Jeni Morrison: De crecer entre transbordadores a proteger el futuro sostenible de la NASA

Jeni Morrison, cuya infancia transcurrió entre los históricos pasillos y laboratorios del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, encarna la evolución de la agencia espacial desde la era dorada de los transbordadores hasta los retos medioambientales de la exploración contemporánea. Hija de empleados del programa del transbordador espacial, Morrison creció escuchando relatos familiares sobre la emoción y los peligros de las misiones tripuladas, mientras recorría las instalaciones donde se fraguaban los grandes hitos de la conquista espacial.
Hoy, tras más de quince años de carrera dentro de la NASA, Morrison ostenta el cargo de gestora de Programas Medioambientales en el icónico centro. Su responsabilidad principal es garantizar que todas las actividades del Johnson Space Center se ajusten a las normativas medioambientales federales, estatales y locales, un desafío cada vez más relevante en la industria aeroespacial. En un contexto donde la sostenibilidad se ha convertido en un eje estratégico para agencias y empresas, su trabajo adquiere una trascendencia que va mucho más allá de la mera burocracia.
La transición de la NASA hacia una gestión más sostenible no se entiende sin figuras como Morrison. El Centro Espacial Johnson, epicentro del control de misiones tripuladas y de los entrenamientos de astronautas desde los años 60, ha sido testigo de la transformación de la exploración espacial: del Apolo al Skylab, del transbordador espacial a la Estación Espacial Internacional (EEI) y los recientes preparativos para el programa Artemisa, que busca llevar de nuevo a la humanidad a la Luna y, eventualmente, a Marte.
En este escenario, Morrison lidera iniciativas para reducir la huella ambiental de las operaciones terrestres y espaciales. “La sostenibilidad en el espacio empieza en la Tierra”, afirma con convicción. Entre sus tareas se encuentra la gestión de residuos peligrosos, la supervisión de emisiones, la protección de las reservas naturales circundantes y la implantación de tecnologías limpias en los laboratorios y centros de entrenamiento. La complejidad de su labor se multiplica con la creciente colaboración entre NASA y compañías privadas como SpaceX o Blue Origin, que utilizan instalaciones de la agencia para probar y operar sus vehículos.
La revolución liderada por el sector privado ha traído consigo nuevos retos en materia medioambiental. SpaceX, por ejemplo, utiliza el Johnson Space Center para el entrenamiento de sus astronautas comerciales y para tareas de integración con la EEI, mientras que Blue Origin colabora en el desarrollo de tecnologías para misiones lunares. Morrison debe coordinarse con estos actores para asegurar que se respeten los estándares de sostenibilidad, tanto en la gestión de combustibles y materiales como en la reducción de residuos y emisiones.
En paralelo, la NASA y sus socios internacionales han intensificado sus esfuerzos para que la exploración del espacio profundo no repita los errores cometidos en la Tierra. El programa Artemisa, que pretende establecer una presencia humana sostenible en la Luna, incorpora directrices precisas sobre el manejo de residuos y la protección de entornos extraterrestres. Morrison participa en la redacción de estos protocolos, conscientes de que las futuras generaciones de astronautas deberán ser también guardianes del medio ambiente lunar y marciano.
El trabajo de Morrison conecta, además, con la creciente preocupación por los exoplanetas: mundos lejanos cuya habitabilidad depende, entre otros factores, de la preservación de sus entornos. Las misiones de búsqueda de exoplanetas, como las lideradas por telescopios de NASA y de la Agencia Espacial Europea (ESA), subrayan la importancia de cuidar nuestro propio planeta antes de pensar en colonizar otros.
Otras agencias privadas, como Virgin Galactic, también han comenzado a implementar planes de sostenibilidad en sus vuelos suborbitales, conscientes de la presión social para reducir la contaminación atmosférica y el impacto de los lanzamientos. En Europa, empresas como PLD Space —la firma española que recientemente realizó el primer lanzamiento privado de un cohete suborbital desde Huelva— están sometidas a estrictos controles medioambientales, siguiendo el ejemplo de la NASA y sus socios internacionales.
La labor de Morrison y su equipo es, en última instancia, una pieza clave en el engranaje de la nueva exploración espacial. Garantizar que la aventura humana más allá de nuestro planeta se realice de manera responsable y sostenible será fundamental para el futuro de la industria. De la mano de figuras como Jeni Morrison, la NASA demuestra que la pasión por la exploración puede ir de la mano con la protección del entorno, asegurando que las próximas generaciones puedan seguir soñando —y trabajando— por un espacio más limpio y accesible.
En un momento en que la frontera espacial se amplía con la llegada de nuevos actores y tecnologías, el ejemplo de Morrison y su compromiso con la sostenibilidad marcan el camino hacia una era en la que la exploración del universo y el respeto por nuestro propio planeta deben ser aliados inseparables.
(Fuente: NASA)

 
							 
							