo evidencian que la competencia por el liderazgo en la exploración espacial está más abierta que nunca.
**El futuro de la exploración lunar en entredicho**
El llamamiento de los exadministradores de la NASA pone en primer plano un debate crucial sobre cómo equilibrar la innovación tecnológica con la gestión del riesgo en programas espaciales de alto perfil. Si bien la colaboración con el sector privado ha dinamizado el acceso al espacio en la última década, la presión por llegar antes que China a la Luna podría requerir una mayor diversificación de opciones y una adaptación ágil de la arquitectura de misiones.
La NASA, por su parte, mantiene su compromiso con el calendario de Artemis, aunque reconoce la existencia de importantes desafíos técnicos y financieros por delante. El desenlace de este debate será determinante no solo para el futuro de la exploración lunar, sino para la posición de Estados Unidos en la nueva era de la carrera espacial global.
(Fuente: SpaceNews)

 
							 
							