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Impactos colosales en Fomalhaut: el Hubble capta choques planetarios en directo

Impactos colosales en Fomalhaut: el Hubble capta choques planetarios en directo

En un avance sin precedentes para la astronomía moderna, el telescopio espacial Hubble, operado conjuntamente por la NASA y la ESA, ha logrado captar en tiempo real los efectos devastadores de colisiones de grandes cuerpos celestes en el sistema planetario de Fomalhaut, una de las estrellas más brillantes del firmamento nocturno y situada a unos 25 años luz de la Tierra, en la constelación de Piscis Austrinus.

Los datos recogidos por el Hubble han permitido a los científicos presenciar un fenómeno que hasta ahora solo se había inferido de manera indirecta: el choque violento entre objetos de tamaño planetario o subplanetario, en un sistema estelar ajeno al nuestro. Este descubrimiento arroja nueva luz sobre los procesos caóticos que marcan las primeras etapas de formación de planetas y lunas alrededor de estrellas jóvenes, un periodo que nuestro propio sistema solar atravesó hace más de 4.000 millones de años.

El sistema de Fomalhaut ya era conocido por los astrónomos debido a su espectacular cinturón de escombros, una gigantesca banda de polvo y fragmentos que orbita la estrella a una distancia similar a la del cinturón de Kuiper en nuestro sistema solar. Desde hace más de una década, Fomalhaut ha sido objeto de intenso escrutinio, ya que presenta señales inequívocas de actividad dinámica, como perturbaciones en su cinturón y la presencia de estructuras inusuales que han generado debates sobre la existencia de planetas ocultos o cuerpos en proceso de formación.

Lo que ahora ha desvelado el Hubble es aún más sorprendente: los astrónomos han observado directamente los efectos de una colisión catastrófica entre dos grandes objetos, probablemente protoplanetas o planetesimales, dentro de ese cinturón de escombros. Las imágenes y datos espectroscópicos muestran una nube de polvo expandiéndose rápidamente, consecuencia del impacto a altísimas velocidades, que probablemente ha generado una lluvia de fragmentos en órbitas impredecibles alrededor de Fomalhaut.

Este tipo de colisiones son fundamentales en la evolución de los sistemas planetarios. En las primeras etapas tras el nacimiento de una estrella, los discos protoplanetarios están poblados por cuerpos rocosos y helados que se agrupan o destruyen en una serie de encuentros violentos. En el caso del sistema solar, se cree que este proceso de “bombardeo intenso” fue responsable de la formación de la Luna, así como de la configuración actual de los planetas y de la presencia de cráteres en sus superficies.

La observación directa de una colisión de tal magnitud en Fomalhaut permite a los científicos comparar y validar los modelos teóricos desarrollados para entender la historia temprana de nuestro propio entorno planetario. Además, estas investigaciones ofrecen una ventana única al estudio de los exoplanetas y sus condiciones de formación, un campo en el que telescopios como el Hubble —y próximamente el James Webb— están revolucionando nuestro conocimiento.

El interés por Fomalhaut no es casual. La estrella es joven, con apenas unos 400 millones de años, lo que la sitúa en una fase evolutiva similar a la del Sol cuando la Tierra comenzaba a consolidarse como planeta. Además, su brillo y relativa proximidad la convierten en un laboratorio natural para estudiar los estadios primigenios de los sistemas planetarios.

La relevancia de este hallazgo se enmarca en el contexto más amplio de la exploración espacial, donde empresas privadas como SpaceX, Blue Origin, Virgin Galactic y compañías españolas como PLD Space están impulsando una nueva era de acceso al espacio. Sin embargo, sigue siendo la investigación científica, liderada por agencias como la NASA y la ESA, la que proporciona las claves para entender nuestros orígenes y el potencial para hallar vida en otros rincones del universo.

En este sentido, la capacidad del Hubble para detectar y monitorizar fenómenos de escala cósmica resalta la importancia de mantener y desarrollar instrumentos de observación avanzados en el espacio. Cada descubrimiento, como el de las colisiones en Fomalhaut, refuerza la necesidad de invertir en ciencia básica y en misiones que permitan responder a las grandes preguntas de la humanidad: ¿cómo se forman los planetas? ¿Es común la vida en el universo? ¿Cuál es el destino de los sistemas planetarios?

Así, el testimonio en directo de la violencia primordial en Fomalhaut no solo amplía nuestro conocimiento sobre la dinámica de los sistemas planetarios, sino que también subraya la naturaleza universal de los procesos que, hace eones, dieron forma a la Tierra y a sus vecinos. Con cada nueva observación, la humanidad se acerca un poco más a desentrañar el misterio de sus propios orígenes cósmicos.

(Fuente: ESA)