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Cuatro generaciones, una misión: la familia St. John y el escudo térmico de Artemis III

Cuatro generaciones, una misión: la familia St. John y el escudo térmico de Artemis III

La historia de la exploración espacial estadounidense es también la historia de familias enteras dedicadas, generación tras generación, a los desafíos que plantea el espacio. Un ejemplo sobresaliente es el de Diamond St. John, ingeniera en Lockheed Martin, que actualmente lidera el desarrollo del escudo térmico de la nave Orion para la misión Artemis III. Su trabajo en el Programa Orion no solo representa la vanguardia tecnológica de la NASA para devolver a la humanidad a la Luna, sino que también perpetúa un legado familiar que se remonta a la era de las misiones Apollo.

El escudo térmico, componente crucial de cualquier nave que deba reentrar en la atmósfera terrestre, es responsable de proteger la cápsula y a sus tripulantes de las temperaturas extremas generadas por la fricción con la atmósfera, que pueden superar los 2.700 ºC. Orion, diseñada para transportar astronautas más allá de la órbita baja terrestre, requiere una protección especialmente avanzada debido a su velocidad de reentrada, significativamente mayor que la de las cápsulas que regresan de la Estación Espacial Internacional.

St. John, criada en las inmediaciones del Centro Espacial Kennedy (Florida), ha vivido el espacio desde la cuna. Su bisabuelo, su abuelo y su madre trabajaron en diversas misiones y programas espaciales, desde los albores de Apollo hasta el transbordador espacial y la Estación Espacial Internacional. Ahora, con Artemis III, le toca a ella liderar un proceso que combina la experiencia de décadas con la innovación tecnológica más puntera.

El escudo térmico de Orion está construido utilizando un material ablativo llamado AVCOAT, una evolución del usado en las misiones Apollo. Este material, desarrollado inicialmente en los años 60, ha sido adaptado y mejorado para resistir las exigencias de las misiones Artemis, que prevén trayectorias de reentrada más rápidas y, por tanto, más agresivas. El trabajo de St. John y su equipo implica no solo la fabricación y ensamblaje del escudo, sino también rigurosas pruebas para asegurar que cada componente responde adecuadamente a las condiciones extremas esperadas.

Artemis III, prevista para la segunda mitad de esta década, será la primera misión desde 1972 que vuelva a depositar astronautas en la superficie lunar, incluido el objetivo de llevar a la primera mujer y la primera persona de color. La nave Orion será lanzada a bordo del cohete SLS (Space Launch System) desde Cabo Cañaveral, y, tras completar su misión lunar, deberá sobrevivir a una reentrada a velocidades superiores a los 39.000 kilómetros por hora. El escudo térmico es, por tanto, la última línea de defensa entre la tripulación y las fuerzas destructivas de la atmósfera terrestre.

El trabajo de Diamond St. John se enmarca en un momento de efervescencia en la industria aeroespacial. Mientras la NASA apuesta por Artemis y la exploración lunar, el sector privado también avanza a pasos agigantados. SpaceX, por ejemplo, continúa desarrollando la nave Starship, que también será parte integral del programa Artemis como módulo de alunizaje y ha realizado pruebas clave de reentrada atmosférica en vuelos suborbitales que han contribuido al desarrollo de nuevos materiales térmicos reutilizables como el PICA-X.

Blue Origin, por su parte, está trabajando en el módulo de aterrizaje Blue Moon, otro contendiente para futuras misiones lunares. Virgin Galactic, aunque centrada en el turismo suborbital, ha demostrado tecnologías de materiales compuestos y protección térmica en sus vuelos de prueba, mientras que la española PLD Space avanza con lanzadores reutilizables como el Miura 1, que incorporan soluciones térmicas innovadoras para la recuperación de etapas.

En el ámbito científico, misiones como James Webb y TESS están revolucionando la búsqueda de exoplanetas, y el desarrollo de nuevos sistemas de protección térmica será esencial para futuras sondas que exploren atmósferas hostiles como las de Venus o Titán.

La labor de Diamond St. John representa la confluencia de tradición y futuro, de experiencia familiar y desafío tecnológico. Su implicación personal y profesional en Artemis III no solo garantiza la continuidad de un linaje ligado a la historia de la NASA, sino que también simboliza el compromiso de toda una generación de ingenieros y científicos por llevar a la humanidad, de nuevo, más allá de la Tierra. Así, mientras los ojos del mundo se preparan para presenciar el regreso a la Luna, el trabajo de St. John y su equipo asegura que la hazaña se realice con la máxima seguridad y eficiencia.

(Fuente: NASA)