El telescopio Roman de la NASA supera un hito clave al integrar su escudo solar y paneles solares

El Nancy Grace Roman Space Telescope, el nuevo y ambicioso observatorio espacial de la NASA, ha dado un paso fundamental hacia su esperado lanzamiento. Los días 14 y 16 de junio, los equipos técnicos concluyeron la instalación de los paneles solares, conocidos oficialmente como Solar Array Sun Shield, en uno de los últimos grandes hitos del ensamblaje del telescopio. Esta estructura no solo suministrará toda la energía eléctrica necesaria para el funcionamiento del observatorio, sino que también actuará como escudo, protegiendo los delicados instrumentos científicos de la radiación solar y contribuyendo a mantenerlos a temperaturas óptimas.
El Roman, bautizado en honor a la pionera astrónoma Nancy Grace Roman —considerada la «madre del Hubble»—, está llamado a revolucionar la astrofísica de la próxima década. Su principal misión será investigar la energía oscura, la materia oscura, la formación y evolución de galaxias, y la búsqueda de exoplanetas mediante técnicas de microlente gravitacional. El telescopio, equipado con un espejo primario de 2,4 metros de diámetro (similar al del Hubble), dispone de un campo de visión 100 veces mayor que el de su predecesor, lo que le permitirá cartografiar enormes regiones del cielo en tiempos récord.
El montaje del Solar Array Sun Shield representa un avance crítico. Este sistema de paneles solares está diseñado para tener una doble función: por un lado, como generador de energía eléctrica, capturando la luz solar y transformándola en electricidad para alimentar los sofisticados instrumentos científicos y sistemas de comunicación. Por otro, como barrera térmica, actuando como un escudo que minimiza las fluctuaciones de temperatura y protege los componentes más sensibles del telescopio frente al calor extremo del Sol. Mantener una temperatura estable es esencial para lograr mediciones precisas en astronomía de infrarrojo, la especialidad del Roman.
El proceso de integración fue llevado a cabo en el Goddard Space Flight Center de la NASA, en Maryland, con la participación de decenas de ingenieros y técnicos. Esta fase requirió una coordinación milimétrica, ya que los paneles debían ensamblarse con extrema precisión para asegurar su despliegue correcto una vez en órbita. Tras la instalación, se realizaron pruebas funcionales y eléctricas para verificar que el sistema suministra la energía prevista y que el escudo cumple con las especificaciones térmicas exigidas por la misión.
En el contexto internacional, este avance del Roman se produce mientras otras agencias y empresas privadas mantienen su pulso en la carrera espacial. SpaceX, por ejemplo, continúa perfeccionando su Starship —el mayor cohete jamás construido— tras un reciente vuelo de prueba que supuso un éxito parcial, con mejoras clave en el control del descenso y la reutilización de etapas. Por su parte, Blue Origin ha retomado sus vuelos suborbitales tripulados con la nave New Shepard, tras varios meses de pausa técnica. Virgin Galactic, la empresa de turismo espacial de Richard Branson, también ha anunciado nuevas fechas para sus vuelos comerciales y trabaja en el desarrollo de su vehículo de segunda generación.
En Europa, la española PLD Space ha conseguido notoriedad tras el exitoso lanzamiento del cohete suborbital Miura 1, marcando el inicio de una nueva era para la industria aeroespacial nacional. La empresa alicantina ya prepara su próximo reto: el Miura 5, un lanzador orbital ligero que podría situar a España en el club de países con acceso independiente al espacio. Mientras tanto, la Agencia Espacial Europea (ESA) avanza en el desarrollo del telescopio espacial Ariel, cuyo objetivo será estudiar las atmósferas de exoplanetas, reforzando la cooperación internacional en la exploración de mundos más allá del Sistema Solar.
El telescopio Roman, cuya puesta en órbita está prevista para finales de 2026, se sumará a una generación de observatorios que incluye al James Webb Space Telescope, operativo desde 2022 y responsable de algunos de los hallazgos más espectaculares sobre la formación de galaxias y la caracterización de exoplanetas. Roman complementará estas observaciones con su capacidad de realizar amplios barridos del cielo en busca de fenómenos transitorios y objetos lejanos, proporcionando datos fundamentales para desvelar los secretos del cosmos oscuro.
Con la integración de su escudo solar y paneles, el Nancy Grace Roman Space Telescope se sitúa en la recta final de su ensamblaje. Durante los próximos meses se someterá a rigurosas pruebas de vibración, vacío térmico y compatibilidad electromagnética, asegurando que resistirá las duras condiciones del espacio y cumplirá con las expectativas científicas depositadas en él por la comunidad internacional.
El Roman está llamado a convertirse en una piedra angular de la astronomía moderna, y su reciente avance consolida el liderazgo de la NASA en la exploración espacial, mientras el sector privado y otras agencias públicas continúan ampliando los horizontes de la humanidad más allá de la Tierra.
(Fuente: NASA)
