Adiós a Stanley Sander, pionero en la lucha contra la destrucción de la capa de ozono

El mundo de la ciencia atmosférica lamenta la pérdida de uno de sus más insignes investigadores: el doctor Stanley Sander, quien dedicó más de cincuenta años a desentrañar los misterios de la atmósfera terrestre desde el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA. Su carrera, iniciada en 1971 como asistente de investigación de posgrado, ha dejado una huella indeleble en la comprensión actual de los procesos que afectan la capa de ozono, la contaminación troposférica y el cambio climático inducido por gases de efecto invernadero.
Stanley Sander se erigió como una figura clave en el desarrollo de la química atmosférica, disciplina sin la cual sería imposible entender fenómenos tan cruciales como la destrucción de la capa de ozono en la estratosfera. Durante los años ochenta, cuando el agujero de ozono sobre la Antártida empezó a acaparar titulares en todo el mundo, Sander fue parte de los equipos científicos responsables de descifrar las complejas reacciones químicas que lo provocaban, especialmente las relacionadas con los clorofluorocarbonos (CFC) y otras sustancias químicas industriales.
Su trabajo pionero contribuyó a que la comunidad internacional, bajo el paraguas de la ONU, aprobara el Protocolo de Montreal en 1987. Este tratado multilateral, uno de los más exitosos en la historia de la diplomacia ambiental, estableció la reducción y eliminación progresiva de los CFC y otros compuestos dañinos para la capa de ozono. Gracias a estos esfuerzos, la concentración de estos gases ha disminuido significativamente y los modelos predicen que la capa de ozono podría recuperarse en las próximas décadas.
La influencia de Sander no se limitó a la estratosfera. Su interés por los mecanismos de la contaminación del aire en la troposfera —la capa atmosférica más próxima a la superficie terrestre— le llevó a investigar la formación de contaminantes secundarios como el ozono troposférico y las partículas en suspensión. Estas investigaciones resultaron cruciales para establecer regulaciones ambientales más estrictas y mejorar la calidad del aire en ciudades de todo el mundo.
En paralelo, Sander se implicó activamente en el estudio del papel de los gases de efecto invernadero en el calentamiento global. Analizó tanto la dinámica del dióxido de carbono como la de gases menos abundantes pero mucho más potentes, como el metano y los óxidos de nitrógeno. Sus experimentos en laboratorios de alta precisión permitieron calibrar instrumentos embarcados en satélites de observación terrestre, esenciales para monitorizar la atmósfera a escala global.
El legado de Sander trasciende la investigación científica. Como mentor y formador de varias generaciones de investigadores, su influencia se extiende hoy en día a numerosos laboratorios y agencias espaciales repartidos por el mundo. Sus colaboraciones con la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y otras instituciones han facilitado el diseño de misiones espaciales centradas en el estudio del clima y la atmósfera, como la misión Aura de la NASA, dedicada específicamente a la monitorización de la química atmosférica.
En un contexto en el que la exploración espacial vive una auténtica revolución tecnológica —impulsada tanto por agencias públicas como la NASA y la ESA, como por empresas privadas del calibre de SpaceX, Blue Origin o Virgin Galactic—, los avances en la monitorización y comprensión de la atmósfera terrestre siguen siendo esenciales. Sin el conocimiento generado por pioneros como Sander, los esfuerzos actuales para combatir el cambio climático y proteger la vida en la Tierra carecerían de una base científica sólida.
La ciencia de los exoplanetas, otro de los campos en auge en la actualidad, también debe parte de sus logros a la investigación atmosférica terrestre. Los métodos desarrollados para analizar la composición química de nuestra atmósfera han sido adaptados para estudiar las atmósferas de planetas que orbitan otras estrellas, permitiendo buscar indicios de habitabilidad fuera de nuestro sistema solar.
La comunidad científica internacional reconoce en Stanley Sander a uno de los grandes arquitectos de la ciencia atmosférica moderna. Sus contribuciones, que abarcan desde el laboratorio hasta la política internacional, seguirán inspirando a futuras generaciones de científicos y ciudadanos comprometidos con la salud del planeta.
El fallecimiento de Stanley Sander marca el final de una era, pero su incansable búsqueda de respuestas seguirá guiando la investigación atmosférica en la Tierra y más allá.
(Fuente: NASA)
