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Sentinel-1D amplía la vigilancia terrestre europea tras un exitoso lanzamiento con Ariane 6

Sentinel-1D amplía la vigilancia terrestre europea tras un exitoso lanzamiento con Ariane 6

La familia Sentinel, piedra angular del programa de observación de la Tierra Copernicus de la Agencia Espacial Europea (ESA), ha sumado un nuevo miembro a su constelación. El satélite Sentinel-1D fue lanzado con éxito el 4 de noviembre de 2025 a las 22:03 CET (18:03 hora local) a bordo de un Ariane 6 desde el Puerto Espacial Europeo en la Guayana Francesa, reforzando así la capacidad europea para monitorizar el planeta con imágenes de radar de alta resolución independientemente de las condiciones meteorológicas y de la luz solar.

La misión Sentinel-1, que comenzó con el lanzamiento de Sentinel-1A en 2014 y siguió con Sentinel-1B en 2016, ha supuesto un salto cualitativo en la observación terrestre gracias a sus sensores de radar de apertura sintética (SAR). Estos instrumentos permiten captar imágenes día y noche, atravesando nubes, lluvia y oscuridad, lo que resulta fundamental para la vigilancia continua de fenómenos como inundaciones, terremotos, deslizamientos de tierra, actividad volcánica y para el seguimiento de cambios en la superficie terrestre.

Sentinel-1D se integra ahora en una constelación que ha enfrentado ciertos desafíos en los últimos años. El fallo irrecuperable de Sentinel-1B en 2022 dejó a Sentinel-1A operando en solitario, lo que redujo la frecuencia de revisita sobre puntos críticos de la superficie terrestre. La incorporación de Sentinel-1D no solo restaurará la cadencia de observación original, sino que además introduce mejoras técnicas en sus sistemas electrónicos y de procesamiento a bordo, permitiendo una transmisión de datos aún más eficiente y fiable.

El lanzamiento de Sentinel-1D se realizó con un Ariane 6, el nuevo cohete insignia de la Agencia Espacial Europea y Arianespace, diseñado para ofrecer mayor flexibilidad y capacidad de carga que su predecesor, el Ariane 5. Este vuelo, uno de los primeros comerciales del Ariane 6, consolida la operatividad del lanzador europeo tras años de desarrollo y pruebas, un hito clave para la autonomía espacial de Europa en un contexto de creciente competencia internacional y de auge de actores privados como SpaceX y Blue Origin.

El satélite Sentinel-1D orbitará la Tierra a unos 700 kilómetros de altitud en una órbita polar, permitiendo cubrir prácticamente toda la superficie terrestre cada pocos días. Su radar C-SAR es capaz de captar detalles de hasta 5 metros de resolución, una herramienta clave no solo para la gestión de emergencias y la seguridad civil, sino también para aplicaciones en agricultura de precisión, monitoreo de bosques, vigilancia marítima y seguimiento de la dinámica de los casquetes polares, especialmente relevantes en el actual contexto de cambio climático.

El programa Copernicus, gestionado conjuntamente por la Comisión Europea y la ESA, representa la mayor iniciativa de observación terrestre civil del mundo. Sus datos, de acceso libre y gratuito, han revolucionado la monitorización ambiental y la gestión de recursos a escala global. Sentinel-1, junto a otros satélites como Sentinel-2 (óptico), Sentinel-3 (para océanos y atmósfera) y futuras misiones especializadas en gases de efecto invernadero o calidad del aire, conforma una red de vigilancia sin precedentes.

A diferencia de los sistemas comerciales gestionados por empresas como SpaceX, que han centrado sus recientes lanzamientos en constelaciones de satélites de comunicaciones (como Starlink) o en misiones de carga y tripulación a la Estación Espacial Internacional, la misión Sentinel-1D subraya el compromiso de Europa con la ciencia, la transparencia de los datos y el acceso abierto para la comunidad internacional. Mientras Blue Origin avanza en sus proyectos de lanzadores reutilizables y Virgin Galactic apunta al turismo espacial suborbital, la ESA mantiene su apuesta estratégica por la observación y el conocimiento profundo de la Tierra.

A nivel tecnológico, Sentinel-1D incorpora mejoras en su capacidad de almacenamiento de datos a bordo, gestión térmica y sistemas de propulsión, optimizando tanto la eficiencia energética como la vida útil del satélite, estimada en más de siete años. Tras su despliegue y las primeras maniobras de verificación, el satélite comenzará la toma de datos operativos, que se integrarán en la infraestructura Copernicus y estarán disponibles para los usuarios en cuestión de semanas.

Con el exitoso despliegue de Sentinel-1D, Europa refuerza su liderazgo en la vigilancia terrestre y en la provisión de datos críticos para afrontar desafíos globales como el cambio climático, la seguridad alimentaria y la gestión de desastres naturales. El avance tecnológico y la cooperación internacional siguen siendo pilares fundamentales en la exploración y protección de nuestro planeta.

(Fuente: ESA)