Un planeta similar a Saturno descubierto en la órbita de la joven estrella TWA 7 gracias al James Webb

El universo sigue desvelando sus secretos gracias a la tecnología de última generación. Astrónomos internacionales han confirmado la existencia de un planeta con una masa similar a Saturno que orbita la joven estrella TWA 7, situada a algo menos de 35 años luz de la Tierra, en la constelación de Hydra. Este hallazgo ha sido posible gracias a las capacidades sin precedentes del Telescopio Espacial James Webb (JWST), una colaboración entre la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA).
La estrella TWA 7 pertenece a la Asociación TW Hydrae, un grupo de estrellas jóvenes que han sido objeto de estudio durante décadas por su potencial para ayudar a los científicos a comprender las primeras etapas de la formación planetaria. TWA 7, en concreto, tiene tan solo unos 10 millones de años, lo que la convierte en un laboratorio natural ideal para observar cómo se desarrollan los sistemas planetarios.
El planeta recién descubierto, denominado provisionalmente TWA 7 b, se ha identificado mediante la técnica de imagen directa, una de las más desafiantes en la búsqueda de exoplanetas. Mientras que la mayoría de los miles de exoplanetas catalogados hasta la fecha han sido detectados por métodos indirectos —como el tránsito o la velocidad radial—, la imagen directa permite observar la luz del propio planeta, separándola de la mucho más brillante luz de su estrella anfitriona. El James Webb, gracias a su sensibilidad en el infrarrojo medio y a sus avanzados coronógrafos, ha sido clave para este logro.
Los datos obtenidos indican que TWA 7 b posee una masa cercana a la de Saturno, es decir, unas 95 veces la de la Tierra, y se encuentra a una distancia de su estrella que equivale aproximadamente a la órbita de Saturno respecto al Sol. Además, los análisis sugieren que el planeta todavía retiene una atmósfera primordial rica en hidrógeno y helio, propias de los gigantes gaseosos jóvenes, lo que abre la puerta a investigar cómo evolucionan estos mundos en sus primeras etapas.
Uno de los aspectos más intrigantes del descubrimiento es la coexistencia de TWA 7 b con un disco de polvo y restos cometarios alrededor de su estrella. Se trata de un «disco de escombros», similar al cinturón de Kuiper en nuestro propio Sistema Solar, pero mucho más masivo y activo debido a la juventud del sistema. La presencia simultánea de un gigante gaseoso y un disco de este tipo refuerza la idea de que los planetas masivos pueden formarse y coexistir con los materiales que, más adelante, podrían dar lugar a planetas rocosos o lunas.
Desde un punto de vista técnico, la observación ha supuesto un reto formidable. La imagen directa de exoplanetas requiere bloquear la luz estelar y captar apenas un débil resplandor infrarrojo emitido por el planeta, que en este caso es especialmente tenue debido a la distancia y la juventud del sistema. El JWST, con su instrumento MIRI (Mid-Infrared Instrument), ha superado estas limitaciones, permitiendo a los astrónomos distinguir el planeta de los contaminantes del fondo y del propio disco de polvo.
Este avance refuerza el papel fundamental del James Webb en la caracterización de exoplanetas y en el estudio de la formación planetaria. Desde su lanzamiento en diciembre de 2021, el JWST ha revolucionado la astronomía gracias a su capacidad para observar objetos extremadamente tenues y lejanos, y para analizar las atmósferas de exoplanetas mediante espectroscopía infrarroja. Este tipo de estudios son esenciales para comprender los procesos que conducen a la formación de sistemas planetarios complejos, y podrían, en el futuro, ayudar a identificar mundos potencialmente habitables.
La detección de TWA 7 b también representa un paso adelante en la colaboración internacional en el campo de la astrofísica. El éxito de la misión James Webb es fruto de la cooperación entre NASA, ESA y CSA, demostrando la importancia de las alianzas en la exploración espacial. No solo las grandes agencias estatales están impulsando la investigación: empresas privadas como SpaceX y Blue Origin están contribuyendo al desarrollo de nuevas tecnologías de lanzamiento y exploración, mientras que iniciativas europeas como la española PLD Space avanzan en el diseño de cohetes reutilizables y misiones satelitales.
Los próximos años prometen nuevos descubrimientos. El James Webb continuará explorando sistemas estelares jóvenes y analizando la composición de atmósferas exoplanetarias, mientras que telescopios de nueva generación como el Extremely Large Telescope (ELT) de la ESO o futuras misiones espaciales de la ESA y la NASA ampliarán aún más nuestro conocimiento del cosmos.
En definitiva, el hallazgo de un planeta similar a Saturno alrededor de TWA 7 no solo representa un hito técnico, sino que también ofrece una ventana única para estudiar la evolución temprana de los sistemas planetarios y su potencial para albergar vida.
(Fuente: ESA)

 
							 
							