Space39a

Noticias del espacio

Space39a

Noticias del espacio

Exploración

Los secretos de Theia: el antiguo impacto que formó la Luna revela su verdadero origen

Los secretos de Theia: el antiguo impacto que formó la Luna revela su verdadero origen

Un equipo internacional de científicos, liderado por el Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar y la Universidad de Chicago, ha arrojado nueva luz sobre uno de los eventos más trascendentales y misteriosos de la historia de la Tierra: el origen de la Luna. Mediante el análisis detallado de isótopos metálicos en rocas terrestres y lunares, han logrado identificar la procedencia y la composición del protoplaneta Theia, el cuerpo celeste que colisionó con nuestro planeta hace aproximadamente 4.500 millones de años, generando no solo nuestro satélite natural sino también alterando para siempre la evolución de la Tierra.

Durante décadas, la hipótesis del gran impacto ha sido la explicación predominante sobre el nacimiento de la Luna. Según esta teoría, un cuerpo del tamaño de Marte, al que los astrónomos han denominado Theia, chocó contra la Tierra primitiva. El material expulsado por el impacto formó un disco de escombros que, con el tiempo, se aglutinó para dar origen a la Luna. Sin embargo, hasta ahora, la naturaleza exacta de Theia y su ubicación original en el sistema solar seguían siendo temas de especulación.

El nuevo estudio, publicado en la prestigiosa revista Science, ha aprovechado los últimos avances en espectrometría de masas para comparar con una precisión sin precedentes las proporciones de isótopos de metales pesados —en particular, de oxígeno, titanio y cromo— presentes en muestras de la Tierra y la Luna. Los resultados muestran una sorprendente similitud, lo que sugiere que Theia y la Tierra se formaron en regiones muy próximas del sistema solar interior.

El profesor Richard Carlson, coautor del estudio y destacado geocronólogo, explica: “Nuestros análisis apuntan a que Theia compartía una composición isotópica casi idéntica a la de la Tierra, lo que implica que ambos cuerpos se originaron cerca del Sol, probablemente dentro de la franja que hoy ocupan los planetas terrestres. Esto descarta la posibilidad de que Theia proviniera de las regiones más alejadas del sistema solar, donde los isótopos presentan una firma notablemente diferente”.

Este hallazgo tiene profundas implicaciones, no solo para entender el origen de la Luna, sino también para reconstruir la dinámica del sistema solar primitivo. Hasta ahora, la comparación de isótopos entre la Tierra y la Luna había planteado un enigma: si la Luna se formó, en gran parte, a partir de material de Theia, ¿por qué ambos cuerpos presentan composiciones tan similares? La nueva investigación sugiere que la respuesta radica en el hecho de que ambos compartían un entorno de formación común, lo que refuerza la teoría del gran impacto y descarta modelos alternativos.

La precisión de los datos ha sido posible gracias a las muestras lunares recogidas durante las misiones Apolo de la NASA, así como a las rocas terrestres más antiguas, cuidadosamente seleccionadas para evitar alteraciones posteriores. La NASA, que en la actualidad prepara el regreso de astronautas a la superficie lunar con el programa Artemis, celebra estos avances como un ejemplo del valor duradero de la exploración lunar tripulada.

Además del impacto científico, este descubrimiento tiene relevancia para las actuales y futuras misiones espaciales. Empresas como SpaceX y Blue Origin, que lideran la nueva era de vuelos comerciales, y agencias como la NASA y la ESA, tienen en la Luna uno de sus principales objetivos para la próxima década. El conocimiento detallado de la composición lunar resulta crucial para planificar misiones de exploración y eventual explotación de recursos, como el oxígeno y los metales presentes en el regolito lunar.

El contexto histórico de la investigación lunar es fascinante. Desde que la sonda soviética Luna 2 se convirtiera en el primer artefacto humano en alcanzar la superficie lunar en 1959, hasta el histórico alunizaje del Apolo 11 en 1969, la Luna ha sido un laboratorio natural para entender la formación planetaria. En la actualidad, compañías como PLD Space en España, Virgin Galactic y otras firmas privadas están impulsando una nueva carrera por el espacio, mientras el descubrimiento continuo de exoplanetas despierta el interés por las condiciones que favorecen la aparición de satélites y planetas habitables en otros sistemas solares.

El avance logrado en el estudio del origen de Theia no solo resuelve una de las grandes incógnitas sobre el pasado de la Tierra y la Luna, sino que también sienta las bases para comprender mejor los procesos de formación planetaria en todo el cosmos. Este hito científico subraya la importancia de la colaboración internacional y de la exploración espacial, tanto pública como privada, en el avance del conocimiento humano.

El profundo vínculo entre la Tierra y la Luna, sellado por el antiguo impacto de Theia, sigue inspirando a generaciones de científicos y exploradores a investigar los orígenes y el destino de nuestro sistema solar.

(Fuente: SpaceDaily)