El telescopio James Webb desvela con detalle inédito el mayor vivero estelar de la Vía Láctea

El instrumento de infrarrojo medio (MIRI) a bordo del telescopio espacial James Webb ha capturado imágenes sin precedentes de la nube molecular Sagittarius B2 (Sgr B2), el mayor y más activo vivero estelar de nuestra galaxia. Las imágenes, publicadas el 24 de septiembre de 2025 por la NASA, revelan con asombrosa nitidez el resplandor de polvo cósmico calentado por estrellas masivas extremadamente jóvenes, arrojando nueva luz sobre los procesos de formación estelar en ambientes extremos.
Sagittarius B2 se localiza a tan solo unos 390 años luz del centro galáctico, en el bullicioso corazón de la Vía Láctea. Esta nube molecular gigantesca contiene suficiente material para formar decenas de miles de estrellas similares al Sol y es un laboratorio natural para estudiar cómo nacen y evolucionan las estrellas más masivas y sus sistemas planetarios. Gracias al MIRI, el Webb ha logrado penetrar las densas cortinas de polvo y gas que cubren Sgr B2, obteniendo imágenes con una resolución y profundidad imposibles para telescopios anteriores.
El MIRI, resultado de una colaboración internacional entre NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial del Reino Unido (UKSA), es uno de los instrumentos más avanzados del Webb. Opera en longitudes de onda de 5 a 28 micrones, particularmente sensibles para captar el calor emitido por el polvo y el gas en zonas donde las estrellas están en pleno proceso de gestación. El Webb, lanzado en 2021 y posicionado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra en el punto L2 de Lagrange, continúa superando las expectativas de la comunidad científica, proporcionando imágenes y espectroscopía de regiones inexploradas del cosmos.
Las nuevas observaciones de Sgr B2 han revelado estructuras filamentarias en el polvo interestelar, zonas de formación estelar compactas y cúmulos de estrellas recién nacidas, algunas de ellas con masas que superan ampliamente la de nuestro Sol. Los científicos destacan que las emisiones captadas por el MIRI permiten distinguir no solo las estrellas jóvenes, sino también los efectos de las intensas radiaciones ultravioleta que alteran la química y la dinámica de la nube. Estos datos son esenciales para entender cómo la retroalimentación de las estrellas masivas regula la formación de nuevas generaciones de astros y la evolución de la galaxia.
La exploración de regiones como Sgr B2 reviste especial interés en la era moderna de la astrofísica, pues su estudio ayuda a responder preguntas fundamentales sobre la formación de sistemas planetarios y las condiciones iniciales que pueden dar lugar a planetas habitables. El Webb, junto a telescopios terrestres de nueva generación y sondas como la misión europea Ariel, dedicada al estudio de atmósferas exoplanetarias, está liderando una auténtica revolución en nuestro conocimiento del cosmos.
En paralelo a estos avances científicos, el sector espacial vive un momento de efervescencia sin precedentes. Empresas como SpaceX siguen batiendo récords con sus lanzamientos de la familia Falcon y las pruebas del colosal Starship, que promete abaratar los costes de acceso al espacio profundo. Blue Origin, la compañía de Jeff Bezos, avanza en el desarrollo de su cohete New Glenn y refuerza su presencia en misiones lunares y de carga. Virgin Galactic, por su parte, continúa promoviendo el turismo suborbital, mientras la española PLD Space se consolida como pionera europea en lanzadores reutilizables de pequeño tamaño, abriendo camino a una nueva generación de ingenieros y científicos.
Las agencias públicas tampoco se quedan atrás: la NASA ultima el regreso de astronautas a la Luna con el programa Artemis, la ESA impulsa nuevas iniciativas de observación terrestre y exoplanetas, y la Agencia Japonesa JAXA planea misiones de retorno de muestras de asteroides y la exploración de lunas exteriores.
El James Webb, en apenas unos años de operaciones, ha revolucionado la astronomía infrarroja. Sus contribuciones son ya comparables a las del legendario Hubble, pero con la ventaja de su mayor sensibilidad y acceso al universo frío y oscuro. Las imágenes de Sgr B2 suponen un avance fundamental en la comprensión de la formación estelar y la dinámica galáctica, y anticipan una década de descubrimientos que cambiarán para siempre nuestra visión del cosmos.
El horizonte espacial se ensancha cada día, gracias a la colaboración internacional y al impulso tanto público como privado, confirmando que la exploración del universo sigue siendo un reto apasionante y fundamental para la humanidad. (Fuente: NASA)
