Las tormentas solares amenazan los lanzamientos y misiones espaciales: el caso de Blue Origin y el futuro de la exploración

La reciente cancelación del lanzamiento NG-2 de Blue Origin con su cohete New Glenn ha vuelto a poner en primer plano un fenómeno tantas veces ignorado en la exploración espacial: la influencia del clima espacial. La decisión de posponer la misión no se debió a problemas técnicos del lanzador ni a errores operativos, sino al aumento de la actividad solar, un recordatorio de que incluso los avances más punteros dependen de fuerzas mucho más allá de nuestro control inmediato.
El clima espacial, o “space weather”, engloba las condiciones y fenómenos que se producen en el entorno espacial cercano a la Tierra, principalmente causados por la actividad solar. Entre los eventos más significativos están las eyecciones de masa coronal (CME) y las tormentas geomagnéticas, capaces de afectar gravemente tanto el lanzamiento de cohetes como la operatividad de satélites y estaciones espaciales.
El caso de Blue Origin y New Glenn
Blue Origin, la compañía fundada por Jeff Bezos, se encontraba lista para realizar el lanzamiento de su segunda misión NG-2 con el gigante New Glenn, un cohete de primera etapa reutilizable destinado a competir con el Falcon Heavy de SpaceX. Sin embargo, una alerta de incremento en la radiación solar aconsejó suspender la cuenta atrás. La actividad solar puede alterar la ionosfera terrestre, provocando interferencias en los sistemas de navegación, comunicación y guiado de los cohetes en pleno ascenso. Además, la radiación puede afectar directamente a la electrónica sensible de los vehículos lanzadores, con el riesgo de provocar fallos catastróficos.
No es la primera vez que el clima espacial altera la agenda de lanzamientos. La NASA ha incorporado desde hace décadas sistemas de monitorización solar en el Centro Espacial Kennedy para evaluar riesgos antes de cada despegue. SpaceX, la empresa de Elon Musk, también ha retrasado misiones Falcon 9 y Falcon Heavy por episodios de tormentas solares intensas, conscientes de los peligros que representan para los satélites de la red Starlink y otras cargas útiles.
Impacto en satélites y estaciones espaciales
Pero la amenaza no acaba en la fase de lanzamiento. Una vez en órbita, las tormentas solares pueden dañar instrumentación, degradar paneles solares y aumentar el arrastre atmosférico, acercando peligrosamente los satélites a una reentrada prematura. En 2022, SpaceX perdió hasta 40 satélites Starlink tras una tormenta geomagnética inesperada, que incrementó la densidad de la atmósfera superior y frenó los pequeños satélites hasta hacerlos caer.
Las estaciones espaciales, como la Estación Espacial Internacional (ISS), también están expuestas. La tripulación dispone de protocolos para refugiarse en módulos mejor protegidos ante ráfagas de partículas solares, que pueden atravesar el blindaje y aumentar el riesgo de cáncer a largo plazo. La NASA y Roscosmos monitorizan constantemente el viento solar para anticipar estos eventos y minimizar el tiempo de exposición de los astronautas.
La exploración interplanetaria y los peligros solares
La cuestión se vuelve aún más crítica en los planes de exploración interplanetaria. Las futuras misiones tripuladas a la Luna bajo el programa Artemis de la NASA, y los ambiciosos proyectos de SpaceX para llevar humanos a Marte, deberán enfrentarse a periodos prolongados fuera del escudo protector del campo magnético terrestre. Los ingenieros diseñan actualmente hábitats y vehículos con materiales avanzados y zonas de refugio especialmente preparadas para proteger a los astronautas durante las tormentas solares más intensas.
Exoplanetas y clima espacial extremo
El estudio del clima espacial no solo es vital para nuestra tecnología y seguridad, sino que también aporta información fundamental sobre la habitabilidad de exoplanetas. Telescopios como el James Webb Space Telescope y misiones europeas como CHEOPS investigan cómo la actividad estelar afecta las atmósferas de planetas fuera del Sistema Solar. Las supertormentas de estrellas activas pueden barrer la atmósfera de planetas potencialmente habitables, reduciendo las probabilidades de encontrar vida tal y como la conocemos.
Respuestas tecnológicas y el futuro
Empresas como PLD Space en España, pionera europea en lanzadores reutilizables, están integrando sistemas electrónicos cada vez más resistentes a la radiación y mejorando la capacidad de predicción de tormentas solares en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA). La cooperación internacional se revela esencial: la “Space Weather Coordination Centre” de la ESA y el “Space Weather Prediction Center” de la NOAA estadounidense trabajan juntos para emitir alertas fiables que permitan adaptar operaciones espaciales en tiempo real.
La gestión eficaz del clima espacial será clave para el desarrollo de la industria y la seguridad de futuras misiones tripuladas y robóticas. Mientras la humanidad se prepara para establecer una presencia permanente más allá de la Tierra, la vigilancia continua del Sol y el desarrollo de tecnologías resistentes a la radiación se consolidan como prioridades estratégicas.
En definitiva, el reciente caso de Blue Origin es solo el último ejemplo de cómo el clima espacial condiciona el presente y el futuro de la exploración más allá de nuestro planeta, y recuerda que, para conquistar el cosmos, debemos aprender a convivir con la imprevisible furia de nuestra estrella madre.
(Fuente: NASASpaceflight)
