La ESA analiza la primera pieza metálica impresa en 3D en el espacio tras su regreso a la Tierra

En febrero de este año, un hito tecnológico marcó un antes y un después en la exploración espacial europea: la primera pieza metálica impresa en 3D en el espacio aterrizó en la Tierra. Esta innovación ha sido posible gracias al proyecto impulsado por la Agencia Espacial Europea (ESA) y a su impresora metálica 3D instalada a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS). Con este avance, se abre la puerta a una nueva era de fabricación espacial, con profundas implicaciones para futuras misiones y la autonomía de las tripulaciones en órbita.
La pieza en cuestión no es un simple experimento, sino un auténtico salto adelante en la tecnología de fabricación aditiva fuera del planeta. Fabricada completamente en microgravedad, esta muestra metálica viajó de regreso a la Tierra a bordo de una cápsula de suministro, y actualmente se encuentra en las instalaciones de ESTEC, el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial de la ESA en los Países Bajos. Allí, un equipo multidisciplinar de ingenieros y científicos está sometiendo al componente a rigurosos análisis para comprender cómo la ausencia de gravedad ha podido afectar el proceso de impresión y las propiedades finales del material.
La tecnología de impresión 3D en metal, hasta ahora empleada mayoritariamente en la Tierra, utiliza polvo metálico y un láser de alta potencia para fundirlo capa a capa, creando objetos sólidos de gran precisión. Adaptar este proceso a las condiciones del espacio ha requerido superar importantes desafíos técnicos, como el control de las partículas de polvo en un entorno de microgravedad y garantizar la seguridad de los astronautas frente a los riesgos que implica manipular materiales y energía de alta potencia en un espacio cerrado.
Históricamente, la impresión 3D en el espacio no es completamente nueva. Ya en 2014, la NASA y la empresa estadounidense Made In Space lograron imprimir piezas plásticas en la ISS, demostrando la viabilidad de fabricar herramientas y repuestos in situ, sin depender completamente de lanzamientos desde la Tierra. Sin embargo, el salto a la impresión en metal supone una revolución aún mayor, ya que este tipo de componentes son esenciales para sistemas de soporte vital, estructuras y maquinaria compleja.
La pieza impresa por la ESA servirá como banco de pruebas para analizar características fundamentales como la porosidad, la resistencia mecánica y la calidad de las uniones internas. Los ingenieros de ESTEC buscan detectar posibles diferencias con respecto a piezas impresas en la Tierra, debido a la influencia de la microgravedad en el enfriamiento del material y la formación de capas. Estos análisis permitirán optimizar futuros diseños y procesos de impresión para maximizar la fiabilidad y el rendimiento de los componentes fabricados en órbita.
El impacto de este logro se extiende mucho más allá de la mera fabricación de repuestos. En el contexto de la exploración lunar y marciana, la capacidad de fabricar piezas y herramientas in situ será crucial para el éxito y la sostenibilidad de las misiones de larga duración. Por ejemplo, la NASA ya contempla el uso de impresoras 3D en sus planes para la base lunar Artemis, y compañías como SpaceX y Blue Origin siguen de cerca estos avances para sus futuras misiones tripuladas y robóticas.
Por su parte, empresas privadas como PLD Space, pionera en el sector en España, y Virgin Galactic, centrada en el turismo suborbital, también exploran las posibilidades que ofrece la fabricación aditiva para reducir costes, mejorar la fiabilidad y personalizar componentes según las necesidades de cada misión. En el caso de PLD Space, la impresión 3D ha jugado un papel clave en el desarrollo de los motores cohete reutilizables para el Miura 1, el primer lanzador suborbital privado español.
No menos relevante es la aportación de la impresión 3D en la búsqueda y estudio de exoplanetas. La fabricación de instrumentos científicos avanzados en el espacio permitiría adaptar la instrumentación a las condiciones específicas de cada misión, ampliando el alcance y la precisión de la exploración astronómica sin la limitación del transporte terrestre.
El regreso de la primera pieza metálica impresa en 3D en el espacio marca solo el principio de una nueva etapa en la ingeniería espacial. Los datos que la ESA obtenga de este experimento serán fundamentales para impulsar el diseño de futuras impresoras 3D capaces de trabajar con una gama aún mayor de materiales y en entornos aún más exigentes, allanando el camino hacia una presencia humana sostenible y autosuficiente más allá de nuestro planeta.
El análisis de esta pionera pieza metálica en las instalaciones de ESTEC representa, en definitiva, un paso esencial hacia la fabricación avanzada en el espacio, clave para la próxima generación de misiones espaciales y la exploración del cosmos.
(Fuente: ESA)
