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El X-59 de la NASA y JAXA: Avances clave hacia el vuelo supersónico silencioso

El X-59 de la NASA y JAXA: Avances clave hacia el vuelo supersónico silencioso

En un paso crucial hacia el renacimiento del transporte aéreo supersónico, científicos de la NASA y la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) han llevado a cabo pruebas pioneras con un modelo a escala del avión experimental X-59 en el túnel de viento supersónico de Chofu, Japón. Este ensayo marca un hito significativo en la investigación internacional destinada a reducir el ruido de explosión sónica, uno de los mayores obstáculos técnicos y regulatorios para el regreso de vuelos civiles más rápidos que el sonido.

El X-59 QueSST (Quiet SuperSonic Technology), desarrollado bajo el programa Low Boom Flight Demonstrator de la NASA, es un avión singularmente diseñado para modificar la onda de choque que se genera cuando una aeronave supera la barrera del sonido. Tradicionalmente, este fenómeno produce el conocido “boom sónico”, un estallido similar a una explosión que puede percibirse a kilómetros a la redonda y que ha propiciado severas restricciones sobre vuelos supersónicos sobre tierra firme en prácticamente todo el mundo desde los años 70.

El Concorde, el legendario avión franco-británico que operó entre 1976 y 2003, sufrió precisamente estas limitaciones, lo que restringió sus rutas y fue un factor clave en su retirada del servicio. El X-59, sin embargo, aspira a revolucionar este paradigma tecnológico y normativo.

La reciente campaña de ensayos fue realizada en el túnel de viento supersónico de JAXA, una infraestructura puntera situada en Chofu, cerca de Tokio, capaz de simular condiciones de vuelo a velocidades superiores a Mach 1. La maqueta, réplica exacta del X-59 a escala reducida, fue sometida a diversas configuraciones de flujo de aire y presión para medir cómo la forma del fuselaje, el morro agudo y el diseño especial del ala contribuyen a disipar la energía de la onda de choque. El objetivo es lograr que el “boom” se transforme en un leve “golpe” o “murmullo sónico”, apenas perceptible para quienes estén en tierra.

La cooperación entre la NASA y JAXA no solo permite el acceso a instalaciones de vanguardia, sino que también enriquece el trabajo conjunto en modelado computacional y recopilación de datos acústicos. Durante los ensayos, se analizaron especialmente los niveles de presión y frecuencia del ruido generado directamente bajo la trayectoria del avión, información vital para futuras operaciones sobre zonas habitadas.

El X-59 QueSST, cuya construcción avanza en las instalaciones de Lockheed Martin en California, está previsto que realice su primer vuelo a finales de 2025. Este avión, de unos 30 metros de longitud y una envergadura de 9 metros, incorpora innovaciones como una cabina adelantada sin parabrisas convencional, que ha sido reemplazado por un avanzado sistema de visión por cámara y pantallas. Este diseño permite optimizar la forma del fuselaje y minimizar la perturbación de las ondas de choque. El motor, situado en la parte superior, evita que las ondas de choque más intensas lleguen directamente al suelo.

La NASA planea utilizar el X-59 para realizar una serie de vuelos de demostración sobre distintas ciudades estadounidenses a partir de 2026, con el fin de recopilar datos sobre la percepción del ruido entre la población. Estos datos serán compartidos con la Administración Federal de Aviación (FAA) y organismos internacionales como la OACI, con el objetivo de sentar las bases para una eventual revisión de las regulaciones que restringen los vuelos supersónicos civiles.

El trabajo conjunto con JAXA subraya la importancia de la colaboración internacional en el desarrollo de tecnologías disruptivas para la aviación. Japón, que también investiga el transporte supersónico y la movilidad aérea avanzada, aporta su experiencia en aerodinámica y ensayos en túneles de viento, mientras la NASA lidera la integración de soluciones acústicas y de materiales compuestos ligeros.

El éxito del X-59 podría suponer un punto de inflexión para el sector aeroespacial. Empresas privadas como Boom Supersonic y Spike Aerospace, así como gigantes como Boeing y Airbus, siguen de cerca los avances en la reducción del ruido sónico, mientras que la Agencia Espacial Europea (ESA) y SpaceX centran sus esfuerzos en ámbitos orbitales y suborbitales, como el turismo espacial y la explotación de exoplanetas.

En este contexto, la colaboración entre agencias públicas y el creciente interés de la industria privada abren una nueva era para la aviación y la exploración espacial. El X-59 representa, no solo un avance técnico, sino la promesa de un futuro donde la velocidad y la sostenibilidad pueden ir de la mano, transformando la forma en que el mundo se conecta por aire.

(Fuente: NASA)