Sentinel-1D refuerza la vigilancia terrestre europea con un exitoso lanzamiento en Ariane 6

El programa de observación de la Tierra europeo acaba de dar un paso crucial con la incorporación del satélite Copernicus Sentinel-1D a la constelación Sentinel-1, tras un impecable lanzamiento realizado el 4 de noviembre de 2025 desde el Puerto Espacial Europeo de la Guayana Francesa. Este hito, que se produjo a las 22:02 hora peninsular (18:02 hora local), supuso además una nueva demostración de fiabilidad del lanzador Ariane 6, la apuesta europea para asegurar su acceso independiente al espacio.
Sentinel-1D es la cuarta unidad de una serie de satélites diseñados para ofrecer imágenes de radar de apertura sintética (SAR) de alta resolución, independientemente de las condiciones meteorológicas o la iluminación. Esta capacidad es fundamental para la monitorización de fenómenos como inundaciones, movimientos de tierra, deforestación, actividad agrícola y emergencias medioambientales. La constelación Sentinel-1, formada hasta ahora por los satélites Sentinel-1A (lanzado en 2014), Sentinel-1B (2016, actualmente fuera de servicio) y Sentinel-1C (2024), constituye el pilar del sistema europeo Copernicus para la vigilancia terrestre.
Con una masa aproximada de 2,3 toneladas y una envergadura de 12 metros desplegada, Sentinel-1D está dotado de un radar C-SAR que puede operar en cuatro modos de observación, dependiendo de la aplicación y la resolución requerida. Entre sus innovaciones técnicas destaca la incorporación de mejoras en la gestión de la energía y la redundancia de sistemas críticos, aprendidas a partir de las experiencias operativas de sus predecesores. El satélite orbitará la Tierra a una altitud de unos 693 kilómetros, completando una vuelta cada 98 minutos, y podrá cubrir la totalidad del globo en menos de seis días.
La misión Sentinel-1D es esencial para garantizar la continuidad de los servicios Copernicus, especialmente tras la retirada de Sentinel-1B por una avería en su subsistema de transmisión de datos. El programa Copernicus, gestionado por la Comisión Europea en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), representa el mayor sistema civil de observación de la Tierra a nivel mundial, proporcionando datos gratuitos y abiertos a instituciones, gobiernos, empresas y ciudadanía. Dichos datos son cruciales tanto para la toma de decisiones en políticas medioambientales y de seguridad como para aplicaciones comerciales en sectores como la agricultura de precisión o la gestión de desastres.
El lanzamiento a bordo del Ariane 6 también marca un momento relevante para la industria espacial europea, en un contexto de creciente presión competitiva internacional. Mientras empresas privadas como SpaceX, Blue Origin y Virgin Galactic continúan revolucionando el acceso al espacio con lanzadores reutilizables y vuelos comerciales, Europa apuesta por el Ariane 6 como herramienta estratégica para mantener su autonomía en misiones científicas, gubernamentales y comerciales. El lanzador, desarrollado por ArianeGroup bajo supervisión de la ESA, está diseñado para ser más flexible y económico que su predecesor Ariane 5, con capacidad para transportar cargas útiles de diferentes tamaños y realizar múltiples lanzamientos anuales.
El éxito de la misión Sentinel-1D refuerza la posición europea en el ámbito de la observación terrestre, un sector en el que también están invirtiendo potencias como China, Estados Unidos e India. La NASA, por ejemplo, está desarrollando su propio sistema de radar SAR con la misión NISAR en colaboración con la agencia espacial india ISRO, mientras compañías privadas como Planet Labs o ICEYE exploran el mercado de los satélites de observación miniaturizados para servicios comerciales.
En paralelo, el sector espacial español sigue consolidando su papel con proyectos como el lanzador Miura 5 de PLD Space, que aspira a realizar su primer vuelo orbital en los próximos meses desde el Puerto Espacial de Huelva, y con la participación en numerosos programas europeos de observación y exploración. Por su parte, la búsqueda de exoplanetas mediante misiones como CHEOPS y el futuro telescopio PLATO, ambos de la ESA, continúa avanzando, consolidando la ciencia y la tecnología espacial europea como referentes mundiales.
La puesta en órbita de Sentinel-1D no solo garantiza la continuidad de los servicios de Copernicus, sino que simboliza el compromiso europeo con la sostenibilidad, la innovación tecnológica y la cooperación internacional en beneficio del planeta. La vigilancia precisa y constante de la Tierra es, hoy más que nunca, una herramienta clave para afrontar los desafíos globales del cambio climático y la seguridad de la población.
(Fuente: ESA)
