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Un colosal filamento de gas caliente conecta cúmulos galácticos y desvela la materia perdida del Universo

Un colosal filamento de gas caliente conecta cúmulos galácticos y desvela la materia perdida del Universo

Un grupo internacional de astrónomos ha detectado un gigantesco filamento de gas caliente que conecta cuatro cúmulos de galaxias, una estructura que supera en masa a la Vía Láctea en un factor de diez. Este hallazgo no solo proporciona una visión fascinante sobre la arquitectura a gran escala del cosmos, sino que también podría arrojar luz sobre uno de los enigmas más antiguos de la astrofísica: el destino de la materia “desaparecida” del Universo.

El Universo observable está compuesto, según las teorías actuales, por un 5% de materia normal o bariónica—la que forma estrellas, planetas y seres vivos—, un 27% de materia oscura y un 68% de energía oscura. Sin embargo, durante décadas, los astrónomos han sido incapaces de localizar aproximadamente un tercio de esa materia bariónica. Las simulaciones cosmológicas predecían que debería estar distribuida en forma de gas difuso y caliente, disperso en vastos filamentos que conectan los cúmulos y supercúmulos galácticos, lo que se conoce como la red cósmica.

Ahora, gracias a observaciones realizadas principalmente con telescopios de rayos X, los científicos han logrado identificar uno de estos filamentos en detalle sin precedentes. El filamento en cuestión, cuya masa total es unas diez veces superior a la de nuestra galaxia, sirve de puente entre cuatro cúmulos galácticos situados a cientos de millones de años luz de la Tierra. El gas que lo compone alcanza temperaturas de varios millones de grados, lo que lo convierte en un objetivo ideal para los instrumentos sensibles a la radiación de alta energía.

La detección de esta estructura fue posible gracias a la combinación de datos procedentes de observatorios espaciales como el XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea (ESA) y el Chandra de la NASA. Estos telescopios son capaces de captar la débil emisión de rayos X que emite el gas caliente, permitiendo a los astrónomos mapear su extensión y estimar su masa.

El descubrimiento tiene profundas implicaciones para la cosmología moderna. Por un lado, confirma que la red cósmica predicha por las simulaciones numéricas realmente existe y que parte de la materia ordinaria—hasta ahora “desaparecida”—se encuentra en estos filamentos. Por otro, nos ayuda a entender mejor cómo se ensamblan las grandes estructuras del Universo y cómo evoluciona el gas a medida que las galaxias y los cúmulos interactúan y se fusionan.

En el contexto actual de la exploración espacial, la búsqueda de respuestas sobre la composición y estructura del Universo sigue siendo una prioridad tanto para agencias públicas como privadas. Mientras SpaceX y Blue Origin compiten por democratizar el acceso al espacio mediante cohetes reutilizables, y empresas como Virgin Galactic exploran el turismo suborbital, la astrofísica más fundamental sigue dependiendo de avanzados observatorios espaciales. NASA y ESA, junto a otras agencias como la japonesa JAXA y la canadiense CSA, continúan liderando la investigación científica con misiones de observación de alta precisión.

En el ámbito europeo, la empresa alicantina PLD Space también contribuye a este auge espacial con el desarrollo de lanzadores ligeros como el Miura 1, que aspiran a ofrecer acceso flexible y económico al espacio para misiones científicas y tecnológicas. El avance en la tecnología de lanzamiento permitirá en los próximos años situar en órbita telescopios aún más potentes, capaces de desentrañar los secretos de los exoplanetas y de las estructuras cósmicas más esquivas.

La identificación de filamentos como el ahora descubierto resulta fundamental para cerrar el balance de materia del Universo y avanzar en la comprensión de la física de los cúmulos galácticos, que son laboratorios naturales donde se ponen a prueba las leyes de la física en condiciones extremas. Además, el estudio detallado de estos filamentos ayudará a precisar los modelos de formación y evolución de galaxias, así como a definir mejor la dinámica de la red cósmica.

A medida que la tecnología avanza y los telescopios de nueva generación amplían los límites de lo observable, es probable que en los próximos años salgan a la luz más ejemplos de estos colosales filamentos. Su estudio conjunto permitirá a la comunidad científica internacional completar el mapa de la materia visible y acercarse un poco más a la resolución de algunos de los misterios más profundos del cosmos.

En definitiva, el hallazgo de este filamento de gas caliente no solo supone un hito en la astrofísica observacional, sino que también demuestra el valor de la colaboración internacional y la importancia de la investigación básica para entender nuestro lugar en el Universo. (Fuente: ESA)