El telescopio espacial James Webb desvela una estructura cósmica nunca antes vista

El telescopio espacial James Webb (JWST), el más avanzado jamás construido por la NASA, ha conseguido una imagen sin precedentes de un sistema de cuatro espirales de polvo cósmico perfectamente alineadas, revelando detalles que hasta ahora permanecían ocultos para la astronomía moderna. La imagen, captada en el rango del infrarrojo medio, muestra con una nitidez extraordinaria cómo estas estructuras se expanden una tras otra, replicando un patrón geométrico casi perfecto y superando ampliamente lo detectado anteriormente por otros observatorios.
Una ventana inédita al cosmos
Antes de la llegada del James Webb, los instrumentos disponibles —como el telescopio espacial Hubble y varios radiotelescopios terrestres— solo habían conseguido identificar una única envoltura de polvo en torno a este sistema estelar. Sin embargo, gracias a la sensibilidad y resolución del JWST, los científicos han podido distinguir hasta cuatro “capas” serpenteantes, la última de ellas apenas visible en el extremo de la imagen, lo que supone un salto cualitativo en la observación de estos fenómenos.
El sistema en cuestión, cuya localización exacta la NASA aún mantiene en confidencialidad a la espera de una publicación científica completa, parece estar formado por una estrella central y una serie de anillos de polvo que se expanden de forma concéntrica. Este patrón sugiere la existencia de procesos periódicos, posiblemente relacionados con la interacción gravitatoria de una estrella compañera o con ciclos evolutivos internos de la propia estrella principal.
Un hito para la tecnología infrarroja
El logro del James Webb ha sido posible gracias a su avanzado instrumento MIRI (Mid-Infrared Instrument), capaz de detectar longitudes de onda que superan ampliamente el espectro visible y que resultan inaccesibles para telescopios ópticos convencionales. Esta capacidad permite observar las emisiones térmicas de los polvorientos discos que rodean a las estrellas, fundamentales para comprender tanto la evolución estelar como los procesos de formación planetaria.
Desde su lanzamiento en diciembre de 2021, el JWST ha ido desvelando nuevas facetas del cosmos, desde la observación de galaxias lejanas hasta la caracterización de atmósferas en exoplanetas. Sin embargo, la obtención de una imagen tan detallada de las envolturas de polvo en torno a una estrella supone un avance significativo, ya que permite reconstruir la historia de la pérdida de masa estelar y el entorno donde posteriormente pueden formarse planetas.
Contexto histórico y relevancia internacional
La obtención de estos datos representa la culminación de décadas de avances tecnológicos y colaboraciones internacionales. El James Webb es fruto de una alianza entre la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA), y su desarrollo implicó la superación de numerosos retos técnicos, como la construcción de un espejo principal de 6,5 metros y el despliegue de un escudo térmico del tamaño de una pista de tenis.
Este nuevo descubrimiento se suma a la reciente oleada de noticias procedentes del sector espacial privado. SpaceX, por ejemplo, continúa con el desarrollo y pruebas de su cohete Starship, destinado a revolucionar el acceso al espacio profundo y a servir de plataforma para futuras misiones a la Luna y Marte. Mientras tanto, Blue Origin, la empresa de Jeff Bezos, avanza en su propio vehículo orbital, New Glenn, y ha anunciado contratos con la NASA para transporte de carga a la órbita lunar.
En Europa, la firma española PLD Space ha conseguido hitos importantes al completar con éxito el lanzamiento de su cohete suborbital Miura 1 desde Huelva, marcando el inicio de una nueva era para la industria aeroespacial del país. Virgin Galactic, por su parte, sigue explotando el turismo espacial suborbital mientras planifica la evolución de sus naves para vuelos más frecuentes y accesibles.
Nuevas posibilidades para la investigación de exoplanetas
El avance conseguido por el James Webb no solo es relevante para la astrofísica estelar, sino que abre la puerta a nuevas investigaciones sobre la formación de planetas en torno a otras estrellas. Las espirales de polvo detectadas podrían ser análogas a los discos protoplanetarios donde se gestan los exoplanetas, un campo en el que el telescopio ya ha aportado contribuciones decisivas, como la detección de moléculas orgánicas en atmósferas lejanas.
Los próximos pasos de la misión incluirán el estudio espectroscópico de las distintas capas de polvo, lo que permitirá determinar su composición química y el ritmo de expulsión de material por parte de la estrella central. Esta información será crucial para entender la evolución de sistemas estelares similares y el papel que juega el polvo cósmico en la génesis de nuevos mundos.
El universo sigue desvelando sus secretos gracias a la combinación de tecnología puntera y colaboración internacional. El James Webb se consolida como una herramienta imprescindible para la exploración del cosmos, permitiendo a la humanidad asomarse a los procesos más íntimos que rigen la vida y muerte de las estrellas.
(Fuente: NASA)
