Sentinel-6B: El nuevo centinela europeo vigila el aumento del nivel del mar desde el espacio

El 28 de abril de 2024, la Agencia Espacial Europea (ESA) celebró el exitoso despliegue en órbita del satélite Sentinel-6B, el último integrante del programa Copernicus dedicado a la monitorización precisa del nivel del mar a escala global. Este satélite, desarrollado en colaboración con la NASA, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), EUMETSAT y la Comisión Europea, se convierte en el custodio más avanzado de los océanos terrestres, reforzando una misión que ya ha superado las tres décadas de observación ininterrumpida.
Sentinel-6B es la segunda unidad de la pareja de satélites idénticos Sentinel-6, tras el lanzamiento de Sentinel-6A “Michael Freilich” en noviembre de 2020. Su despliegue garantiza la continuidad de una serie crítica de datos iniciada en 1992 con la misión franco-estadounidense TOPEX/Poseidon y continuada posteriormente por los satélites Jason-1, Jason-2 y Jason-3. Gracias a esta cadena de misiones, los científicos han podido observar con una precisión milimétrica cómo el nivel de los océanos ha ido aumentando, un indicador clave del calentamiento global y sus consecuencias sobre el clima.
La importancia de Sentinel-6B radica en su capacidad para proporcionar datos altimétricos de alta resolución, esenciales no solo para la vigilancia del cambio climático, sino también para la mejora de la predicción meteorológica, la navegación marítima y la gestión de recursos marinos. Equipado con un altímetro radar de última generación, el satélite mide la distancia entre su órbita y la superficie marina, permitiendo detectar incluso cambios minúsculos en la altura de los océanos. El instrumento principal, Poseidon-4, utiliza tecnología de radar de banda Ku y C para penetrar las nubes y obtener datos precisos en cualquier condición atmosférica.
El programa Copernicus, financiado por la Unión Europea y gestionado por la ESA en colaboración con otras agencias internacionales, es actualmente la red más ambiciosa del mundo para la observación de la Tierra. Incluye satélites Sentinel dedicados a diferentes ámbitos medioambientales: desde la vigilancia de la atmósfera y la tierra hasta el estudio específico de los mares y las aguas continentales. Los datos recogidos por Sentinel-6B, combinados con los de su gemelo y los de las misiones anteriores, permiten a los investigadores confeccionar una serie temporal única y homogénea sobre la evolución del nivel del mar.
El lanzamiento de Sentinel-6B ha sido posible gracias a la cooperación tecnológica y logística entre Europa y Estados Unidos. El satélite despegó a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX desde la base de Vandenberg, en California, consolidando el papel de la empresa de Elon Musk como socio clave en la nueva era espacial. El Falcon 9, reconocido por su fiabilidad y capacidad de reutilización, se ha convertido en el lanzador preferido para misiones científicas y comerciales, permitiendo abaratar los costes y ampliar las posibilidades de investigación.
Mientras Sentinel-6B se pone en marcha y comienza su fase de calibración, el resto de actores de la industria espacial continúa avanzando en sus respectivos proyectos. Blue Origin, la compañía de Jeff Bezos, prevé realizar en los próximos meses nuevas pruebas de su lanzador New Glenn, mientras que Virgin Galactic sigue desarrollando su sistema suborbital para el turismo espacial. Por su parte, la startup española PLD Space ha anunciado el inminente lanzamiento del Miura 1, el primer cohete privado desarrollado en España, que pretende posicionar al país en la vanguardia del acceso europeo al espacio.
En el ámbito de la exploración planetaria, la NASA y la ESA mantienen su apuesta por la búsqueda de exoplanetas y la caracterización de atmósferas en mundos distantes. Recientemente, el telescopio espacial James Webb ha detectado posibles indicios de agua en la atmósfera de varios exoplanetas del tamaño de Neptuno, abriendo nuevas vías para el estudio de la habitabilidad más allá del Sistema Solar.
El despliegue de Sentinel-6B refuerza el compromiso internacional con la vigilancia del cambio climático y la protección de los recursos oceánicos. Sus datos, de acceso libre y abierto, serán fundamentales para que científicos, gobiernos y ciudadanos comprendan mejor la dinámica de los océanos y tomen decisiones informadas frente a los desafíos ambientales del siglo XXI.
Con Sentinel-6B en órbita, Europa y sus socios refuerzan su liderazgo en la observación terrestre y reafirman su apuesta por la cooperación internacional como eje vertebrador de la ciencia espacial. El futuro del planeta se decide, en buena medida, mirando sus océanos desde el espacio. (Fuente: ESA)
