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China impulsa su presencia espacial con nuevos satélites TJS-21 y Shijian-30 en órbitas estratégicas

China impulsa su presencia espacial con nuevos satélites TJS-21 y Shijian-30 en órbitas estratégicas

La industria espacial china ha dado un nuevo paso adelante la pasada semana al llevar a cabo dos lanzamientos que refuerzan su ya considerable constelación de satélites y demuestran una vez más su ambición en el sector aeroespacial global. Estos lanzamientos han incrementado la presencia del país en dos de sus series de satélites menos transparentes y más enigmáticas: TJS y Shijian, ambas envueltas en un cierto secretismo respecto a sus objetivos y características técnicas.

El primer lanzamiento destacado fue el del satélite TJS-21, puesto en órbita mediante un cohete Larga Marcha 3B desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Xichang. Destaca que este satélite ha sido dirigido hacia una órbita tipo Mólnia, una trayectoria muy elíptica popularizada durante la Guerra Fría por la Unión Soviética para proporcionar cobertura sobre latitudes altas, especialmente al norte de Eurasia. Esta órbita permite que el satélite pase largas horas sobre regiones de interés, una ventaja estratégica tanto para comunicaciones como para observación y otras aplicaciones más sensibles.

La serie TJS (Tongxin Jishu Shiyan, traducido como «Experimento de Tecnología de Comunicaciones») es conocida por el hermetismo en torno a su finalidad real. Aunque oficialmente se presentan como plataformas de experimentación tecnológica, expertos internacionales en inteligencia espacial sospechan que algunos de estos satélites tienen funciones de escucha electrónica, alerta temprana o incluso defensa antimisiles. El lanzamiento del TJS-21 ha despertado la atención de agencias occidentales, que monitorizan cuidadosamente la evolución de la flota china y su capacidad de operar en órbitas previamente dominadas por satélites rusos y estadounidenses.

El segundo lanzamiento ha incorporado a tres nuevos satélites de la serie Shijian-30 al espacio, elevando aún más la densidad y diversidad de activos en órbita baja y media de China. La serie Shijian («Práctica» en mandarín) es utilizada desde hace décadas por la Administración Espacial Nacional de China (CNSA) para probar tecnologías emergentes, sistemas de propulsión avanzados, técnicas de navegación autónoma y nuevas cargas útiles, aunque en ocasiones también se ha especulado con aplicaciones de doble uso, tanto civil como militar. El cohete encargado de esta misión fue un Larga Marcha 2C, lanzado también desde Xichang, y la operación se desarrolló aparentemente sin incidentes.

Estos movimientos contrastan con la reciente actividad de otras potencias espaciales. Mientras la NASA sigue centrada en la preparación de las misiones Artemis y el desarrollo de sus cohetes SLS, la empresa privada estadounidense SpaceX ha continuado su incesante ritmo de lanzamientos Starlink y ha avanzado en su programa Starship, con la mirada puesta en la conquista de la Luna y Marte. En paralelo, Blue Origin, la compañía de Jeff Bezos, ha retomado sus vuelos suborbitales tripulados tras una pausa de varios meses y prepara su aterrizador lunar para la NASA. Virgin Galactic, por su parte, ha realizado nuevos vuelos comerciales a la frontera espacial, insistiendo en la democratización del acceso al espacio.

En Europa, España ha cobrado protagonismo gracias a la empresa PLD Space, que en los últimos meses ha realizado el primer lanzamiento exitoso de su cohete suborbital Miura 1 desde Huelva, situando al país en el selecto grupo de naciones con capacidad propia para acceder al espacio. El siguiente objetivo de PLD Space es el Miura 5, un lanzador orbital que podría despegar en 2025 y abrir nuevas oportunidades al sector espacial español.

Por otro lado, la exploración de exoplanetas continúa a buen ritmo, con el telescopio James Webb de la NASA/ESA/CSA revelando nuevos detalles sobre atmósferas y composición de mundos lejanos, mientras la misión europea ARIEL se prepara para su lanzamiento en los próximos años con el objetivo de analizar cientos de exoplanetas.

El auge de las agencias espaciales públicas y privadas, así como la multiplicación de satélites con fines tanto comerciales como estratégicos, está configurando un panorama orbital cada vez más congestionado y complejo, en el que la transparencia y la cooperación internacional se tornan elementos clave para la seguridad y sostenibilidad del entorno espacial.

La reciente doble misión china, con el lanzamiento del TJS-21 hacia una órbita Mólnia y la puesta en órbita de tres nuevos Shijian-30, subraya la creciente sofisticación y ambición de Pekín, que no solo busca ampliar su dominio tecnológico, sino también consolidar su papel como actor principal en la nueva era de la exploración y explotación del espacio. En un contexto de rivalidad tecnológica, estos avances refuerzan la importancia de un seguimiento atento y una mayor colaboración internacional para garantizar la estabilidad y el uso pacífico del espacio.

(Fuente: SpaceNews)