La Niña resurge y promete alterar el clima global en 2025: científicos atentos a sus efectos

El fenómeno de La Niña ha vuelto a hacer acto de presencia en el océano Pacífico ecuatorial a finales de 2025, según han confirmado recientes observaciones de meteorólogos internacionales. Este evento climático, caracterizado por el enfriamiento anómalo de las aguas superficiales en el Pacífico central y oriental, suele tener un profundo impacto sobre los patrones meteorológicos a escala global. Desde la NASA hasta agencias meteorológicas europeas y asiáticas, los científicos vigilan de cerca esta fase incipiente de La Niña para anticipar sus posibles consecuencias en los próximos meses.
La Niña forma parte, junto a El Niño y la Oscilación del Sur (ENSO), de uno de los sistemas climáticos más influyentes del planeta. Mientras que El Niño se asocia con temperaturas superficiales del mar más cálidas de lo normal, La Niña supone justo lo contrario: un enfriamiento de esas aguas. Este cambio altera las corrientes en chorro y los sistemas de presión atmosférica, modificando la frecuencia y la intensidad de fenómenos meteorológicos como lluvias torrenciales, huracanes y sequías.
El último episodio de La Niña, registrado entre 2020 y 2023, coincidió con un aumento en la actividad de huracanes en el Atlántico y una sequía prolongada en regiones como el suroeste de Estados Unidos y Australia. Sin embargo, la actual manifestación es, según los modelos, de intensidad débil por el momento. Los expertos advierten, no obstante, que incluso una La Niña leve puede tener consecuencias notables, especialmente en combinación con otros factores climáticos globales, como el calentamiento progresivo del planeta.
Desde el punto de vista técnico, los satélites de la NASA y del programa Copernicus de la Unión Europea están proporcionando datos en tiempo real sobre la temperatura del océano, la altura de las olas y los patrones de nubosidad. Estas observaciones permiten a los investigadores alimentar modelos informáticos avanzados que simulan el comportamiento futuro del clima bajo la influencia de La Niña. Un aspecto especialmente vigilado es la posible intensificación de sequías en América del Sur y África, así como el incremento de lluvias en el sudeste asiático y Australia.
Las implicaciones para la industria aeroespacial y la observación de la Tierra son notables. Las agencias espaciales, tanto públicas como privadas, están multiplicando los esfuerzos para monitorizar la evolución del fenómeno. SpaceX y Blue Origin, líderes en el lanzamiento de satélites meteorológicos y de observación, han anunciado nuevas misiones para ampliar la capacidad de seguimiento de eventos climáticos extremos. Por su parte, la NASA continúa con el despliegue de instrumentos de última generación, como el satélite PACE (Plankton, Aerosol, Cloud, ocean Ecosystem), diseñado para analizar la interacción entre los océanos y la atmósfera con una precisión sin precedentes.
Este tipo de satélites no solo ayudan a anticipar fenómenos como La Niña, sino que también contribuyen a la modelización del cambio climático a largo plazo. La identificación temprana de patrones anómalos en la temperatura del mar y en la circulación atmosférica permite a los gobiernos y a las agencias humanitarias prepararse ante posibles emergencias, como inundaciones o pérdidas de cosechas.
En España, la empresa PLD Space, centrada en el desarrollo de lanzadores reutilizables, ha subrayado la importancia de contar con una constelación nacional de satélites de observación meteorológica para mejorar la respuesta ante fenómenos extremos. Aunque su foco principal es el lanzamiento de cargas comerciales, los responsables de PLD Space destacan cómo la industria espacial europea puede contribuir al esfuerzo global de vigilancia climática.
A nivel internacional, la coordinación entre agencias espaciales es fundamental. La colaboración entre la NASA, la ESA (Agencia Espacial Europea) y la JAXA (Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial) ha permitido compartir datos en tiempo real y mejorar la precisión de las previsiones meteorológicas. Además, compañías como Virgin Galactic, aunque centradas en el turismo suborbital, han mostrado interés en adaptar sus plataformas para experimentos científicos relacionados con el clima y la atmósfera.
La influencia de La Niña no se limita únicamente al clima terrestre. Los astrónomos también estudian cómo las variaciones en la atmósfera terrestre pueden afectar la observación de exoplanetas desde tierra, debido a cambios en la transparencia atmosférica y la estabilidad de las corrientes en chorro. Misiones de la NASA como TESS y el futuro telescopio Nancy Grace Roman deberán tener en cuenta estas variables para optimizar la recolección de datos.
Mientras los científicos continúan analizando la evolución de La Niña en los próximos meses, la comunidad internacional permanece alerta ante la posibilidad de eventos climáticos extremos. El monitoreo constante desde el espacio y la cooperación global siguen siendo herramientas esenciales para anticipar y mitigar los impactos de este fenómeno. Los próximos meses serán decisivos para entender el alcance real de la nueva La Niña y su influencia sobre el clima mundial.
(Fuente: NASA)
