La Luna creciente ilumina la Tierra desde la Estación Espacial Internacional

El pasado 3 de octubre de 2025, la Estación Espacial Internacional (ISS) captó una imagen impresionante: la Luna, en su fase creciente gibosa, ascendía sobre la atmósfera azul de nuestro planeta mientras la estación orbitaba a unos 423 kilómetros sobre el Atlántico, frente a la costa de Quebec, Canadá. Esta fotografía, tomada por los tripulantes de la ISS, no solo destaca la belleza de nuestro satélite natural, sino que también invita a reflexionar sobre el papel de los cuerpos celestes en el sistema solar y el avance tecnológico que ha permitido observarlos desde perspectivas únicas.
La Luna, como objeto celeste, no emite luz propia, sino que refleja la radiación solar que incide sobre su superficie. En contraste, el Sol es el único cuerpo del sistema solar que genera luz gracias a las reacciones nucleares que ocurren en su núcleo, alimentando así a todos los planetas y satélites con su energía. Este juego de luces y sombras es especialmente apreciable durante las fases lunares, cuando la orientación relativa entre la Tierra, la Luna y el Sol crea distintas formas visibles desde nuestro planeta.
Fotografía desde la frontera del espacio
La Estación Espacial Internacional, que orbita la Tierra aproximadamente cada 90 minutos, ofrece una plataforma privilegiada para la observación astronómica y atmosférica. Las cámaras a bordo captan fenómenos que desde la superficie terrestre resultarían imposibles de apreciar. En la imagen del 3 de octubre, la Luna gibosa parece flotar sobre la atmósfera terrestre, que se muestra como una fina línea azulada justo antes de fundirse en la negrura del espacio. Las nubes atlánticas completan el cuadro, recordando la fragilidad y belleza de nuestro planeta.
La importancia de la Luna en la exploración espacial
Desde la Antigüedad, la Luna ha fascinado a la humanidad. Ha sido objeto de mitos, musa de poetas y, sobre todo, protagonista de la carrera espacial. El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y Buzz Aldrin se convirtieron en los primeros humanos en pisar su superficie durante la misión Apolo 11 de la NASA. Más de medio siglo después, la Luna sigue ocupando un lugar central en los planes de las agencias espaciales, tanto públicas como privadas.
La NASA avanza con el programa Artemis, cuyo objetivo es establecer una presencia humana sostenible en la superficie lunar y utilizar la experiencia adquirida como trampolín para futuras misiones a Marte. Artemis I, una misión no tripulada, ya demostró la viabilidad de la nave Orión y el potente cohete SLS. El siguiente paso, Artemis II, llevará una tripulación más allá de la órbita baja de la Tierra, acercándonos al regreso de los humanos a la Luna.
El auge de las empresas privadas
La era moderna de la exploración espacial está marcada por la irrupción de compañías privadas que compiten y colaboran con las agencias tradicionales. SpaceX, fundada por Elon Musk, ha revolucionado el sector con sus cohetes reutilizables Falcon 9 y Falcon Heavy, y ha firmado contratos con la NASA para transportar astronautas a la ISS y suministros a la superficie lunar. Su nave Starship, actualmente en fase de pruebas, aspira a convertirse en la primera capaz de llevar grandes tripulaciones y carga tanto a la Luna como a Marte.
Blue Origin, la empresa de Jeff Bezos, también tiene ambiciosos planes lunares. Su módulo de aterrizaje Blue Moon ha sido seleccionado para futuras misiones Artemis, y su cohete New Glenn, aún en desarrollo, promete ampliar la capacidad de acceso al espacio profundo.
En Europa, la compañía española PLD Space ha dado pasos significativos con el lanzamiento de su cohete Miura 1, el primero desarrollado íntegramente en España y capaz de alcanzar el espacio suborbital. Este hito coloca a España en el mapa de la industria espacial y abre la puerta a futuras misiones con cohetes reutilizables y cargas útiles científicas.
El impulso científico de la exploración lunar
La Luna no solo sirve como objetivo para la exploración tripulada. Su estudio permite comprender mejor la historia temprana del sistema solar, la evolución geológica de los planetas y el impacto de los meteoritos. Además, su cara oculta es un enclave privilegiado para la instalación de radiotelescopios que exploren el universo profundo, libres de la interferencia terrestre.
La búsqueda de exoplanetas y vida extraterrestre
Más allá de la Luna, la exploración del cosmos sigue avanzando. Utilizando telescopios espaciales como el James Webb, la comunidad científica ha identificado miles de exoplanetas, algunos situados en la llamada zona habitable donde podría existir agua líquida. Estos descubrimientos abren nuevas perspectivas sobre la posibilidad de encontrar vida fuera de la Tierra y reafirman la importancia de la cooperación internacional y el desarrollo tecnológico.
En definitiva, la imagen de la Luna creciente sobre la atmósfera terrestre captada desde la ISS simboliza la unión entre la belleza natural de nuestro sistema solar y el ingenio humano que nos impulsa a explorar nuevos horizontes. La colaboración entre agencias públicas y empresas privadas, junto con los avances científicos, marcan el inicio de una nueva era de exploración espacial que promete desvelar grandes misterios en los años venideros.
(Fuente: NASA)
