El Congreso de EEUU suaviza los recortes propuestos por la Casa Blanca al presupuesto científico de la NASA

El Congreso de Estados Unidos ha dado un respiro a la NASA y al conjunto de la comunidad científica aeroespacial. La Cámara de Representantes ha presentado un proyecto de presupuesto para el año fiscal 2025 en el que, si bien se mantienen ciertos recortes a los programas científicos de la agencia espacial, la tijera no será tan profunda como pretendía la Casa Blanca en su propuesta inicial. Esta decisión pone de manifiesto la importancia estratégica que sigue otorgando el poder legislativo al liderazgo científico y tecnológico de la NASA, especialmente en un momento de intensa competencia internacional y de auge de la industria espacial privada.
En febrero, la administración Biden propuso una reducción significativa en la financiación destinada a los programas científicos de la NASA, con el argumento de que era necesario priorizar las misiones tripuladas, como el programa Artemis de regreso a la Luna. La propuesta original recortaba más de 500 millones de dólares respecto al presupuesto del año anterior, afectando directamente a misiones clave de exploración planetaria, de observación de la Tierra y de astrofísica. Entre los proyectos amenazados por estos recortes figuraban el telescopio espacial Roman, el observatorio de rayos X Lynx, y especialmente la misión de retorno de muestras de Marte (Mars Sample Return), considerada prioritaria por la comunidad científica.
Sin embargo, la Cámara ha salido al paso de estas medidas restrictivas. El nuevo borrador presupuestario, que aún debe aprobarse en el Senado, reduce el impacto negativo sobre el programa científico de la NASA. Aunque persisten ciertas limitaciones presupuestarias, el texto incluye partidas adicionales para mantener vivos proyectos emblemáticos. Por ejemplo, el telescopio Roman, sucesor del Hubble y el James Webb, mantiene su calendario de lanzamiento para 2027, y la Mars Sample Return, aunque sufre ajustes, sigue adelante con el respaldo financiero necesario para continuar en fase de desarrollo.
El papel de la ciencia en la NASA es crucial, no solo para la investigación básica, sino también como motor de innovación tecnológica y de liderazgo internacional. La recogida y estudio de muestras marcianas, por ejemplo, es vista como una oportunidad única para desentrañar el pasado geológico y potencial biológico de Marte. Igualmente, la vigilancia de la Tierra desde el espacio, a través de satélites de observación como los de la serie Landsat, se considera fundamental para el análisis del cambio climático y la gestión de recursos naturales.
La decisión del Congreso también refleja la presión de la industria espacial privada y de las start-ups aeroespaciales, que han ganado protagonismo y reclaman mayor inversión en investigación y desarrollo. Empresas como SpaceX y Blue Origin, ambas con contratos relevantes con la NASA, han impulsado la economía espacial estadounidense y han demostrado la viabilidad de la colaboración público-privada, especialmente en el transporte orbital y la exploración lunar. El éxito de los lanzamientos del Falcon 9 de SpaceX, la entrada en servicio del cohete New Shepard de Blue Origin para vuelos suborbitales turísticos, o el reciente desarrollo por parte de PLD Space de su lanzador Miura 1 en España, evidencian la vitalidad de un sector que depende, en gran medida, de la continuidad de la inversión pública en ciencia.
En este contexto, la NASA sigue siendo referente en la exploración de exoplanetas, con misiones como TESS o el futuro telescopio Roman, que buscarán mundos habitables en otros sistemas solares. La colaboración internacional, como la establecida con la Agencia Espacial Europea en la misión Mars Sample Return, subraya la necesidad de mantener un esfuerzo sostenido en el ámbito científico para no perder influencia frente a potencias emergentes como China o India.
El presupuesto definitivo aún está sujeto a negociación y podría experimentar cambios en el Senado, donde se espera que se mantenga la tendencia a proteger los programas científicos más estratégicos. La comunidad científica ha recibido con cautela este alivio parcial, consciente de que la financiación sigue siendo inferior a lo solicitado por la propia NASA y de que la competencia por los recursos continuará siendo feroz. Sin embargo, la decisión de la Cámara supone una clara señal de que, pese a las dificultades económicas y la presión por priorizar otras áreas, la ciencia espacial sigue siendo una prioridad para el liderazgo tecnológico y la proyección internacional de Estados Unidos.
En definitiva, el Congreso estadounidense ha frenado, al menos parcialmente, el intento de la Casa Blanca de recortar de forma drástica la inversión en ciencia espacial, asegurando la continuidad de misiones clave y el mantenimiento del prestigio de la NASA en el escenario global. Resta por ver cómo evolucionará el debate en el Senado y qué impacto tendrá este presupuesto en la carrera espacial de la próxima década.
(Fuente: Arstechnica)

 
							 
							