China prueba con éxito ladrillos lunares tras un año en el espacio para futuras bases

En un importante avance hacia la construcción de infraestructuras en la Luna, China ha recuperado con éxito una serie de ladrillos experimentales fabricados a partir de regolito lunar simulado, tras someterlos durante un año a las duras condiciones del espacio exterior en su estación espacial Tiangong. Este experimento, liderado por el profesor Ding Lieyun y su equipo de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong, representa un paso clave en la investigación global para edificar hábitats y bases científicas en la superficie lunar utilizando recursos locales.
La recuperación de estos ladrillos se realizó la pasada semana, cuando la nave Shenzhou XXI regresó a la Tierra trayendo consigo los materiales expuestos. Las primeras inspecciones han revelado que los ladrillos se encuentran en buen estado, lo que valida tanto la tecnología de fabricación como su resistencia a los rigores del entorno espacial: radiación cósmica, microgravedad y cambios extremos de temperatura.
El empleo de regolito lunar —el polvo y fragmentos de roca que cubren la superficie de la Luna— como material de construcción es una idea que ha cobrado fuerza en la última década. Transportar materiales desde la Tierra resulta extremadamente costoso y logísticamente complejo; por ello, la denominada “utilización de recursos in situ” (ISRU, por sus siglas en inglés) es uno de los grandes retos técnicos de la exploración espacial. Si los ladrillos fabricados con regolito demuestran ser lo suficientemente resistentes y seguros, podrán utilizarse para construir refugios, laboratorios y otras infraestructuras necesarias para misiones de larga duración, tanto de robots como de seres humanos.
El experimento chino recuerda a iniciativas similares que se están desarrollando en otros países. La NASA, por ejemplo, lleva años investigando la impresión 3D con polvo lunar simulado, en colaboración con empresas privadas y centros universitarios de referencia. Recientemente, la agencia estadounidense ha seleccionado a varias compañías, entre ellas ICON y Blue Origin, para avanzar en tecnologías de construcción autónoma en la Luna y Marte. La NASA prevé que la fabricación aditiva y el uso de regolito permitirán levantar desde módulos habitables hasta pistas de aterrizaje para cohetes reutilizables como los de SpaceX.
SpaceX, por su parte, ha centrado sus esfuerzos en el desarrollo de la nave Starship, que será capaz de transportar grandes cargas a la superficie lunar en el marco del programa Artemis. Aunque el enfoque principal de la empresa de Elon Musk es el transporte, sus avances en reutilización y logística orbital serán fundamentales para hacer viables las bases lunares de próxima generación. La visión de Musk de establecer una presencia humana permanente en la Luna y Marte depende, en buena medida, de la capacidad de fabricar estructuras utilizando los materiales disponibles en cada destino.
En Europa, la española PLD Space ha puesto el foco en el desarrollo de cohetes reutilizables y tecnologías de acceso al espacio para pequeños satélites, mientras que la ESA (Agencia Espacial Europea) estudia procesos de sinterización y hornos solares para solidificar regolito lunar. El objetivo común es reducir la dependencia de la Tierra y garantizar la autosuficiencia de futuras misiones tripuladas.
En el sector privado, compañías como Blue Origin —fundada por Jeff Bezos— también están explorando tecnologías para el uso de materiales lunares. Su módulo de aterrizaje Blue Moon está diseñado para transportar cargas útiles y equipos de construcción, contribuyendo así a la futura economía cislunar. Virgin Galactic, aunque centrada en el turismo suborbital, ha expresado su interés en participar en el desarrollo de infraestructuras lunares y marcianas a medio plazo.
Este experimento chino, que ha expuesto los ladrillos de regolito a un año de condiciones espaciales reales, es un hito relevante. Hasta ahora, la mayoría de las pruebas se habían realizado en laboratorios terrestres, empleando cámaras de vacío y simuladores de radiación. La validación en la estación Tiangong proporciona datos únicos sobre el desgaste, la estabilidad estructural y las posibles alteraciones químicas de estos materiales bajo la influencia directa del entorno espacial.
El interés internacional por la Luna se ha visto renovado en los últimos años, no solo por su valor científico, sino también por su potencial como plataforma para la exploración más allá de la Tierra. El hallazgo y caracterización de exoplanetas habitables, el desarrollo de nuevos motores y materiales, y la búsqueda de recursos fuera de nuestro planeta forman parte de una estrategia global en la que la Luna es el primer paso tangible hacia la expansión de la humanidad en el sistema solar.
En definitiva, la exitosa recuperación de los ladrillos lunares chinos constituye una pieza esencial en el rompecabezas de la colonización lunar. A medida que agencias públicas y empresas privadas refuerzan su cooperación y compiten por liderar esta nueva era, los avances técnicos como este serán determinantes para que la presencia humana en la Luna deje de ser un sueño y se convierta en realidad.
(Fuente: SpaceDaily)
