El primer propulsor de la nueva generación de Starship sufre graves daños en una prueba

SpaceX vuelve a enfrentarse a obstáculos en el desarrollo de su nave estelar Starship, el vehículo con el que la compañía de Elon Musk aspira a revolucionar el acceso al espacio profundo y a la órbita baja terrestre. El pasado 21 de noviembre, el primer prototipo de la nueva generación de propulsores Super Heavy sufrió daños considerables durante una prueba crítica en las instalaciones de la empresa situadas en Boca Chica, Texas. Este incidente reaviva las dudas sobre el cumplimiento de los ambiciosos plazos de desarrollo que la empresa se ha autoimpuesto y sobre los retos tecnológicos que supone construir el mayor cohete reutilizable de la historia.
El propulsor, identificado como Booster 10, es la primera versión que incorpora mejoras significativas respecto a los modelos anteriores empleados en los dos vuelos integrados de Starship realizados hasta la fecha. Estas mejoras incluyen estructuras reforzadas, sistemas de guía y control actualizados y una optimización del reparto de masa. Durante la prueba, SpaceX sometió al propulsor a una serie de encendidos estáticos y pruebas de presión, simulando las condiciones extremas que experimentaría durante un lanzamiento real.
Sin embargo, durante una de estas pruebas, se produjo una sobrepresurización en uno de los tanques de propelente, lo que provocó la rotura de componentes internos y daños visibles en la estructura externa del cohete. Las imágenes compartidas por observadores en la zona mostraban paneles deformados y restos de material dispersos alrededor de la base de pruebas. Aunque no se han reportado heridos, la magnitud de los desperfectos podría retrasar la agenda de lanzamientos de SpaceX varias semanas o incluso meses.
Este revés técnico supone un contratiempo relevante para la hoja de ruta de Starship, especialmente tras el reciente segundo vuelo integrado del sistema, que si bien logró algunos hitos importantes, acabó en una pérdida total del vehículo antes de completar todas las fases previstas. El desarrollo de una etapa propulsora fiable y reutilizable es esencial tanto para las aspiraciones marcianas de Musk como para el cumplimiento de los contratos firmados con la NASA, entre los que destaca el programa Artemis, que prevé el uso de una versión modificada de Starship como módulo lunar tripulado para los próximos alunizajes.
La incertidumbre generada por los problemas en los prototipos de Starship contrasta con los avances de otros actores del sector espacial privado y público. Blue Origin, el principal competidor estadounidense de SpaceX en el ámbito de los lanzadores pesados reutilizables, ha logrado recientemente completar con éxito varias pruebas de integración de su cohete New Glenn, aunque todavía no ha realizado un vuelo orbital. A su vez, la NASA continúa desarrollando su Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) y profundiza en el estudio de exoplanetas con misiones como TESS y el Telescopio Espacial James Webb, que ya ha proporcionado datos revolucionarios sobre atmósferas planetarias fuera del Sistema Solar.
En Europa, la startup española PLD Space marcó un hito histórico el pasado octubre al lanzar con éxito el Miura 1, el primer cohete suborbital privado desarrollado en España. Este éxito refuerza la pujanza de la industria aeroespacial europea y abre la puerta al desarrollo de lanzadores orbitales ligeros como el futuro Miura 5, que podría situar a España en el mapa de los países con acceso independiente al espacio.
Por su parte, Virgin Galactic sigue explorando el turismo espacial suborbital con su nave SpaceShipTwo, recuperando el ritmo de vuelos comerciales tras varios años de retrasos y contratiempos técnicos. Estos avances, aunque aún lejos de la magnitud de los sistemas de carga pesada, demuestran la creciente diversificación del sector y la consolidación de modelos de negocio alternativos, desde el turismo hasta la observación de la Tierra y la investigación científica.
El incidente del Booster 10 pone de manifiesto la complejidad inherente al desarrollo de cohetes de última generación y la dificultad de cumplir con los calendarios previstos en proyectos tan innovadores como Starship. A pesar de los reveses, SpaceX mantiene su apuesta por la iteración rápida y la mejora continua basada en el aprendizaje de los fallos, una filosofía que ya demostró su eficacia en el desarrollo del Falcon 9 y que podría ser clave para superar los desafíos actuales.
En definitiva, el contratiempo sufrido por el nuevo propulsor de Starship subraya la naturaleza experimental de la conquista espacial en el siglo XXI, donde el éxito depende tanto de la capacidad de innovar como de la resiliencia frente a los errores. El mundo seguirá atento a los próximos pasos de SpaceX y de sus competidores en la carrera por el acceso sostenible y eficiente al espacio.
(Fuente: SpaceNews)
