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El telescopio James Webb descubre un vivero estelar gigante oculto en la Vía Láctea

El telescopio James Webb descubre un vivero estelar gigante oculto en la Vía Láctea

El telescopio espacial James Webb, fruto de la colaboración entre la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la canadiense CSA, ha desvelado como nunca antes el interior de la colosal nube molecular Sagittarius B2 (Sgr B2). Ubicada cerca del bulbo central de la Vía Láctea, Sgr B2 es la región más masiva y activa de formación estelar que se conoce en nuestra galaxia, un auténtico laboratorio cósmico donde nacen y evolucionan las estrellas más jóvenes y masivas.

Gracias a la extraordinaria sensibilidad de sus instrumentos en el rango del infrarrojo medio y cercano, el James Webb ha logrado atravesar el denso velo de polvo y gas interestelar que envuelve a Sgr B2, mostrando una panorámica inédita de su contenido. Las imágenes obtenidas revelan una deslumbrante amalgama de estrellas recién nacidas, agrupaciones estelares y extensas nubes de polvo incandescente, iluminadas por la intensa radiación ultravioleta de estos astros en las primeras etapas de su vida.

Sgr B2, situada a unos 390 años luz del centro galáctico y a casi 25 000 años luz de la Tierra, contiene suficiente material como para formar decenas de miles de estrellas similares al Sol. Sin embargo, a diferencia de las regiones de formación estelar más cercanas y estudiadas, como la famosa Nebulosa de Orión, Sgr B2 se caracteriza por su extrema densidad y su rica química interestelar, lo que la convierte en un objetivo privilegiado para comprender cómo surgen las estrellas más masivas y complejas del cosmos.

El James Webb, con su capacidad para captar longitudes de onda invisibles para telescopios ópticos como el Hubble, ha sido capaz de distinguir con nitidez los diferentes filamentos de gas y polvo, identificar los cúmulos estelares en distintas fases evolutivas y, por primera vez, estudiar en detalle el entorno inmediato de las protoestrellas más jóvenes. Los primeros análisis sugieren que la formación estelar en Sgr B2 ocurre de manera jerárquica y a gran escala, con cúmulos que contienen cientos e incluso miles de estrellas, muchas de ellas con masas decenas de veces superiores a la del Sol.

La importancia de estos hallazgos radica en que las estrellas masivas, aunque poco frecuentes, desempeñan un papel crucial en la evolución de las galaxias. Su intensa radiación, los potentes vientos estelares y las explosiones de supernova enriquecen el medio interestelar con elementos pesados, moldeando el ciclo de vida de la materia y condicionando la formación de futuras generaciones de estrellas y planetas. Comprender el proceso de nacimiento y desarrollo de estos titanes cósmicos es esencial para descifrar la historia y el destino de la propia Vía Láctea.

Desde su lanzamiento en diciembre de 2021, el James Webb ha revolucionado la astronomía infrarroja, permitiendo a los científicos observar el universo temprano, detectar exoplanetas y analizar la composición de atmósferas planetarias con una precisión sin precedentes. Sus recientes observaciones en Sgr B2 suponen un paso adelante en el estudio de la formación estelar extrema y abren la puerta a desentrañar los complejos procesos físicos y químicos que gobiernan los viveros estelares galácticos.

En el contexto internacional, este avance se suma a los esfuerzos de otras agencias y empresas espaciales por expandir nuestro conocimiento del cosmos. Mientras SpaceX y Blue Origin continúan desarrollando tecnologías para la exploración y el acceso al espacio, la NASA y la ESA refuerzan su cooperación en misiones científicas de vanguardia. Por su parte, compañías emergentes como la española PLD Space abren nuevas posibilidades en el sector de lanzadores reutilizables, y la era del turismo espacial comienza a materializarse con iniciativas de Virgin Galactic.

Estos progresos, tanto públicos como privados, están propiciando una nueva edad de oro de la exploración espacial, en la que la frontera final parece cada vez más cercana. Descubrimientos como el de Sgr B2 no sólo nos permiten asomarnos a los orígenes de nuestra galaxia, sino que además inspiran y justifican la inversión en tecnología, ciencia e innovación para las futuras generaciones.

El telescopio espacial James Webb ha demostrado de nuevo su enorme potencial, permitiendo a la humanidad adentrarse en los lugares más ocultos y dinámicos de nuestra galaxia. Las imágenes de Sagittarius B2 no sólo son un prodigio estético, sino también una herramienta fundamental para entender el complejo proceso de formación estelar y la evolución del cosmos.

(Fuente: ESA)