China intensifica su apuesta por la inteligencia artificial con centros de datos terrestres y espaciales

China está acelerando su estrategia para liderar la inteligencia artificial (IA) mundial gracias a una red de centros de datos de última generación, tanto en la superficie terrestre como en órbita. Un reciente informe revela cómo el país asiático está integrando infraestructuras avanzadas y tecnologías espaciales para potenciar su capacidad de procesamiento y recolección de datos, estableciendo así las bases para una superioridad tecnológica frente a sus rivales internacionales.
La ambición china en IA no es nueva, pero en los últimos años ha cobrado un impulso inusitado. Desde que en 2017 el Consejo de Estado del país estableciera una hoja de ruta para convertir a China en el líder global de IA para 2030, el gobierno ha redoblado esfuerzos y recursos. En este contexto, la combinación de centros de datos terrestres con plataformas orbitales representa un paso decisivo para el procesamiento masivo de información, indispensable para el entrenamiento de modelos avanzados de IA en campos como el reconocimiento de imágenes, la gestión urbana inteligente o la defensa.
En la Tierra, China ha desplegado gigantescos centros de datos en regiones estratégicas como Guizhou y Hebei. Estas instalaciones emplean superordenadores de clase mundial y redes de alta velocidad, algunas de las cuales ya rivalizan con las mejores infraestructuras estadounidenses o europeas. Pero el elemento diferenciador reside en la integración con capacidades espaciales. Satélites de nueva generación, muchos de ellos equipados con sensores ópticos e infrarrojos de alta resolución, envían grandes volúmenes de información en tiempo real. Esta sinergia permite a China acceder a datos globales, procesarlos con rapidez y alimentar sus sistemas de IA de manera continua.
El informe señala que, en paralelo, se están desarrollando centros de datos en órbita, un concepto aún incipiente en Occidente. Estas plataformas orbitales tienen la capacidad de procesar datos directamente en el espacio, reduciendo la latencia y el coste de transmisión a Tierra. Además, permiten el análisis inmediato de información crítica, como imágenes satelitales para la monitorización medioambiental, la vigilancia marítima o la detección de lanzamientos de misiles. Esta estrategia posiciona a China a la vanguardia de una tendencia que podría transformar el sector espacial en la próxima década.
Mientras tanto, las potencias occidentales no permanecen inactivas en la carrera por la supremacía en IA y computación espacial. SpaceX, la empresa de Elon Musk, ha revolucionado el acceso al espacio con sus lanzadores reutilizables Falcon y la megaconstelación Starlink, que ya proporciona conectividad de alta velocidad a escala global. Aunque su enfoque principal es la transmisión de datos, la infraestructura de Starlink podría evolucionar en el futuro para incluir capacidades de procesamiento en órbita, siguiendo una tendencia similar a la china.
Blue Origin, liderada por Jeff Bezos, también está explorando nuevas aplicaciones para la IA en el sector espacial, especialmente en el desarrollo de estaciones orbitales privadas y sistemas de gestión automatizada para misiones tripuladas y no tripuladas. La NASA, por su parte, ha incrementado la colaboración con empresas privadas para integrar inteligencia artificial en la planificación y ejecución de misiones, así como en la gestión de grandes volúmenes de datos científicos provenientes de telescopios espaciales y sondas planetarias.
En Europa, la empresa española PLD Space ha destacado en el ámbito de los micro-lanzadores reutilizables, abriendo nuevas posibilidades para el lanzamiento rápido y económico de pequeños satélites orientados a la observación terrestre y la investigación científica. Virgin Galactic, centrada en el turismo espacial, también ha mostrado interés en aprovechar las tecnologías de IA para mejorar la seguridad y la experiencia de sus vuelos suborbitales.
El avance chino no solo supone un reto tecnológico, sino también geopolítico. El control de grandes volúmenes de datos y la capacidad de procesarlos con IA avanzada pueden traducirse en ventajas comerciales, militares y diplomáticas. Por este motivo, tanto Estados Unidos como Europa están revisando sus estrategias para no quedar rezagados en este terreno clave para el futuro.
En definitiva, la apuesta de China por una red de centros de datos interconectados, que abarca desde la superficie terrestre hasta el espacio, marca un precedente en la carrera global por el dominio de la inteligencia artificial y la computación espacial. El resto de actores internacionales se prepara para responder a este desafío, conscientes de que el liderazgo en IA será determinante en la configuración del orden mundial de las próximas décadas.
(Fuente: SpaceNews)

 
							 
							