La sonda JUICE de la ESA mide la topografía lunar usando radar en su sobrevuelo de 2024

En agosto de 2024, la misión Jupiter Icy Moons Explorer (JUICE) de la Agencia Espacial Europea (ESA) realizó un importante experimento científico durante su sobrevuelo por las inmediaciones de la Luna. Aprovechando su paso cercano a nuestro satélite, el equipo de la ESA activó el instrumento Radar for Icy Moon Exploration (RIME), concebido originalmente para investigar las lunas heladas de Júpiter, con el objetivo de estudiar la superficie lunar a través de la reflexión de ondas de radio.
El RIME es un radar de penetración de hielo de última generación, diseñado para explorar las capas subterráneas de Europa, Ganímedes y Calisto, los satélites galileanos de Júpiter. Gracias a su capacidad para emitir ondas de radio de baja frecuencia y analizar los ecos reflejados por la superficie y las capas internas, RIME permitirá a los científicos trazar mapas detallados de la estructura y la composición de estos mundos distantes. Sin embargo, antes de llegar a su destino final, la ESA aprovechó la oportunidad única del sobrevuelo lunar para poner a prueba el instrumento en un entorno conocido y a la vez desafiante.
Durante el acercamiento a la Luna, RIME emitió pulsos de radio que impactaron contra la superficie rocosa y polvorienta. El análisis de los ecos devueltos permitió a los científicos calcular la altura y las características topográficas del terreno bajo la trayectoria de la sonda. Esta técnica, denominada radar de apertura sintética, se utiliza habitualmente en misiones de teledetección y ha sido empleada con éxito por otras sondas como la Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA o la venerable sonda Cassini en Saturno.
La importancia de esta medición radica en la validación del rendimiento de RIME en condiciones reales de vuelo espacial y en la obtención de datos de referencia sobre la superficie lunar. Aunque la Luna no presenta hielo superficial como los satélites jovianos, su superficie craterizada y llena de irregularidades constituye un excelente banco de pruebas para calibrar el instrumento antes de enfrentarse a los complejos y desconocidos entornos de Júpiter.
La misión JUICE, lanzada en abril de 2023 desde el puerto espacial de Kourou en la Guayana Francesa mediante un cohete Ariane 5, representa el mayor reto interplanetario jamás emprendido por la ESA. Tras su lanzamiento, la sonda inició un largo viaje de más de siete años, durante los cuales realizará múltiples asistencias gravitatorias, incluido este sobrevuelo lunar, para ganar velocidad y dirigirse hacia el sistema joviano. Se prevé que llegue a su destino en 2031 y que dedique al menos tres años a estudiar las lunas heladas, consideradas candidatas prioritarias en la búsqueda de vida extraterrestre debido a la posible existencia de océanos subterráneos bajo sus cortezas congeladas.
El uso del radar en el espacio ha sido una de las grandes revoluciones en la exploración planetaria. Desde los primeros experimentos realizados por las sondas soviéticas y estadounidenses en Venus y Marte, esta tecnología ha permitido descubrir desde corrientes de lava y cráteres ocultos hasta, más recientemente, lagos subglaciales en el polo sur de Marte. La ESA ya cuenta con una larga experiencia en este campo, gracias al radar Marsis a bordo de la nave Mars Express, operativo desde 2003 y responsable de grandes hallazgos subterráneos en el planeta rojo.
La colaboración internacional es una constante en el desarrollo de instrumentos como RIME. El radar fue construido por un consorcio europeo liderado por la Universidad de Trento (Italia), en colaboración con instituciones de Francia y Estados Unidos. Esta cooperación refuerza la posición de Europa como actor clave en la exploración espacial y en el desarrollo de tecnologías de vanguardia.
En paralelo a las actividades de la ESA, el sector espacial privado continúa avanzando con fuerza. SpaceX, la compañía liderada por Elon Musk, ha llevado a cabo en 2024 múltiples lanzamientos exitosos de su cohete Starship, afianzando su papel como proveedor de transporte para misiones científicas y comerciales. Blue Origin, por su parte, ha iniciado pruebas del módulo Blue Moon, con el objetivo de realizar vuelos tripulados a la superficie lunar en los próximos años. La NASA mantiene su ambicioso programa Artemis, orientado al retorno de astronautas a la Luna, mientras que empresas europeas como PLD Space avanzan en el desarrollo de lanzadores reutilizables y el turismo suborbital de Virgin Galactic sigue expandiéndose.
En cuanto a la investigación de exoplanetas, la comunidad astronómica ha celebrado el hallazgo de nuevos mundos potencialmente habitables gracias a telescopios como el James Webb y las misiones europeas CHEOPS y Plato, consolidando la cooperación global en la búsqueda de vida fuera del Sistema Solar.
El éxito de la prueba del radar RIME sobre la Luna refuerza la confianza en la tecnología europea y supone un paso fundamental en la preparación de la misión JUICE para su desafiante exploración de las lunas de Júpiter. El progreso de estas y otras misiones, tanto públicas como privadas, augura una nueva era dorada para la exploración del sistema solar y más allá.
(Fuente: ESA)

 
							 
							