Space39a

Noticias del espacio

Space39a

Noticias del espacio

Exploración

El Telescopio de Cosmología de Atacama cierra una era tras dos décadas de exploración del universo

El Telescopio de Cosmología de Atacama cierra una era tras dos décadas de exploración del universo

El Telescopio de Cosmología de Atacama (ACT), situado en el árido desierto chileno que le da nombre, ha puesto fin a casi veinte años de operación, marcando el cierre de una etapa fundamental en la investigación cosmológica contemporánea. El equipo internacional responsable del ACT ha publicado tres artículos de gran relevancia en el Journal of Cosmology and Astroparticle Physics (JCAP), presentando el sexto y último conjunto de datos del proyecto. Este colofón a años de observaciones y análisis supone un avance crucial en la comprensión de la evolución del universo, especialmente en lo relativo a la radiación cósmica de fondo y las estructuras a gran escala.

El ACT fue inaugurado en 2007 con el objetivo de estudiar el universo primitivo mediante la observación de la radiación cósmica de fondo de microondas (CMB), el residuo térmico del Big Bang. Esta radiación, detectada por primera vez en los años 60, se ha convertido en una herramienta esencial para los cosmólogos que buscan descifrar los misterios sobre el origen y el destino del cosmos. Gracias a su localización privilegiada en la cima de Cerro Toco, a más de 5.000 metros de altitud en el desierto de Atacama, el telescopio ha podido observar el cielo con una nitidez y una sensibilidad sin precedentes, superando las limitaciones impuestas por la atmósfera terrestre.

Durante sus años de funcionamiento, el ACT ha complementado y refinado los descubrimientos de misiones pioneras como el satélite WMAP de la NASA y el telescopio espacial Planck de la Agencia Espacial Europea (ESA). A diferencia de estos observatorios espaciales, el ACT ha proporcionado datos de muy alta resolución sobre pequeñas regiones del cielo, permitiendo a los investigadores analizar con detalle estructuras diminutas en la radiación cósmica de fondo y detectar cúmulos de galaxias distantes mediante el efecto Sunyaev-Zel’dovich.

Los resultados del último paquete de datos, publicados en JCAP, destacan varios hallazgos clave. Por un lado, se ha logrado una medición sin precedentes de la constante de Hubble, el parámetro que describe la velocidad de expansión del universo. Esta cuestión es objeto de intenso debate en la actualidad, ya que los valores obtenidos a partir de la CMB no coinciden exactamente con los derivados de observaciones de supernovas y galaxias cercanas. El ACT aporta nuevos datos para tratar de resolver esta “tensión cosmológica”, que podría apuntar hacia nueva física más allá del modelo estándar.

Además, el telescopio ha permitido cartografiar con gran precisión la distribución de materia visible y materia oscura a escala cósmica, así como estudiar la influencia de la energía oscura, el misterioso componente responsable de la aceleración de la expansión universal. El análisis detallado de la polarización de la CMB realizado por el ACT también ayuda a restringir los modelos teóricos sobre la inflación cósmica, el proceso de expansión vertiginosa que se cree tuvo lugar en los primeros instantes tras el Big Bang.

El cierre del ACT no supone el fin de la investigación en este campo, sino el comienzo de una nueva etapa. Varios consorcios internacionales ya trabajan en proyectos de nueva generación, como el Simons Observatory, situado también en Atacama, que contará con tecnología más avanzada y una capacidad de observación aún mayor. En paralelo, misiones espaciales como LiteBIRD —liderada por la agencia japonesa JAXA, con participación de la NASA y la ESA— se preparan para ampliar el estudio de la radiación cósmica desde el espacio, buscando huellas sutiles de las ondas gravitacionales primordiales.

Este avance en el conocimiento del universo primitivo se enmarca en un contexto global de intensa actividad aeroespacial, donde tanto agencias públicas como empresas privadas están elevando las fronteras de la exploración. SpaceX, por ejemplo, continúa expandiendo su red Starlink y trabajando en el desarrollo de Starship, su vehículo interplanetario. Blue Origin, la compañía de Jeff Bezos, avanza en el desarrollo de motores y lanzadores reutilizables, mientras Virgin Galactic sigue perfeccionando sus vuelos suborbitales turísticos. Por su parte, PLD Space, la empresa española, ha hecho historia con el lanzamiento de su cohete Miura 1, consolidando a España como actor emergente en el sector espacial privado.

En paralelo, la NASA y la ESA mantienen ambiciosos programas para el estudio de exoplanetas, la búsqueda de vida fuera del sistema solar y el envío de misiones tripuladas a la Luna y Marte. El Telescopio Espacial James Webb, por ejemplo, ya está revolucionando la astrofísica con sus imágenes detalladas de sistemas planetarios lejanos y galaxias del universo temprano.

El legado del Atacama Cosmology Telescope perdurará durante décadas, ya que sus datos seguirán siendo analizados y reinterpretados por nuevas generaciones de científicos, contribuyendo a desvelar los secretos más profundos del cosmos.

(Fuente: SpaceDaily)