El Sentinel-6B de Copernicus despega con éxito para vigilar el aumento del nivel del mar

El 17 de noviembre de 2025 marcó un hito crucial en la vigilancia del cambio climático con el lanzamiento exitoso del satélite Copernicus Sentinel-6B. Equipado con tecnología puntera, este satélite europeo ha sido puesto en órbita para continuar una de las misiones científicas más ambiciosas de las últimas décadas: el seguimiento preciso de la altura de los océanos, un indicador clave para entender la evolución del clima global.
El despegue se realizó desde la Base de la Fuerza Espacial de Vandenberg, en California, utilizando un cohete Falcon 9 de SpaceX, consolidando nuevamente la colaboración entre la Agencia Espacial Europea (ESA), la NASA y la compañía de Elon Musk. El Falcon 9, que ya ha demostrado su fiabilidad en docenas de misiones comerciales y científicas, permitió que el Sentinel-6B alcanzara su órbita prevista a unos 1.336 kilómetros de altitud sobre la superficie terrestre.
El Sentinel-6B es el segundo satélite de la serie Sentinel-6, tras el lanzamiento de su gemelo Sentinel-6A Michael Freilich en 2020. Ambos forman parte del programa Copernicus, la iniciativa de observación terrestre más ambiciosa del mundo, financiada por la Unión Europea y ejecutada en colaboración con la ESA y la NASA. Este programa tiene como objetivo proporcionar información precisa y actualizada sobre el estado de la Tierra, esencial para la toma de decisiones políticas y científicas ante el reto del cambio climático.
La misión Sentinel-6, en concreto, se centra en la altimetría oceánica, es decir, la medición precisa de la altura de la superficie marina. Para ello, el Sentinel-6B cuenta con un altímetro radar de última generación, el Poseidon-4, capaz de medir las variaciones del nivel del mar con una precisión de milímetros. Además, incorpora un radiómetro avanzado para corregir las distorsiones causadas por la atmósfera y sistemas de navegación GPS y DORIS que permiten conocer su posición exacta en cada momento.
La importancia de esta misión radica en la continuidad de una serie de datos que comenzó en 1992 con el lanzamiento del satélite TOPEX/Poseidon, seguido por las misiones Jason (Jason-1, Jason-2 y Jason-3) y, más recientemente, los Sentinel-6. Gracias a este registro ininterrumpido de más de 30 años, los científicos han podido constatar que el nivel medio de los océanos ha subido unos 8 centímetros desde 1993, con una aceleración notable en la última década. Este aumento, causado principalmente por el deshielo de los polos y la expansión térmica del agua, es uno de los efectos más preocupantes del calentamiento global, ya que pone en riesgo a cientos de millones de personas que viven en zonas costeras.
La puesta en órbita del Sentinel-6B garantiza la continuidad de estos datos críticos al menos hasta 2030, permitiendo a la comunidad científica monitorizar en tiempo real el impacto del cambio climático y mejorar los modelos de predicción del aumento del nivel del mar. Además, sus observaciones serán fundamentales para la gestión de recursos marinos, la navegación y la respuesta a fenómenos extremos como tormentas o huracanes.
El papel de SpaceX como lanzador reafirma el liderazgo de la empresa en el sector de los lanzamientos comerciales y científicos. La reutilización de las primeras etapas del Falcon 9 ha permitido reducir significativamente los costes y aumentar la frecuencia de lanzamientos, lo que beneficia tanto a agencias públicas como a empresas privadas. La cooperación entre SpaceX, la ESA y la NASA se ha traducido en una mayor eficiencia y rapidez en la puesta en órbita de satélites esenciales para la observación de la Tierra y la exploración espacial.
Este lanzamiento se produce en un contexto de creciente actividad en la industria aeroespacial. Empresas privadas como Blue Origin y Virgin Galactic continúan avanzando en el desarrollo de tecnologías para el turismo espacial y la exploración suborbital, mientras que la española PLD Space prepara el debut de su cohete Miura 1, que aspira a situar a España en el mapa de los lanzadores europeos. Por otro lado, la búsqueda de exoplanetas habitables sigue siendo una prioridad para la NASA y la ESA, con misiones como TESS, CHEOPS y el futuro telescopio espacial ARIEL.
En definitiva, la puesta en órbita del Sentinel-6B es un paso fundamental para mantener la vigilancia sobre uno de los indicadores más sensibles del cambio climático y una muestra del papel clave que la cooperación internacional y la colaboración público-privada juegan en la era espacial actual. La ciencia y la tecnología se unen, una vez más, para proteger nuestro planeta y garantizar un futuro más sostenible.
(Fuente: ESA)
