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Los incendios agrícolas ahora arden más tarde: nuevas tendencias inquietan a los científicos

Los incendios agrícolas ahora arden más tarde: nuevas tendencias inquietan a los científicos

En las últimas temporadas, los expertos han detectado un cambio significativo en el comportamiento de los incendios agrícolas, fenómeno que preocupa tanto a la comunidad científica como a los organismos encargados de la gestión medioambiental. Según recientes estudios, los fuegos provocados para la eliminación de residuos de cosechas están comenzando a arder más tarde en el día que en años anteriores, lo que podría tener consecuencias imprevistas para la atmósfera, la salud pública y los patrones climáticos regionales.

El fuego controlado ha sido durante siglos una herramienta fundamental para los agricultores de todo el mundo, facilitando la limpieza de campos, el control de plagas y la regeneración de nutrientes en el suelo. Sin embargo, la quema de rastrojos no está exenta de riesgos. En las últimas décadas, numerosos estudios han vinculado este tipo de incendios con el incremento de partículas contaminantes, la alteración de los ciclos hidrológicos y la liberación de gases de efecto invernadero.

Lo novedoso ahora es el cambio en el horario de estas quemas estacionales. Tradicionalmente, los agricultores prendían fuego a los residuos poco después del amanecer, aprovechando las condiciones meteorológicas más estables y la mayor humedad relativa, lo que ayudaba a controlar la propagación del fuego y minimizar los riesgos. Sin embargo, datos satelitales y observaciones de campo recogidas durante los últimos años indican que este patrón se está modificando: cada vez más incendios se inician en el tramo final de la tarde.

Científicos del ámbito medioambiental y atmosférico, apoyados por agencias internacionales y universidades, han comenzado a analizar las causas de este cambio. Entre las hipótesis más plausibles figuran las alteraciones climáticas —con jornadas más largas y temperaturas elevadas durante más horas—, la disponibilidad de mano de obra, y las restricciones administrativas que buscan evitar la propagación descontrolada de incendios en las horas más ventosas del día.

La quema tardía, sin embargo, plantea nuevos desafíos. Al producirse en horas en que la atmósfera es más estable y las inversiones térmicas más acusadas, las partículas y gases emitidos tienden a permanecer cerca del suelo durante más tiempo. Esto puede agravar la contaminación local, afectando la calidad del aire y aumentando los riesgos para la salud de las poblaciones cercanas. Además, los cambios en los patrones de dispersión de humo pueden influir en la formación de nubes y en la dinámica regional de precipitaciones, según advierten meteorólogos y climatólogos.

Este fenómeno no pasa desapercibido para la comunidad aeroespacial, que monitoriza estos incendios mediante satélites de observación terrestre, como los lanzados por la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA). Instrumentos avanzados, como los radiómetros MODIS y VIIRS a bordo de los satélites Terra y Suomi NPP, permiten captar con precisión la ubicación, extensión y momento de inicio de los incendios en todo el planeta. Estos datos resultan esenciales para la validación de modelos climáticos y para la alerta temprana en caso de que los fuegos se descontrolen.

En paralelo, empresas punteras del sector espacial como SpaceX y Blue Origin trabajan en el desarrollo de nuevas tecnologías de observación y mitigación medioambiental. SpaceX, por ejemplo, con su constelación Starlink, facilita la transmisión casi instantánea de datos meteorológicos y ambientales desde zonas remotas, mientras que Blue Origin estudia sistemas de sensores avanzados para su integración en satélites de próxima generación.

A nivel nacional, compañías emergentes como la española PLD Space, conocida por su cohete Miura 1, también ven una oportunidad en el mercado de la teledetección y la monitorización medioambiental. El auge de los lanzamientos de pequeños satélites desde plataformas privadas abre la puerta a una vigilancia mucho más precisa y frecuente de los incendios agrícolas y otros fenómenos asociados al cambio climático.

No obstante, la solución definitiva al problema requerirá una combinación de tecnología, regulación y concienciación social. Las agencias espaciales, tanto públicas como privadas, desempeñarán un papel clave suministrando datos en tiempo real y contribuyendo al desarrollo de sistemas de alerta y respuesta más eficientes. Mientras tanto, los científicos insisten en la necesidad de adaptar las prácticas agrícolas a las nuevas realidades climáticas y en la importancia de promover alternativas más sostenibles a la quema de rastrojos.

En resumen, el desplazamiento horario de los incendios agrícolas representa un nuevo reto para la gestión ambiental y la monitorización atmosférica. La colaboración entre la ciencia, el sector aeroespacial y las comunidades agrícolas será fundamental para comprender y mitigar sus efectos en el futuro inmediato.

(Fuente: NASA)