Blue Origin sorprende en Florida con la primera prueba de encendido prolongado de New Glenn

El pasado jueves por la noche, la costa espacial de Florida fue testigo de un acontecimiento clave para el futuro de la industria aeroespacial privada: Blue Origin efectuó con éxito una prueba de encendido estático de su cohete New Glenn. Durante aproximadamente 40 segundos, los motores BE-4 de la primera etapa rugieron en la plataforma 36 de Cabo Cañaveral, iluminando la oscuridad y marcando un paso crucial hacia el debut orbital del vehículo.
La prueba, conocida en la jerga aeroespacial como “hot fire”, es un hito fundamental en el desarrollo de cualquier lanzador. Consiste en fijar el cohete a la rampa de lanzamiento y encender sus motores principales durante un periodo prolongado, simulando las condiciones de despegue sin que el vehículo abandone el suelo. En este caso, el objetivo era verificar el comportamiento integral del sistema de propulsión, los procedimientos de cuenta atrás y la interacción de los equipos de tierra.
El New Glenn es la gran apuesta de Blue Origin, la empresa fundada por Jeff Bezos, para competir en el mercado global de lanzadores orbitales pesados. Con una altura de 98 metros y una capacidad de carga de hasta 45 toneladas a la órbita baja terrestre, el New Glenn aspira a rivalizar directamente con el Falcon Heavy y, en el futuro, con el Starship de SpaceX. El cohete utiliza siete motores BE-4 alimentados por metano y oxígeno líquidos, un enfoque que representa la vanguardia en propulsión espacial y que comparte con el Vulcan Centaur de United Launch Alliance.
El desarrollo de los motores BE-4 ha estado plagado de desafíos técnicos. Su diseño, que apuesta por la reutilización y una eficiencia superior a los motores tradicionales de queroseno, ha requerido años de pruebas y ajustes. Los problemas de combustión y la fiabilidad de componentes han retrasado repetidamente tanto el debut del New Glenn como el del Vulcan. Sin embargo, la exitosa prueba de encendido del jueves sugiere que Blue Origin está superando estos obstáculos y acercándose al esperado vuelo inaugural, previsto para finales de 2024 si los ensayos continúan por buen camino.
A nivel histórico, este ensayo estático evoca los primeros pasos de otros gigantes de la industria, especialmente SpaceX. Hace más de una década, la compañía de Elon Musk revolucionó el sector con su política de pruebas rápidas y frecuentes, que culminó en la reutilización exitosa de la primera etapa del Falcon 9. Hoy, la competencia por ofrecer lanzadores más potentes, económicos y fiables es feroz. SpaceX no descansa: continúa perfeccionando el Starship en Texas, mientras prepara nuevas misiones tripuladas y de carga a la Estación Espacial Internacional (ISS) y la Luna, en el marco del programa Artemis de la NASA.
Por su parte, Blue Origin se enfrenta al reto de demostrar que puede igualar —o incluso superar— la cadencia y fiabilidad de su principal rival. El New Glenn está diseñado para ser parcialmente reutilizable, con la primera etapa capaz de regresar a tierra firme tras el lanzamiento. Si la empresa logra cumplir sus objetivos, abrirá la puerta a una nueva era de lanzamientos comerciales, militares y científicos, incluyendo contratos con la NASA y satélites privados que requieren cohetes de gran capacidad.
El impulso innovador no se limita a las grandes empresas estadounidenses. En Europa, la española PLD Space ha realizado recientemente su primer lanzamiento suborbital, posicionándose como actor emergente en el sector de los microlanzadores reutilizables. Mientras tanto, Virgin Galactic sigue desarrollando su propuesta de vuelos suborbitales turísticos, y las agencias espaciales públicas —desde la ESA hasta Roscosmos o la CNSA china— continúan impulsando nuevas misiones interplanetarias y exploraciones de exoplanetas.
El progreso industrial y tecnológico global es palpable, y cada prueba exitosa acerca un poco más a la humanidad al sueño de la expansión sostenida más allá de la Tierra. La reciente prueba de Blue Origin no solo es una victoria técnica, sino también un mensaje claro: la nueva carrera espacial está en marcha y el futuro se construye en plataformas como la 36 de Cabo Cañaveral, bajo el rugido de motores que desafían los límites de la ingeniería.
En definitiva, la exitosa prueba de encendido del New Glenn supone un paso adelante significativo para Blue Origin y para el conjunto de la industria aeroespacial. Su resultado alimenta la expectación de cara al primer vuelo orbital del cohete, y refuerza la confianza en la viabilidad de la próxima generación de lanzadores, tanto en el ámbito público como privado. Sin duda, estamos viviendo una de las etapas más vibrantes y prometedoras de la exploración espacial contemporánea.
(Fuente: Spaceflight Now)
