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La ciencia de datos, clave para la salud de los astronautas en futuras misiones espaciales

La ciencia de datos, clave para la salud de los astronautas en futuras misiones espaciales

En la carrera espacial del siglo XXI, el bienestar de los astronautas se ha convertido en un pilar fundamental para el éxito de las misiones tripuladas. La NASA, consciente de los riesgos biomédicos inherentes a los viajes espaciales, ha reforzado su apuesta por la investigación en salud humana, apoyándose en técnicas avanzadas de ciencia de datos y estadística para evaluar, comprender y mitigar los peligros que acechan más allá de la atmósfera terrestre.

Desde los albores de la era espacial, los efectos adversos de la microgravedad, la radiación cósmica y el confinamiento han supuesto retos para la exploración humana. Los primeros estudios realizados durante el programa Mercury y las posteriores misiones Apolo revelaron que la ingravidez provocaba atrofia muscular, descalcificación ósea y alteraciones cardiovasculares. Con la llegada de la Estación Espacial Internacional (ISS), estos problemas han podido estudiarse con mayor profundidad, permitiendo el desarrollo de contramedidas como rutinas de ejercicio adaptadas y medicaciones específicas.

Sin embargo, las nuevas misiones planeadas por la NASA —incluyendo el programa Artemis, que prevé regresar a la Luna y, a medio plazo, alcanzar Marte— exigen un conocimiento mucho más preciso y predictivo de los riesgos biomédicos. Es aquí donde entra en juego el equipo de Ciencia y Estadística de Datos (S&DS) del Johnson Space Center (JSC), que colabora estrechamente con la Dirección de Salud y Rendimiento Humano de la agencia.

Estos especialistas en análisis de datos aplican modelos estadísticos avanzados y técnicas de aprendizaje automático para procesar la ingente cantidad de información biomédica recopilada durante las misiones. Analizan desde parámetros fisiológicos en tiempo real —como la frecuencia cardíaca, presión arterial o saturación de oxígeno— hasta análisis genómicos y metabolómicos, pasando por el monitoreo de la salud mental y el rendimiento cognitivo de las tripulaciones.

El objetivo es doble: por un lado, identificar rápidamente cualquier anomalía que pueda poner en riesgo la salud de los astronautas y, por otro, anticipar posibles problemas antes de que se manifiesten clínicamente. De este modo, se pueden diseñar e implementar contramedidas personalizadas, optimizando tanto la seguridad como el rendimiento de los equipos espaciales.

Esta labor es especialmente relevante en el contexto de los vuelos de larga duración, donde la imposibilidad de un retorno rápido a la Tierra exige una autosuficiencia médica sin precedentes. Mediante la minería de datos y la modelización predictiva, los equipos de S&DS trabajan en el desarrollo de sistemas de apoyo a la decisión médica, capaces de ofrecer recomendaciones en tiempo real basadas en la evidencia acumulada de misiones previas.

La colaboración con otras agencias y empresas privadas es también clave. Por ejemplo, SpaceX, que ha revolucionado el acceso al espacio con sus cápsulas Crew Dragon y planea misiones a Marte en colaboración con la NASA, ha integrado sistemas de monitorización biomédica en sus vuelos tripulados, cuyos datos son analizados conjuntamente por ambas partes. Blue Origin, la compañía de Jeff Bezos, también está desarrollando tecnologías de soporte vital para futuras estaciones espaciales y misiones lunares.

En Europa, la española PLD Space, pionera en el desarrollo de lanzadores reutilizables como el Miura 1, ha mostrado interés en el impacto de la microgravedad en experimentos biológicos, abriendo la puerta a la colaboración con centros de investigación biomédica. Virgin Galactic, centrada en el turismo suborbital, recoge datos valiosos sobre las respuestas fisiológicas de los pasajeros, útiles para comprender mejor la adaptación humana al espacio.

No menos relevantes son las investigaciones sobre los efectos de la radiación cósmica, especialmente en misiones a destinos lejanos como Marte o los satélites jovianos, donde la protección natural de la magnetosfera terrestre desaparece. El análisis estadístico de los datos dosimétricos permite diseñar escudos más eficaces y estrategias de exposición mínimamente nocivas para la tripulación.

A nivel internacional, la colaboración con agencias como la ESA, Roscosmos, CNSA y otras entidades privadas, ha favorecido la creación de grandes bases de datos biomédicos, fundamentales para el desarrollo de inteligencia artificial capaz de predecir riesgos y optimizar la salud de los astronautas en cualquier entorno espacial.

En definitiva, la convergencia entre la medicina espacial y la ciencia de datos se perfila como una de las áreas más prometedoras de la investigación aeroespacial actual. Gracias a estos avances, los retos biomédicos asociados a la exploración del espacio profundo podrán abordarse con mayor eficacia, allanando el camino hacia misiones interplanetarias seguras y sostenibles.

(Fuente: NASA)