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La NASA revoluciona las pruebas de estructuras espaciales con un innovador método de gravedad asistida

La NASA revoluciona las pruebas de estructuras espaciales con un innovador método de gravedad asistida

En el constante empeño por perfeccionar la tecnología aeroespacial, la NASA ha dado un paso adelante en el desarrollo de estructuras ultraligeras para futuras misiones. En su Centro de Investigación Langley, situado en Hampton, Virginia, ingenieros y científicos han ideado un método pionero para ensayar largas y flexibles vigas compuestas —denominadas «booms»—, utilizando la propia fuerza de la gravedad como aliada en lugar de adversaria.

Las vigas compuestas, esenciales para el despliegue de paneles solares, antenas y otros elementos estructurales en el espacio, deben cumplir estrictos requisitos: ser lo suficientemente ligeras para el lanzamiento, pero a la vez lo suficientemente resistentes y flexibles para soportar las exigencias del entorno orbital. Uno de los retos principales a la hora de probar estos componentes en la Tierra ha sido cómo simular el comportamiento de estos materiales en condiciones de microgravedad, ya que la fuerza gravitatoria terrestre suele distorsionar los resultados de las pruebas.

Para abordar este desafío, el equipo de Langley ha ideado una técnica que aprovecha la gravedad en beneficio de la experimentación. En su campaña más reciente, los investigadores instalaron una viga triangular enrollable de 94 pies (alrededor de 28,65 metros) de longitud en el interior de una torre de pruebas de casi 100 pies (30 metros) de altura. Suspendiendo la estructura desde el techo de la torre, lograron que el propio peso de la viga generase una curvatura predecible, permitiendo así medir y analizar su comportamiento estructural con una precisión sin precedentes.

Este procedimiento contrasta radicalmente con los métodos clásicos, en los que la gravedad suele ser un obstáculo a superar mediante equipos de compensación o pruebas en vuelos parabólicos de corta duración. Aprovechar la gravedad de esta manera no solo simplifica el montaje experimental, sino que también permite a los ingenieros obtener datos más relevantes para el diseño de estructuras que, una vez en el espacio, deberán desplegarse correctamente y mantener su integridad estructural.

Además del avance técnico, la iniciativa de Langley tiene importantes ramificaciones para el resto de la industria aeroespacial, tanto pública como privada. Empresas como SpaceX y Blue Origin, que lideran el desarrollo de nuevas plataformas de lanzamiento y estaciones espaciales, se benefician del perfeccionamiento de estas tecnologías para reducir el peso y aumentar la fiabilidad de sus cargas útiles. Igualmente, firmas como Virgin Galactic, centradas en el turismo suborbital, y la española PLD Space, que acaba de realizar exitosamente el lanzamiento de su primer cohete Miura 1, podrían integrar en el futuro este tipo de estructuras en sus vehículos, optimizando el espacio y la masa disponible para experimentos o pasajeros.

Históricamente, la NASA ha estado a la vanguardia del desarrollo de materiales compuestos y sistemas desplegables, fundamentales desde las primeras sondas interplanetarias hasta los actuales telescopios espaciales. La adopción de técnicas basadas en la gravedad para probar estos componentes es fruto de décadas de investigación y experiencia en misiones como la del Telescopio Espacial James Webb, cuya compleja estructura plegable supuso uno de los mayores retos de ingeniería en la historia de la agencia.

La tendencia hacia el uso de materiales compuestos, enrollables y auto-desplegables no solo responde a la necesidad de aligerar las cargas, sino también de facilitar el transporte y despliegue en órbita. Con el auge de las misiones comerciales, la proliferación de satélites y la ambición de establecer bases permanentes en la Luna y Marte, la fiabilidad y eficiencia de estos sistemas serán aún más cruciales en los próximos años.

En definitiva, el trabajo realizado en el Centro Langley de la NASA representa un paso clave para el avance de la ingeniería espacial y refuerza el papel de la agencia como motor de innovación tecnológica, contribuyendo tanto al sector público como al privado. Este enfoque innovador no solo optimiza los procesos de ensayo en tierra, sino que allana el camino para el éxito de futuras misiones que dependerán de estructuras ligeras y robustas para explorar y habitar el espacio profundo.

(Fuente: NASA)